por Mark Weisbrot*
(Este articulo fue distribuido a los diarios por Knight-Ridder/Tribune Information Services.)
“Dios me dio mi dinero,” declar๓ John D. Rockefeller en el estilo audaz de los barones ladrones que gobernaban Estados Unidos a fines del siglo XIX. Pero hoy en dํa, cuando los ricos amasan enormes fortunas a expensas de todos los demแs y utilizan su poder polํtico para definir las reglas de juego, ellos utilizan justificaciones mแs sofisticadas. Dichas justificaciones adquieren cada vez mแs la forma de argumentos econ๓micos –generalmente errados.
La pr๓xima semana la Organizaci๓n Mundial del Comercio atraerแ a ministros de 146 paํses –asํ como a muchas organizaciones no gubernamentales—a la ciudad turํstica de Canc๚n, M้xico. Una de las cuestiones que casi hizo colapsar las negociaciones aun antes de comenzar es el comercio internacional de medicamentos. De un lado estแn la mayorํa de los paํses en desarrollo y los grupos humanitarios tales como M้dicos Sin Fronteras, que quieren que la gente pobre tenga acceso a medicamentos baratos, gen้ricos y esenciales. A esta propuesta se oponen las grandes empresas farmac้uticas respaldadas por sus gobiernos en EE.UU. y Europa. Ellas persiguen la aplicaci๓n en todo el mundo de leyes de patentes del tipo de las que rigen en EE.UU..
El sentido com๚n dice que los defensores de la gente pobre tienen argumentos morales y polํticos de su lado, pero las empresas farmac้uticas tienen poderosos argumentos econ๓micos. A causa de esta percepci๓n generalizada las negociaciones entre ambas partes son vistas –o al menos asํ lo informa la prensa- como un proceso legํtimo dise๑ado para alcanzar un resultado equilibrado en favor del inter้s p๚blico.
Pero como cualquier economista sabe, los argumentos econ๓micos mแs fuertes estแn del lado de M้dicos Sin Fronteras. Una patente monop๓lica es muy similar a un arancel, excepto que es cobrada por una empresa privada y no por un gobierno. Como los aranceles, las patentes provocan distorsiones e ineficiencia econ๓mica, ademแs de concentrar los ingresos.
Y dado que las patentes pueden multiplicar los precios de los medicamentos por varios m๚ltiplos, ellas a menudo son decenas y a๚n centenas de veces mแs ineficientes que los aranceles, que s๓lo aumentan el precio de los bienes comercializados, tales como jugo de naranja o acero, en una peque๑a fracci๓n de esos montos. Alcanza con mirar lo que ocurre en el caso de los medicamentos que se utilizan para tratar el VIH/SIDA: el precio del tratamiento con medicamentos protegidos por patentes es de US$ 8,000 al a๑o, mientras que un tratamiento equivalente con medicamentos gen้ricos cuesta menos de US$ 300.
Los economistas que son coherentes en su creencia en el libre comercio –por ejemplo Jagdish Bhagwati de la Universidad de Columbia, uno de los principales economistas internacionales del paํs—se oponen al uso de la OMC para la aplicaci๓n de patentes monop๓licas. Esto tiene sentido: si realmente crees en el libre comercio, deberํas querer el libre comercio internacional de medicamentos. En este sector el costo del proteccionismo es mayor que en casi cualquier otra industria.
Mแs que cualquier otro, este tema muestra cuแn inexacto y err๓neo es describir a la OMC (o a la propuesta มrea de Libre Comercio de la Am้ricas, o al TLCAN) como acuerdos de “libre comercio”. En efecto, investigaciones del propio Banco Mundial indican que los paํses en desarrollo perderแn mแs con la aplicaci๓n de las normas sobre propiedad intelectual de la OMC (como patentes y derechos de autor), que lo que ganarํan con el acceso irrestricto a los mercados de los paํses ricos para todas sus exportaciones. En otras palabras, el proteccionismo que perpet๚an estos acuerdos para los intereses farmac้uticos y otros intereses particulares es mแs significativo, desde un punto de vista puramente econ๓mico, que la eliminaci๓n de las barreras comerciales a๚n existentes en los paํses desarrollados.
Las empresas farmac้uticas sostienen que sus ganancias deben ser protegidas de la competencia internacional de los gen้ricos, porque de lo contrario no tendrแn incentivos para desarrollar nuevos medicamentos. Pero esto es claramente falso en el mundo en desarrollo, donde no se realizan ese tipo de investigaciones. Incluso en los Estados Unidos, donde cerca de la mitad de todas las investigaciones biom้dicas estแn financiadas por el gobierno y fuentes sin fines de lucro, este es un argumento dudoso. Aquํ, en el paํs mแs rico del mundo, el despilfarro y la ineficiencia del sistema de patentes se ha salido tanto de control que no podemos ni siquiera pagar los medicamentos que les prescriben a nuestros ancianos.
A fines del mes pasado se lleg๓ a un acuerdo que le permitirํa alguna libertad de acci๓n a algunos paํses en desarrollo para importar medicamentos gen้ricos, salvando asํ a la reuni๓n ministerial de Canc๚n del colapso a causa de esta cuesti๓n. Pero no hay raz๓n para que los paํses en desarrollo claudiquen sus derechos al libre comercio en medicamentos. Despojado de los argumentos econ๓micos falsos, el uso de la OMC para imponer al resto del mundo leyes de patentes del estilo de las de EE.UU. puede ser percibido como lo que realmente es: codicia proteccionista en una escala que harํa sonrojar a los barones bandidos del siglo XIX.
* Mark Weisbrot es co-director del Center for Economic and Policy Research, de Washington DC, EE.UU. (www.cepr.net)