EL FIN DE UNA ILUSIÓN: LA REFORMA DE LA OMC, LA SOCIEDAD CIVIL MUNDIAL Y EL CAMINO HACIA HONG KONG
por Focus on the Global South*

Resumen : El ‘Acuerdo Marco de julio’ cierra definitivamente el ataúd de las ilusiones acerca de la posibilidad de algún tipo de reforma parcial o general de la OMC que le sirviese a los intereses de los países en desarrollo. Más que nunca, el acuerdo marco y sus secuelas ponen de manifiesto que la OMC es una jaula de hierro que embreta a los países en desarrollo en un juego de negociaciones que está sistemáticamente sesgado a favor de las grandes potencias comerciales del Norte.

Hoy, con la intransigencia aún mayor que despliegan las grandes potencias comerciales del Norte, es difícil pensar ninguna otra estrategia para proteger los intereses de los países en desarrollo y la sociedad civil mundial que la elaborada para Cancún, es decir, descarrilar la conferencia ministerial.

En esencia, una estrategia de descarrilamiento implica centrarse en el punto clave de vulnerabilidad de la OMC: su sistema de toma de decisiones fundado en el consenso. En concreto, significa trabajar activamente para impedir que emerjan consensos en ninguna de las áreas clave de negociación, antes y durante la Sexta Conferencia Ministerial que se realizará en Hong Kong.

Para ser exitosa, la estrategia de descarrilamiento tiene que articular cabildeo y presión de masas en Ginebra en los meses previos a la sexta ministerial, con campañas nacionales y de masas dirigidas a gobiernos específicos, culminando en un programa de acciones de masas y cabildeo en Hong Kong y todo el mundo en el día D a mediados de diciembre de 2005.

Tira y afloje

En los últimos años hemos sido testigos del tira y afloje entre la Organización Mundial del Comercio y la sociedad civil mundial. En Seattle, los desacuerdos entre las grandes potencias, la revuelta de los países en desarrollo y la movilización de masas de la sociedad civil derribaron la “bicicleta de la liberalización”, parafraseando a Fred Bergsten y su descripción de la OMC como una bicicleta que sólo puede mantenerse en pie si consigue avanzar hacia adelante con su programa de libre comercio. (1)

En Doha consiguieron levantar la bicicleta y ponerla de vuelta en movimiento, cuando la ausencia de movilización de la sociedad civil le permitió a las grandes potencias comerciales engatusar a los países en desarrollo para que firmasen su adhesión al llamado Programa de Doha para el Desarrollo, que amplía el ámbito de intervención de la OMC. Luego en Cancún en septiembre de 2003, el efecto combinado de un Sur mejor organizado y las movilizaciones de la sociedad civil tanto adentro como afuera del Centro de Convenciones—cuyo clímax trágico fue la autoinmolación del campesino coreano Lee Kyung Hae—volvió a derribar la bicicleta de la liberalización.

Nuestra victoria fue de corto aliento, ya que a finales de julio de 2004 se orquestó el equivalente a un golpe de Estado durante una reunión del Consejo General, a fin de reiniciar la paralizada ‘Ronda de Doha’ de negociaciones comerciales en términos favorables para el Norte. La OMC está otra vez erguida y avanza con ímpetu hacia la Sexta Conferencia Ministerial en Hong Kong a mediados de diciembre de 2005.

Una de las ilusiones que quedó enterrada en el camino de estos acontecimientos es que la OMC sea una institución pasible de reforma para servir como vehículo de un tipo de globalización más benigna. El único elemento positivo de la Declaración de Doha de 2001 –la afirmación clara de que los problemas de salud pública tienen prioridad sobre los “derechos de propiedad intelectual”—fue efectivamente neutralizado por la acción exitosa de las grandes transnacionales farmacéuticas que lograron que sea prácticamente imposible exportar medicamentos genéricos vitales desde los países en desarrollo con capacidad manufacturera hacia los países en desarrollo que no la tienen, gracias a la imposición de cláusulas muy onerosas tanto para los importadores como los exportadores. Las condiciones impuestas por las empresas farmacéuticas en la decisión adoptada en agosto de 2003 fueron tan engorrosas e inadmisibles, que ningún país en desarrollo expuesto a una emergencia sanitaria de VIH-SIDA aprovechó la excepción transitoria al Artículo 31(f) del acuerdo sobre los ADPIC dispuesta por esa decisión.

En la conferencia ministerial de Cancún en septiembre de 2003 quedó evidenciado que reformar la OMC es una misión imposible, cuando la UE y EEUU provocaron el colapso de la reunión ministerial antes que aceptar una reducción significativa de los altos subsidios con que benefician a sus intereses agropecuarios, o dar un paso atrás en sus esfuerzos de expandir la jurisdicción de la OMC al ámbito de las inversiones y otras actividades económicas distintas al comercio. La histórica retirada de la Sala Verde liderada por los delegados africanos fue la única respuesta adecuada a la intransigencia del Norte.

El llamado Acuerdo Marco aprobado en la sesión del Consejo General de la OMC a finales de julio de 2004 en Ginebra es otro ejemplo notorio de la intransigencia y la táctica evasiva y dilatoria de los países desarrollados. Prácticamente todas las preocupaciones clave de los países del Sur quedaron supeditadas a la agenda de prioridades de las naciones industrializadas que defienden sus elevados subsidios agropecuarios, procuran reducir los aranceles industriales, insisten con incorporar los llamados “temas nuevos”, y presionan para que los países en desarrollo presenten ofertas de liberalización de sus servicios. A diferencia de evaluaciones anteriores más optimistas acerca de la posibilidad de defender los intereses de los países en desarrollo en el seno de la OMC mediante una estrategia de reformas, Oxfam Internacional, por ejemplo, caracterizó descorazonadamente el Acuerdo Marco como “un acuerdo mínimo que mantiene a flote las negociaciones y la OMC, pero que fracasa en conciliar las severas diferencias de opinión que aún prevalecen entre los países desarrollados y en desarrollo, por no hablar de su incapacidad para garantizar resultados que favorezcan el desarrollo”. (2)

No debe sorprender entonces que hoy en día se hable poco de ‘cláusulas sociales’, ‘cláusulas ambientales’, medidas para institucionalizar la preeminencia de los problemas de salud pública por encima de los derechos de patente, o reforma de las disposiciones sobre acceso a los mercados agropecuarios como las reivindicaciones centrales de un programa de reformas en el que debería insistir la sociedad civil en la reunión ministerial de Hong Kong. En los meses que antecedieron a la conferencia oficial en Cancún, la sociedad civil finalmente se aglutinó en torno a una estrategia de descarrilamiento de la ministerial, guiándose en el precepto de que es preferible no llegar a ningún acuerdo que avalar un acuerdo malo. A medida que nos aproximamos a la ministerial de Hong Kong, las perspectivas de lograr un acuerdo beneficioso para los países en desarrollo aparecen en todo caso aún más lejanas que antes. Por eso, la estrategia de descarrilamiento de la ministerial es hoy más oportuna que nunca.

Los principales componentes del Acuerdo Marco aprobado en julio pasado ilustran bien porqué la estrategia de reforma de la OMC representa un callejón sin salida para los países en desarrollo y la sociedad civil mundial.

Intransigencia en agricultura

La postura firme adoptada en Cancún por el Grupo de los 20 (G20) y el Grupo de los 33 (G33) frente a las demandas de Estados Unidos y la Unión Europea que reclamaban mayor acceso a los mercados de los países en desarrollo al tiempo que pretendían mantener los elevados subsidios que le otorgan a la agricultura europea y estadounidense, impidió que se iniciaran las negociaciones de un nuevo acuerdo agrícola que hubiera sido perjudicial para los intereses del Sur. Para frustrar la agenda del Norte fue asimismo clave la postura enérgica de los 4 países productores de algodón del África occidental –Benín, Burkina Faso, Chad y Malí—que exigieron la eliminación de los subsidios de EEUU a las exportaciones de algodón estadounidense, e indemnización por las pérdidas ocasionadas y la consecuente ruina de sus propios cultivadores algodoneros.

No obstante, el ‘marco para establecer las modalidades relativas a la agricultura’ que aprobó la reunión de finales de julio produjo acuerdos que son claramente perjudiciales para los países en desarrollo.

En síntesis, el marco agrícola

•  mantiene o amplía los mecanismos principales de “apoyo doméstico” o subvención de la agricultura europea y estadounidense –el llamado sistema de compartimientos o cajas Azul y Verde;

•  crea una nueva categoría restrictiva –aquella de los ‘productos sensibles’—para impedir el acceso de los productos de los países en desarrollo a los mercados de los países desarrollados; al tiempo que

•  condiciona la eliminación de los subsidios a las exportaciones; y

•  genera engañosamente la impresión de que se acogen las demandas de los países en desarrollo para la designación de ‘productos especiales’ y otras formas de trato especial y diferenciado.

El Acuerdo Marco de julio no fijó topes o límites superiores para la Caja Verde, que es utilizada por los países desarrollados para canalizar los subsidios que le otorgan a sus agricultores –en el caso de EEUU, alberga el 70% del total de los subsidios internos a los agricultores. Además amplía la Caja Azul para que incluya pagos directos desvinculados de los programas de limitación de la producción, a cuya ejecución estaban originalmente condicionados los apoyos directos a los ingresos de los agricultores contemplados en ese mecanismo. Esto se hizo así con el fin de darle cabida a una porción considerable de los subsidios agropecuarios aprobados por Estados Unidos en su Ley Agrícola de 2002, cuyo monto asciende a US$ 190.000 millones.

El Acuerdo Marco introdujo una nueva categoría de ‘productos sensibles’, para complacer sobre todo a la Unión Europea que podrá valerse de ese instrumento para eximir de importantes rebajas arancelarias a un 20-40% de sus productos.

Aun cuando el texto del paquete de julio exhorta a la eliminación de los subsidios a las exportaciones, no fija ninguna fecha específica ni dispone pasos concretos para lograrlo.

El texto también contempla la creación de una categoría de ‘productos especiales’ para los países en desarrollo, que estaría sujeta a menores recortes arancelarios, y reconoce asimismo su demanda de ‘mecanismos de salvaguardia especial’ que les protegería contra el dumping de productos subsidiados desde los países desarrollados. Sin embargo, los detalles al respecto deberán negociarse más adelante. De otra parte, no se prohíbe el empleo de las disposiciones de salvaguardia especial (SGE) vigentes –con frecuencia utilizadas por los países desarrollados para restringir el acceso de los productos de los países en desarrollo—a pesar que los países en desarrollo así lo habían reclamado.

El balance final de pérdidas y ganancias deja un saldo claramente positivo para las superpotencias comerciales del Norte, especialmente los Estados Unidos. Para completar, los países desarrollados rechazaron la propuesta de los países productores de algodón del África occidental que reclamaban que la eliminación de los subsidios al algodón y la indemnización por daños y perjuicios fuesen tratados como una negociación autónoma, separada de las negociaciones sobre agricultura. Por el contrario, lo aprobado subordina ese tema específico a las negociaciones generales sobre agricultura, garantizando así que su resolución quedará condicionada al avance de estas negociaciones. Así quedó al desnudo que es prácticamente imposible lograr hasta la más mínima concesión en un tema que implica una suma de dinero relativamente pequeña –varios cientos de millones de dólares que EEUU le paga a nada más que 25.000 productores de algodón—aun cuando ese tema fue uno de los factores decisivos que contribuyó al colapso de la conferencia ministerial de Cancún. (3)

Acceso al mercado de productos no agrícolas y el fantasma de la desindustrialización

La postura de las grandes potencias comerciales de no dar cuartel se hizo evidente también en el tema del acceso al mercado de productos no agrícolas (NAMA, por su sigla en inglés). El acuerdo sobre NAMA estaba fundado en el llamado ‘Texto Derbez’ (por el Ministro de Relaciones Exteriores mexicano Luis Derbez, que presidió la conferencia ministerial) que circuló durante la reunión ministerial en Cancún, y que fue rechazado por muchos países en desarrollo. Los motivos centrales de ese rechazo fueron la fórmula no lineal que contemplaba para la reducción de aranceles, el planteamiento de negociaciones sectoriales, y la debilidad de sus formulaciones sobre trato especial y diferenciado. La fórmula no lineal o armonizadora, según UNCTAD, exigiría “recortes más profundos para los aranceles más altos”, en virtud de lo cual “implicaría recortes arancelarios mayores para muchos países en desarrollo que generalmente mantienen estructuras de aranceles consolidados más altos”. (4) Eso iría a contrapelo de la cláusula de reciprocidad asimétrica –o de ‘menos que completa reciprocidad’ ( less than full reciprocity ), en la jerga de la OMC—para los países en desarrollo, dispuesta por el principio de trato especial y diferenciado. A pesar de este problema, el paquete de julio prevé la continuación de los trabajos en base a una fórmula no lineal armonizadora.

Los países en desarrollo que ya aplican aranceles relativamente bajos para los productos no agrícolas también expresaron desazón respecto de la ‘iniciativa sectorial’ que propone recortes arancelarios profundos para el 100% de todas las categorías de productos importados clasificados bajo un determinado sector industrial como los ‘productos eléctricos y electrónicos’, por ejemplo, o los ‘textiles y vestimenta’. Tal y como señala UNCTAD, “muchos países en desarrollo y menos adelantados ya han liberalizado unilateralmente sus mercados, gracias a los programas de ajuste estructural, entre otras formas, y sus aranceles aplicados son a menudo bajos. Consolidar esos aranceles en niveles próximos a los aranceles aplicados puede por lo tanto limitarles el espacio para políticas de desarrollo industrial”. De hecho, se teme que el proceso de desindustrialización iniciado bajo los programas de ajuste estructural cobrará aún más ímpetu con el NAMA. Por otro lado, la Asociación Nacional de Fabricantes de EEUU consideró que las disposiciones sobre NAMA incluidas en el paquete de julio fueron “un gran logro, y un gran triunfo para la OMC, los Estados Unidos y la economía mundial. La hazaña mayor realmente fue que todos los países aceptaron el principio de grandes recortes arancelarios y eliminación sectorial de aranceles”.

Facilitación del Comercio: la punta de lanza

La facilitación del comercio es el único de los llamados ‘temas nuevos’ o ‘cuestiones de Singapur’ que quedó incluido en las negociaciones. Algunos países en desarrollo plantearon inquietudes acerca de los costos adicionales asociados a los requisitos de facilitación del comercio, tales como el que implica el procesamiento de datos más complejo, que se sumarían a sus presupuestos nacionales ya de por sí muy ajustados. Sin embargo, el problema mayor y la amenaza más grave que supone la inclusión de la facilitación del comercio en el paquete de negociaciones es que ésta oficia como punta de lanza para las tres cuestiones de Singapur restantes –inversiones, política de competencia y compras del Estado o contratación pública—que son mucho más amenazantes, y a cuya incorporación al ámbito de la OMC se ha opuesto firmemente el Grupo de los 90 (G90). En realidad, aun cuando las grandes potencias comerciales desistieron de incluirlas en las negociaciones actuales de la Ronda de Doha, el texto del acuerdo marco no contempla el desmantelamiento de los grupos de trabajo sobre estos temas, ni tampoco indica que serán excluidos de las negociaciones futuras después que se haya concluido la Ronda de Doha.

Aumenta la presión en servicios

El acuerdo marco elimina el espacio de maniobra de los países en desarrollo en las negociaciones del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS/GATS), que anteriormente se llevaban a cabo por un carril aparte de las negociaciones de la Ronda de Doha. (5) Al incluirlas formalmente en la Ronda de Doha e incorporarlas efectivamente como parte del ‘compromiso único’, el paquete de julio aumenta la presión sobre los países en desarrollo para que abran sus mercados de servicios. De hecho, el texto exhorta a los gobiernos a presentar en mayo de 2005 sus ofertas iniciales o revisadas de servicios que quedarían liberados a la competencia. Hasta la fecha solamente 32 países en desarrollo han presentado ofertas, debido a las dificultades técnicas que supone evaluar cuáles sectores abrir, en virtud de la incertidumbre acerca de cómo éstos se verán afectados por la liberalización. (6)

Al atar las negociaciones sobre servicios a las negociaciones en otras áreas, el acuerdo marco permite –especialmente a la UE y EEUU—que las negociaciones agrícolas queden rehenes del avance de las negociaciones sobre servicios, y viceversa, ya que pueden condicionar sus “concesiones” en un área a las ganancias que obtengan en la otra.

Ahora que los servicios representan el 50% del PBI de los países en desarrollo, el acceso a ese mercado constituye la preocupación principal del acuerdo marco. En contraste, sólo se encara de dientes para afuera el movimiento de las personas naturales (Modo 4), que constituye el área de interés principal para los países en desarrollo. Los compromisos de los países desarrollados en ésta área son turbios y confusos, en el mejor de los casos, al punto que 18 países en desarrollo critican la “ambigüedad y la falta de previsibilidad de las ofertas con respecto a cómo se definen las personas naturales, así como frente a los requisitos y restricciones sustanciales asociados a las ofertas”. (7) Se hace énfasis en las pruebas de necesidad económica, mientras que el tema del otorgamiento de visas y permisos de trabajo queda poco claro. Además, las ofertas de los países desarrollados abarcan sobre todo a trabajadores calificados, dejando afuera a otros trabajadores menos calificados.

Agenda de desarrollo relegada

Al igual que la Declaración de Doha en 2001, el acuerdo marco de julio pasado le presta poca atención a las preocupaciones centrales de los países en desarrollo.

  1. Hay temas del acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados al Comercio (ADPIC/TRIPS) pendientes de resolución, tales como la revisión del Artículo 27.3(b) que prohíbe patentar seres vivos y sus partes; la relación entre los ADPIC y el Convenio de Biodiversidad; y la protección del conocimiento tradicional y el folclor. No obstante, el paquete de julio solamente afirma que se debe proseguir con las negociaciones sin fijar metas específicas, excepto que los Miembros presenten ofertas nuevas o revisadas en mayo de 2005. Tampoco establece directrices para una revisión del Artículo 31(f) del acuerdo sobre los ADPIC, a fin de que se institucionalice lo expresado en la Declaración de Doha respecto a que los problemas de salud pública deben tener prioridad por encima de los derechos de propiedad intelectual.

  1. La institucionalización del Trato Especial y Diferenciado –un principio clave del desarrollo—está más distante que nunca, ya que el paquete de julio sólo prevé que se continúe trabajando sobre los temas pendientes. El motivo de dicha falta de movimiento en esta área es que “los países desarrollados se niegan a permitir que el Trato Especial y Diferenciado (TED) empiece a operar efectivamente hasta que los países en desarrollo más avanzados hayan sido descalificados como beneficiarios de tal trato. Esa premisa condicionante es totalmente equivocada, ya que todos los países en desarrollo necesitan TED en virtud de la pobreza generalizada que padecen y la necesidad de proteger las industrias nacientes en esos países. Negarles el TED equivaldría a patearles lejos la escalera del desarrollo”. (8)

  1. La aplicación ha sido un tema candente para la mayoría de los países en desarrollo, debido al complicado proceso –y para muchos, el elevado costo—que supone ajustar sus políticas, leyes y reglamentos de comercio para hacerlos “compatibles con la OMC”. Sin embargo, el paquete de julio no menciona ningún asunto de aplicación que tenga importancia para los países en desarrollo. El único asunto de aplicación que se trata explícitamente es uno que preocupa principalmente a los países desarrollados: la extensión de protecciones adicionales para las indicaciones geográficas de mercancías distintas a los vinos y licores.

Proceso: intimidar y marginar al Sur

¿Cómo pudo llegarse a un acuerdo de este tipo después de Cancún, cuando los países en desarrollo parecían haber empezado a modificar el equilibrio de fuerzas?

La respuesta es: retomando el control del proceso negociador mediante la táctica de ‘dividir para vencer’ y otras tácticas injustas, pero sobre todo gracias a un golpe institucional. En palabras de Oxfam International “La reunión del consejo [de julio de 2004] estuvo […] marcada por un proceso poco transparente y muy excluyente, dominado por las grandes potencias comerciales y caracterizado por la precipitación, presiones y juegos de poder”. (9) La lección que hay que aprender es que: los procedimientos de la OMC están claramente cargados en contra del Sur.

Dividir y neutralizar al G20

El G20, un grupo liderado por grandes países en desarrollo, «rompió el monopolio de los EEUU y la UE en las negociaciones sobre comercio», según afirmó el embajador brasileño Clodoaldo Hugueney en el Foro Social Mundial de Bombay, en enero de 2004. Pero el G20 no estaba solo. El G-33, formado principalmente por países agrícolas más pequeños, y el G90, creado en oposición a los nuevos temas, también desempeñaron papeles importantes. (10)

Al principio la respuesta de EEUU fue seguir un rumbo unilateral fuera de la OMC, mediante una estrategia a dos puntas: tejiendo por una lado tratados de libre comercio bilaterales y regionales, y destruyendo al mismo tiempo al G20. (11) Pero esa doble estrategia de Washington ya daba muestras claras de no estar funcionando en el segundo semestre de 2004. El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que EEUU perseguía no se materializó en la cumbre ministerial de Miami en noviembre de 2003, y también empezó a darse cuenta que los acuerdos bilaterales podían completar, pero nunca sustituir, un marco general de libre comercio multilateral que promoviese los intereses comerciales de las grandes empresas multinacionales. Además, a pesar de algunas deserciones iniciales, el G20 se mantuvo firme.

Para poner de vuelta en marcha a la OMC, Washington cambió de táctica en estrecha colaboración con Bruselas. En vez de tratar de destruir o debilitar al G20, se movilizaron para incorporar a los líderes de ese agrupamiento –Brasil y la India—como actores centrales de las negociaciones sobre agricultura, donde residía el obstáculo principal a cualquier nuevo avance del proceso de liberalización. Así, a principios de abril se creó el grupo informal conocido como de “las cinco partes interesadas” (FIP, por su sigla en inglés, o P5), compuesto por los EEUU, la UE, Australia , Brasil y la India. El objetivo visible era organizar y simplificar el debate, haciendo que Brasil y la India “representaran” a cerca de 100 países en desarrollo que intervienen en esas negociaciones. En síntesis, este grupo FIP debía oficiar de cierta manera como una nueva ‘sala verde’, pero con muchos menos delegados de los países en desarrollo que en una reunión normal de ‘sala verde’. Tim Groser, presidente del Comité de Agricultura de la OMC, preparó el texto sobre agricultura del acuerdo marco de julio en estrecha colaboración con este grupo exclusivo.

Parece que la estrategia de EEUU y la UE era incorporar a Brasil y la India al grupo central de países clave en las negociaciones, y allí asentir a las reivindicaciones principales de estos dos países para separarlos del resto de los países en desarrollo. La principal reivindicación de la India era evitar la llamada “fórmula suiza” de reducción arancelaria, que le implicaría recortes mayores en sus aranceles agrícolas más elevados, en comparación con los recortes de otras líneas arancelarias. En esta área la India se entendía bien con la Unión Europea. Según un negociador de un país en desarrollo, el objetivo principal de la India en la reunión del Consejo General era proteger sus aranceles, y no iba a presionar mucho sobre la eliminación de los subsidios agrícolas para no perder el apoyo de la UE en el tema arancelario. (12) Tanto la UE como la India estaban satisfechas con el enfoque de la ‘Ronda Uruguay’ en materia de recortes de aranceles, que supondría fijar un porcentaje promedio de reducción para el conjunto de los productos agrícolas, sin “discriminar” en contra de los aranceles más altos. Consideraban que este tipo de fórmula les permitiría mantener niveles arancelarios suficientemente elevados para que sus productos más protegidos sobreviviesen a otra ronda de reducciones. Sin embargo había países en desarrollo para quienes incluso este enfoque tipo ‘Ronda Uruguay’ sería demasiado drástico, por ejemplo Honduras, Sri Lanka e Indonesia.

Entretanto, la principal preocupación de Brasil era eliminar los subsidios agrícolas, y en ese terreno consiguió lo que quería –o más bien creyó haberlo conseguido . El texto final del Acuerdo Marco afirma la eliminación gradual de los subsidios a la exportación así como de ciertas categorías de créditos a las exportaciones. Se dice que el gran beneficiario de la eliminación gradual de esos subsidios será Brasil, que según algunas estimaciones obtendría ganancias por unos US$ 10.000 millones. Según el Ministro de Relaciones Exteriores brasileño Celso Amorín, la decisión de julio marcó el “principio del fin” de los subsidios a la exportación. Sin embargo, los “beneficios” que supuestamente recibiría Brasil no están asegurados a menos que queden plasmados en la siguiente etapa, cuando se negocien las modalidades. Asimismo, la fecha final específica para la eliminación de los subsidios a la exportación sólo se definirá en la siguiente fase de las discusiones. Además, incluso si se llegase a concretar dicha supuesta eliminación de subsidios a la exportación, la UE es ya bien conocida por reemplazar los subsidios a la exportación con subsidios indirectos, por la vía de pagos directos a los agricultores según las normas que rigen para el llamado ‘compartimiento verde’. Ésta es también la intención de la actual reforma de la Política Agrícola Común (PAC). Más aún, el Acuerdo Marco deja intacto el compartimiento Verde, que incluye hasta el 70 % del total de los subsidios de Estados Unidos. Ni siquiera el analista más optimista puede decir con certeza que los niveles generales de apoyo de los dos gigantes agrícolas van a caer. En realidad, se pronostica que los niveles de subsidio se mantendrán, si es que no aumentan.

No es que la India y Brasil no fueran sensibles a los reclamos de otros países en desarrollo. De hecho, consultaron a los distintos agrupamientos de países en desarrollo, y recibieron una buena nota por ello. Sencillamente, lo que ocurrió fue que al tornarse actores centrales de la formulación del acuerdo marco propuesto, Brasil y la India se colocaron en una situación imposible. Y a medida que los intereses de la reunión se apartaban más de una estrategia para promover los intereses del conjunto de los países en desarrollo, más pregonaron Brasil e India que el acuerdo marco era una victoria para el Sur. Que muchos países en desarrollo tardasen semanas tras el acuerdo de julio en percatarse de que realmente se les había engañado, da fe del prestigio del que gozan la India y Brasil entre los países del Sur.

Habiendo logrado un acuerdo marco sobre agricultura—el aspecto de las negociaciones más importante para la mayoría de los países en desarrollo—las superpotencias comerciales aprovecharon el impulso para presionar a los países en desarrollo a aceptar acuerdos sobre NAMA, servicios, facilitación del comercio y otras áreas.

Tácticas de negociación mañosas

Además de amenazas disfrazadas y juegos de poder, otro de los motivos del revés para los países en desarrollo fue la astuta estrategia negociadora de EEUU y la UE. Las acciones de las superpotencias comerciales estaban calculadas para poner a los países en desarrollo a la defensiva. Gracias a su trabajo conjunto y coordinado, EEUU y la UE le sacaron ventaja en las negociaciones a un conjunto de países mucho más grande, cuyos muchos y diversos intereses requerían mucho esfuerzo para ser conciliados en posturas negociadoras comunes.

Un ejemplo del uso habilidoso que hizo Washington de su ventaja negociadora fue su estrategia en torno a la caja azul en las discusiones sobre agricultura. A fin de obtener una nueva caja azul ampliada , Washington distrajo la atención de los países en desarrollo, reclamando primero que éstos redujeran sus apoyos internos de minimis , es decir el porcentaje permisible de subsidio a su producción agropecuaria. Puestos a la defensiva, los países en desarrollo tuvieron que utilizar mucha energía justificando sus subsidios, de tal forma que a la postre se sintieron aliviados cuando EEUU dio un paso atrás y aceptó un arreglo sobre el tema, a cambio de que dichos países aceptaran la ampliación de la caja azul.

Asimismo, inmediatamente antes de la reunión del Consejo General, la UE presentó de improviso la categoría de “productos sensibles” para proteger de rebajas arancelarias significativas a entre el 20% y el 40% de sus productos agropecuarios. Preocupados porque la UE decidiera bloquearles su propia reivindicación de protección para “productos especiales” o esenciales para su seguridad alimentaria, los negociadores de los países en desarrollo le dieron su consentimiento a la nueva propuesta de la UE.

Golpe institucional

En materia de procedimiento, sin embargo, la victoria más importante de las superpotencias comerciales probablemente haya sido desplazar el verdadero centro de toma de decisiones, de la cumbre ministerial al Consejo General—aunque esto, naturalmente, lo hayan logrado con el apoyo de gobiernos influyentes como los de Brasil y la India.

Tras el colapso en Cancún, los gobiernos de los países desarrollados se dieron cuenta que siendo el principal mecanismo de toma de decisiones en la OMC, la Conferencia Ministerial es también su principal punto débil. La norma de funcionamiento por consenso con que opera la OMC—un proceso que ha sido manejado por el denominado grupo “Quad” de países integrado por EEUU, la UE, Japón y Canadá—funciona bien en entornos reducidos y no transparentes. (13) Pero en reuniones más amplias y abiertas puede convertirse en un desastre.

Las superpotencias comerciales se dieron cuenta que las ministeriales suponen un riesgo de fracaso por los varios motivos:

•  Atraen a ciudadanos y a grupos de la sociedad civil, de modo que los negociadores se ven sometidos a presión popular.

•  Aseguran la presencia de la prensa, y por ende los procedimientos no pueden ser tan opacos como suelen.

•  Ponen de manifiesto la contradicción entre las sesiones oficiales –que se reservan para hacer discursos—y las reuniones informales donde se toman las verdaderas decisiones, lo que expone a la organización a acusaciones de ser opaca y antidemocrática.

•  Congregan a representantes de los gobiernos nacionales tales como ministros de comercio o de medio ambiente, muchos de los cuales son más sensibles a la presión popular que los negociadores apostados en Ginebra, y no están acostumbrados a la cultura ginebrina de negociaciones.

La interacción de estos elementos produjo el colapso de la tercera ministerial en Seattle y la quinta en Cancún. En Seattle fue especialmente decisivo el papel de las movilizaciones de la sociedad civil. La ausencia de ese elemento fundamental—las movilizaciones de la sociedad civil—en Doha (Qatar) contribuyó a que esa conferencia ministerial fuera controlable y “exitosa”, pero desastrosa para los países en desarrollo. (14)

Con la lección de Doha como antecedente y con el consentimiento de países influyentes como Brasil y la India, las superpotencias comerciales manipularon el proceso para que el Consejo General, que se reúne en Ginebra, tomase todas las decisiones importantes que tradicionalmente tomaba la conferencia ministerial. La reunión del Consejo General en Ginebra en pleno verano estaba integrada sobre todo por negociadores profesionales y otros representantes gubernamentales de rango inferior al ministerial. De hecho se dice que sólo había unos 40 representantes de rango ministerial entre los 147 presentes. También importante es que apenas había un puñado de organizaciones de la sociedad civil, y que la policía suiza le impidió a las pocas que estaban allí que se manifestasen. A muchas de ellas también se les prohibió estar presentes en las reuniones de la OMC, reduciendo así enormemente su interacción con los delegados.

En ese sentido, la reunión de julio del Consejo General fue realmente un verdadero golpe institucional que podría sentar antecedentes para la toma de decisiones en la OMC en el futuro. UNCTAD advierte que:

“El hecho que […] el Acuerdo Marco se haya aprobado en el ámbito del Consejo General con escasa participación ministerial suscita preguntas interesantes con respecto al papel relativo de las Conferencias Ministeriales. Teniendo en cuenta los fracasos de Seattle y Cancún, es posible que el papel futuro de las conferencias ministeriales esté cada vez más orientado a realizar un balance y darle impulso a las negociaciones, y darle el visto bueno político a los acuerdos ya negociados previamente en el Consejo General. Existe por tanto la posibilidad muy real de que la sexta ministerial en Hong Kong se transforme en una sesión de valoración y balance de las negociaciones, y que la verdadera toma de decisiones tenga lugar en una reunión del Consejo General poco antes o después de la ministerial”. (15)

Por una estrategia de descarrilamiento para Hong Kong

La dinámica que se puso en marcha con el Acuerdo Marco de julio hace que sea sumamente improbable que los países en desarrollo obtengan una decisión ministerial favorable a sus intereses. La guerra psicológica tan notoria en la etapa preparatoria del acuerdo de julio ya está empezando a funcionar de nuevo. Ya hay grupos de países desarrollados que han señalado en tono de advertencia que a menos que los países más pobres mejoren sus ofertas de servicios, “Hong Kong fracasará”. (16) En una reunión reciente en Mombasa, Kenia, los países en desarrollo se toparon con la misma respuesta frente a sus reclamos de avance en el tema del trato especial y diferenciado (TED): los países en desarrollo más avanzados tienen que quedar descalificados del TED. (17) Además tampoco hay ninguna señal de que la UE esté dispuesta a fijar en Hong Kong una fecha concreta para eliminar los subsidios a la exportación. (18) Estados Unidos por su parte ha reiterado que no tiene intención de hacer concesiones en las negociaciones del AGCS/GATS con respecto al movimiento de las personas (Modo 4). (19)

Por desgracia la “guerra psicológica” de EEUU y la UE está haciendo mella en el Sur. En lugar de oponerle resistencia a las presiones del Norte, en la declaración final tras su reunión en Nueva Delhi la tercera semana de marzo de 2005 el G20 señaló que cualquier acuerdo sobre modalidades en la cumbre de Hong Kong debe ser compatible con el Acuerdo Marco de julio y con la Declaración de Doha; que las negociaciones sobre agricultura tienen que “intensificarse para estimular el avance de las negociaciones en todas las demás áreas” (un reclamo reiterado de EEUU y la UE); y que para la reunión del Consejo General en julio de 2005 debe estar lista una primera “aproximación” de las modalidades.

Siendo tan pocas posibilidades de concluir la Ronda Doha con un resultado favorable a los países en desarrollo, la única estrategia válida es evitar un acuerdo ministerial que simplemente perpetúe las desigualdades del sistema actual. En Cancún los países en desarrollo y la sociedad civil finalmente se convencieron de que era mejor no llegar a ningún acuerdo que aprobar un acuerdo malo. Ahora que el acuerdo de julio ya sirve de marco de referencia para el documento de la ministerial de Hong Kong, la estrategia de procurar el descarrilamiento de la Conferencia Ministerial es más válida que nunca. Es mejor no llegar a ningún acuerdo que aprobar un acuerdo malo, puesto que el único acuerdo posible es uno que consolidaría aún más el subdesarrollo, la marginación y la pauperización del Sur.

Nuestros puntos débiles

Sin embargo, para llevar a cabo exitosamente esta estrategia necesitamos antes que nada reconocer los puntos débiles que muestran las fuerzas pro-desarrollo.

En primer lugar, la frágil unidad de los países en desarrollo, que EEUU y la UE pudieron explotar cooptando a Brasil y la India para el FIP o P5.

En segundo lugar, aunque la coordinación de la sociedad civil mundial ha sido impresionante durante las cumbres ministeriales, ha faltado continuidad y seguimiento entre una y otra ministerial, y esta falta será especialmente preocupante en los meses anteriores a Hong Kong. El motivo es que aún hay muy pocas campañas y organizaciones nacionales de la sociedad civil relacionadas con la OMC que puedan presionar consistentemente a sus respectivos gobiernos.

En tercer lugar, las negociaciones del Acuerdo Marco de julio han mostrado la preocupante falta de capacidad de movilización de la sociedad civil en Ginebra, que pudiera coordinarse con los esfuerzos de cabildeo que allí realizan algunas de nuestras organizaciones. Zanjar este vacío será importantísimo durante las reuniones clave de los Comités de negociaciones que se realizarán en Ginebra para desarrollar y darle cuerpo al Marco de julio con metas concretas y aclaraciones sustantivas antes de Hong Kong.

Por último, Hong Kong nos exigirá, seguramente en mayor grado que otras ministeriales, el máximo nivel de coordinación entre las acciones de cabildeo a las delegaciones desde adentro, las protestas dentro de la sede de la cumbre, y las protestas callejeras externas. Un elemento preocupante durante las movilizaciones de Cancún fue la incapacidad de algunas de las redes de base del país anfitrión para coordinarse entre sí, aunque afortunadamente esto no impidió la acción conjunta sobre el terreno.

No a una ministerial de “valoración y balance” de las negociaciones

Si el objetivo estratégico principal es descarrilar la Conferencia Ministerial, entonces es importante en primer lugar asegurarnos que la cumbre sea un lugar de toma de decisiones, y que los países desarrollados no la conviertan en un ejercicio de valoración y balance de las negociaciones, cuyos aportes se verterían a una reunión del Consejo General como la de julio de 2004. No debemos subestimar este peligro puesto que, como ya dijimos, las grandes potencias comerciales se han vuelto paranoicas respecto al modo imprevisible en que las grandes movilizaciones pueden influir las posturas de los países en desarrollo en momentos cruciales durante las negociaciones.

Impedir el consenso

Suponiendo que la Conferencia Ministerial siga siendo una instancia cumbre de toma de decisiones, el movimiento debe centrarse en el principal punto vulnerable del proceso decisorio de la OMC: la norma del consenso. En concreto, implicará impedir que surjan consensos ni antes ni durante la reunión de Hong Kong, en ninguna de las áreas clave de las negociaciones. Cuanto antes consigamos que se atoren las negociaciones, mejor para los países en desarrollo.

Consignas y ejes temáticos, algunas sugerencias

La estrategia de provocar el descarrilamiento de la cumbre impidiendo el consenso requerirá trabajar a muchos niveles, que será necesario articular entre sí. De ahí la importancia de contar con consignas que sinteticen los objetivos de la campaña. He aquí unos ejemplos que podrían servir:

•  Descarrilemos la Ronda de Doha contra el desarrollo

•  Descarrilemos la ministerial de Hong Kong contra el desarrollo

•  Desechar el Acuerdo Marco de julio de la OMC contra el desarrollo

•  No más negociaciones para un Acuerdo sobre Agricultura

•  No a los procesos antidemocráticos y opacos de toma de decisiones en la OMC

•  Detengamos el Programa de Doha para las Empresas

Los ejes temáticos fundamentan o desarrollan la lógica subyacente a las consignas. Deben sintetizar convincentemente lo que es reprobable en el Acuerdo Marco de julio, que será el contexto en el que se desarrollarán tanto las discusiones actuales en comités y mini-ministeriales previas a Hong Kong, como en la propia cumbre. Basándonos en el análisis expuesto hasta aquí, proponemos los siguientes ejes temáticos:

  1. El acuerdo marco sobre agricultura no es más que un gigantesco emprendimiento de dumping dirigido contra los países en desarrollo, que exacerbará la expulsión masiva de pequeños agricultores que ya está provocando el acuerdo agrícola vigente.

  1. El NAMA (acceso al mercado de productos no-agrícolas) es una receta para la desindustrialización de los países en desarrollo, el aumento del desempleo y la quiebra de empresas nacionales pequeñas, medianas e incluso grandes.

  1. El acuerdo marco de julio somete a los países en desarrollo a una presión injustificada para que abran sus mercados de servicios a la competencia con grandes empresas transnacionales que a la postre se los adueñarán.

  1. Las negociaciones sobre ‘facilitación del comercio’ son la punta de lanza para otros ‘temas nuevos’ más peligrosos (inversiones, política de competencia, contratación pública).

  1. El acuerdo marco de julio atiende las prioridades de los países desarrollados y hace caso omiso de las principales preocupaciones de los países en desarrollo, que son el trato especial y diferenciado y las cuestiones de aplicación.

Epicentros de la lucha

Descarrilar la Conferencia Ministerial será una operación compleja que supondrá coordinar campañas de masas en el ámbito nacional con acciones de cabildeo y movilizaciones en Ginebra, confluyendo en un trabajo coordinado de acciones de cabildeo y movilizaciones de masas en Hong Kong y otros lugares durante la cumbre a mediados de diciembre.

Ginebra

El trabajo en Ginebra es prioritariamente de cabildeo y presión a los negociadores y la secretaría de la OMC, aunque no hay que subestimar la importancia de la presión de las organizaciones y movimientos de base, especialmente en momentos estratégicos durante las negociaciones. Lo que sigue son las principales tácticas de cabildeo y presión recomendadas:

•  Hacer énfasis y resaltar con energía los cuestionamientos respecto al proceso y la democracia interna, denunciando que el Consejo General usurpa las funciones de la Conferencia Ministerial. Denunciar y oponer resistencia a las iniciativas que pretenden convertir la ministerial de Hong Kong en una sesión de ‘valoración y balance’ de las negociaciones, en lugar que una sesión de adopción de decisiones.

•  Empantanar las discusiones del Consejo General y los distintos comités clave (agricultura, NAMA, facilitación del comercio y AGCS) a medida que se desarrollan las negociaciones. Desde luego, esto hay que hacerlo en coordinación con campañas de masas a escala nacional orientadas a presionar a los negociadores para que no cedan en temas ni de fondo ni de procedimiento , impidiendo así el avance del proceso.

•  Presionar a la India y a Brasil para que rescindan su participación en el FIP, y presionar a todas las Partes (por ejemplo al G20 y la UE) para que desmantelen el FIP. Para lograr esto hay que alentar a otros países en desarrollo a hablar abiertamente en contra del FIP como foro principal donde se negocian los intereses agrícolas de todos los países en desarrollo. Esto es bastante urgente, ya que el proceso FIP se puso de nuevo en marcha tras la reunión mini-ministerial en Kenia a principios de marzo, repitiendo en buena medida la misma dinámica que antes. Como advierte un informe de actualidad preparado por el proyecto TIP ( Trade Information Project ) del IATP ( Institute for Agriculture and Trade Policy) sobre lo sucedido en Ginebra, el proceso no sólo conlleva peligros para las negociaciones sobre agricultura: “Algunas fuentes en Ginebra afirman que este tipo de proceso—posiblemente añadiendo unos pocos países clave—es percibido como un modelo viable para otras áreas de negociación como el NAMA. Este enfoque de las negociaciones pone en evidencia la tendencia creciente de los miembros de la OMC a llevar a cabo negociaciones supuestamente en nombre de todos, pero que en realidad reflejan únicamente los intereses de las grandes potencias”. (20)

•  Oponerse a la realización de nuevas reuniones “mini-ministeriales” y otros procesos informales de toma de decisiones. Justificadas como necesarias para facilitar el proceso negociador, las mini-ministeriales de la OMC –a las que se invita solamente a algunos países escogidos a dedo—son procesos informales que de hecho han sido utilizados para debilitar el procedimiento formal de toma de decisiones por mayoría en la OMC. No es raro que las mini-ministeriales a menudo se usen para tomar decisiones desfavorables para el Sur. (21) En el 2005 ya se han celebrado mini-ministeriales en Davos a finales de enero y en Mombasa a principios de abril. Se prepara una mini-ministerial sobre el NAMA en Tokio el 10 de abril, y otra en París los días 3 y 4 de mayo.

También hay que oponerse a las reuniones informales de toma de decisiones como son las “reuniones de altos funcionarios” o jefes de delegación. Una será organizada por Canadá en Ginebra los días 18 y 19 de abril, donde se supone que participarán unos 30 países.

Esta proliferación de reuniones informales dominadas por el Norte muestra que, a medida que se acerca Hong Kong, el proceso de toma de decisiones se va tornando más informal y opaco para ocultar las presiones crecientes a las que están sometidos los países en desarrollo para que hagan concesiones.

•  Presionar a Brasil y la India para que no tomen más iniciativas unilaterales, y que coordinen sus acciones cuidadosamente no sólo con el resto del G20, sino con otros bloques como el G33 y el G90.

•  Presionar al G20 para que adopte una postura colectiva firme, especialmente en contra del acuerdo marco sobre agricultura y el NAMA.

•  Presionar al G33 para que proteste enérgicamente y se oponga con firmeza a la iniciativa de la UE de imponer la categoría de ‘productos sensibles’, y para que denuncie la falta de compromiso real de los países desarrollados con respecto a los mecanismos de salvaguardia especial y los productos especiales.

•  Presionar sobre todo al G90 para detener las negociaciones sobre facilitación del comercio, mostrando que esto no es más que la punta de lanza para el ingreso del resto de los nuevos temas, que son más peligrosos.

•  En vista de la importancia central de las negociaciones en Ginebra, construir un comité/red local de movilización que también pueda contar con otros grupos europeos para organizar grandes manifestaciones y otras acciones de masas tanto en Ginebra como en Bruselas.

Campañas nacionales masivas

En este ámbito las prioridades deberían ser las siguientes:

•  Denunciar la agenda de las multinacionales que subyace al acuerdo sobre agricultura, NAMA y AGCS.

•  Concentrarse en construir amplias campañas de masas contra el Acuerdo Marco de julio. Esto supone conseguir que las ONG que trabajan en temas relacionados con la OMC colaboren más estrechamente con los sindicatos, las organizaciones campesinas y otros movimientos sociales.

•  Crear o consolidar el trabajo de cabildeo a los legisladores y organismos de comercio, y coordinarlo con las campañas nacionales masivas.

•  Coordinar el trabajo de cabildeo en el ámbito nacional y las campañas nacionales masivas con el trabajo de presión a los negociadores gubernamentales en Ginebra, en coyunturas críticas.

•  Trabajar con los medios de comunicación para que informen más críticamente sobre los procesos de la OMC.

Hong Kong, Día-D, diciembre de 2005

No hay que entender Hong Kong como el comienzo, sino como la culminación de un proceso internacional que comenzó meses antes.

Como en Cancún, la cantidad de gente será decisiva. Por ende no hay que ahorrar esfuerzos para atraer a manifestantes de todas partes del mundo, especialmente del noreste y el sudeste asiático, y del propio Hong Kong. Movilizar a gran cantidad de gente para ir a Hong Kong debe ser una de las prioridades centrales de las campañas nacionales masivas, especialmente las del noreste y el sudeste asiático. Debe haber grandes manifestaciones de masas en otras partes del mundo, junto con actos de desobediencia civil, y estas acciones deben estar sincronizadas con las acciones de Hong Kong.

Debemos prepararnos no sólo para las manifestaciones y sesiones de información, sino también para acciones de desobediencia civil a gran escala. En este sentido los organizadores deben estar dispuestos a apelar a la retórica de las autoridades de Hong Kong sobre el respeto de los derechos individuales y civiles, de modo que se abra el máximo espacio posible para las distintas variedades de acción de masas.

Siguiendo con la exitosa estrategia de la red OWINFS (Our World is Not For Sale—Nuestro Mundo No Está en Venta) en Cancún, debe haber una coordinación eficaz y flexible entre la estrategia de cabildeo al interior de la Conferencia Ministerial, las protestas ciudadanas dentro de la sede misma de la cumbre, y las manifestaciones y acciones de desobediencia civil de masas fuera de la sede.

Debemos promover a la Hong Kong People’s Alliance (HKPA—Alianza popular de Hong Kong contra la OMC) como centro de coordinación de las acciones más importantes.

El principio rector de las acciones de masas y del cabildeo debe ser una amplia coordinación unitaria con flexibilidad táctica.

No olvidar el segundo frente

Al tiempo que convertimos la cumbre de Hong Kong en un objetivo principal, debemos tener en cuenta que la OMC no es más que uno de los dos frentes en los que las superpotencias comerciales intentan imponer su programa de liberalización del comercio. El otro frente es el de los acuerdos regionales y los tratados bilaterales como el ALCA y el tratado de libre comercio EEUU- Tailandia. La tendencia es preocupante. Hoy ya hay 215 acuerdos comerciales regionales en vigor, y se espera que esa cifra exceda los 300 para el año 2007. (22) Muchos de ellos son acuerdos regionales Norte-Sur en los que “las negociaciones suelen resultar en mayor apertura de los mercados y mayores exigencias regulatorias que en las negociaciones multilaterales”. (23) Por eso, aun cuando nos concentremos en la OMC no debemos bajar la guardia contra las iniciativas de los países desarrollados para acorralar a los países en desarrollo en tratados de libre comercio (TLC) bilaterales y regionales.

No obstante no debemos llevarnos a engaño pensando que la OMC es más aceptable que los TLC bilaterales y regionales porque es un foro multilateral con “normas universales” que todos los países, grandes y pequeños, se supone que deben cumplir. A juzgar por la tendencia reciente de las diplomacias estadounidense y europea, los TLC bilaterales y regionales deben percibirse como complementarios y no contradictorios con la OMC, en su condición de herramientas para la promoción y el avance de los intereses de las potencias comerciales. La OMC fija un nivel básico inicial de liberalización obligatoria, a partir del cual los TLC regionales y bilaterales suelen plantearse metas de liberalización más profundas y abarcativas.

Alternativas

La estrategia de descarrilamiento suscitará la pregunta inevitable sobre cuál es la alternativa. Éste, desde luego, es un trabajo en construcción, aunque muchos de nosotros quizás ya podamos proponer estrategias tentativas. Si este tema nos ocupa y nos preocupa, seguramente sea importante hacer hincapié en las siguientes ideas directrices que actualmente orientan la formulación de alternativas:

•  la OMC es una organización bastante joven, y el comercio mundial funcionaba relativamente bien sin una institución y un sistema de normas centralizados antes de su creación en 1995;

•  la alternativa a una institución mundial centralizada como la OMC no es el “caos”, como quieren hacernos creer las grandes potencias comerciales, sino más espacio político e institucional que le permita a los países adoptar diversas estrategias nacionales que respondan a los valores, prioridades y ritmos de sus distintas sociedades, en vez del modelo neoliberal de ‘talle único’ que impone la OMC;

•  los intereses de los países en desarrollo pueden resguardarse mejor mediante un sistema plural de gobierno económico, en el que muchas instituciones como la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los acuerdos multilaterales sobre el medioambiente (AMUMA), los bloques económicos regionales y una OMC radicalmente reducida y desempoderada constituyan un mecanismo de equilibrio de poderes y controles mutuos que le brinde de ese modo a los países un ‘espacio para el desarrollo’;

•  un posible elemento importante de la alternativa al modelo de gobierno de la globalización neoliberal centrado en la OMC pueden ser los bloques económicos regionales fundados en el principio de subordinación del comercio a las necesidades del desarrollo, y que coordinen asimismo la actividad económica más allá del comercio, siempre respetando el principio de subsidiariedad (es decir, que la producción esté radicada localmente en la mayor medida de lo posible).

Conclusiones

Hay mucho en juego a medida que nos aproximamos a Hong Kong. Un resultado posible es que la OMC finalmente se consolide como la locomotora de la liberalización del comercio y otras áreas clave de la actividad económica como las inversiones. Otro resultado posible es que fracase por tercera vez y quede permanentemente incapacitada como agente del programa neoliberal. Hong Kong podría ser el Es talingrado de la OMC, su punto de inflexión, cuando la presión para hacerla retroceder empieza a predominar y adquiere un impulso imparable. El resultado, en gran medida, depende de nosotros—nuestro compromiso y dedicación, nuestra estrategia, nuestras tácticas.

* Focus agradece a Aileen Kwa y Alexandra Strickner por su ayuda en la preparación de este documento. Este artículo fue publicado originalmente en Focus on Trade # 108 , en abril de 2005. Ver http://www.focusweb.org

Notas

. C. Fred Bergsten, director del Institute of International Economics , declaración ante el Senado de Estados Unidos, Washington DC, 13 de octubre de 1994.

2. Oxfam International, “ Arrested Development? WTO July Framework Agreement Leaves Much to be Done ” (¿Desarrollo frenado? El Acuerdo Marco de julio de la OMC deja mucho por hacer), agosto de 2004, página 1.

3. Muchas organizaciones de la sociedad civil consideran que el problema del acuerdo agrícola va más allá de los intentos de la UE y los EEUU de mantener sus subsidios. Argumentan que aunque EEUU y la UE eliminasen sus programas de ayudas y subvenciones, el sistema de libre comercio mundial resultante sería perjudicial para los pequeños agricultores que se verían obligados a dejar de producir para el mercado interno para competir en cambio en el mercado internacional. En este proceso las economías de escala, la necesidad de capital y la penetración efectiva de los mercados desencadenaría un proceso de concentración que desplazaría a los pequeños agricultores y llevaría a la concentración de la producción en manos de las grandes agroindustrias. Por otra parte, bajo el régimen de la OMC los pequeños agricultores también seguirían estando sometidos a un sistema de patentes que no les beneficia, sino que beneficia a las agroindustrias del Norte. Por estos motivos muchas organizaciones de agricultores como La Vía Campesina ya no consideran que la OMC sea el entorno adecuado para promover los intereses de los pequeños agricultores, ni del Norte ni del Sur.

4. UNCTAD “ Review of Developments and Issues in the Post-Doha Work Program of Particular Concern for Developing Countries: a Post-UNCTAD XI Perspective ” (Estudio de evoluciones y temas en el programa de trabajo pos-Doha que tienen especial relevancia para países en desarrollo: perspectiva pos-UNC