por Josep Maria Antentas y Josu Egireun*

 

El grupo artístico Tekpatl Sin Fronteras, compuesto por universitarios de la UNAM que rindieron su homenaje particular a Lee Kyung con un mural, escribieron sobre el: En el agua, la paciencia / en el viento, la ilusión / en la tierra, la esperanza/ en el futuro, el corazón

La 5ª Cumbre ministerial de la OMC situaba al movimiento contra la globalización neoliberal ante un doble reto: por una parte, hacer fracasar la cumbre tras el desastre de Seattle y el paréntesis de Doha; y, por otro, profundizar en la coordinación y la articulación de los movimientos sociales, en especial a partir de la red de movimientos puesta en marcha en Porto Alegre, que en Cancún tenía su primera experiencia práctica después del Foro Social Mundial.

La situación era contradictoria: por una parte, la falta de consenso previo a la cumbre en la propia OMC hacía planear el fantasma de Seattle sobre Cancún. Además, la constitución del grupo de los 21 encabezado por Brasil, que actuaba como un ariete contra la línea de flotación del dúo EEUU-UE, creaba condiciones favorables para el movimiento; pero, por otra, la debilidad de los efectivos desplazados hacia Cancún, debido en parte al emplazamiento geográfico de la ciudad, y la división interna entre los movimientos mexicanos expresada, sobre todo, a través del Foro Internacional Indígena y Campesino y el Foro de los Pueblos, limitaba en parte el potencial del movimiento. El grueso de los militantes desplazados a Cancún provenían, lógicamente, del mismo México, pero también cabe destacar una significativa presencia de norteamericanos, básicamente de o­nGs y de grupos de acción directa no violenta, así como una importante delegación surcoreana, con unos 180 miembros, que se convertiría en la protagonista estrella de la contra-cumbre. El numero de europeos desplazados hasta Cancún fue, en cambio, muy reducido, casi testimonial.

En un plano más general, la cumbre de la OMC llegaba en un momento general también contradictorio. Por un lado, existe una creciente crisis del capitalismo y de las políticas neoliberales, para las cuales las horas parecen correr en sentido contrario, y un aumento de las resistencias sociales, pero, al mismo tiempo, las victorias concretas conseguidas por los movimientos sociales, a nivel nacional o mundial, siguen siendo muy escasas. La cumbre empezaba también con la sensación que Irak puede irse convirtiendo en un pantano para quienes tomaron la iniciativa de invadirlo, si bien es difícil pensar que el movimiento antiglobalización pueda volver a repetir la función tractora que desempeñó el 15 de febrero pasado.

Las movilizaciones en Cancún confirmaron, precisamente, que en la vinculación entre la lucha contra la guerra y las políticas neoliberales queda mucho por hacer. Aún cuando la lógica de la guerra ha estado muy vinculada a la denuncia de las políticas neoliberales e, incluso, una de las líneas críticas contra la OMC es que el desarrollo de sus políticas conduce a la militarización del planeta, como la vía para imponer el dominio político, económico y militar de las potencias sobre el resto de países; aún cuando uno de los logros del movimiento contra la globalización neoliberal ha sido desencadenar la mayor movilización jamás vista contra una guerra anunciada, la traducción del caudal político contra la guerra en una movilización social contra las políticas neoliberales ha sido muy limitada.

Por un lado, pesan aún los años de derrota política del movimiento obrero ante las políticas neoliberales así como las políticas dominantes en el las confederaciones sindicales mayoritarias. Por otro lado, el movimiento antiglobalización no fue capaz de plantear una jornada unitaria de movilización contra la OMC y la guerra entorno la cumbre de Cancún, y ha habido una cierta dispersión de esfuerzos entre la semana de protestas contra la OMC, la jornada del 27 de septiembre contra la ocupación de Irak y Palestina y, en general, ha habido muchas dificultades para introducir la cumbre de Cancún en las agendas de los movimientos sociales de cada país y para arrastrar a aquellos sectores que se movilizaron contra la guerra pero no forman parte del movimiento antiglobalización.

Con ello y todo, la movilización habida en Cancún, más de 20.000 personas enfrentando la cumbre, junto a la firme posición del Grupo de los 21 encabezado por Brasil (que al final quedo en 23), logró contribuir al fracaso de los objetivos de los EE.UU. y Europa, lo que constituye una clara victoria del movimiento, una victoria que marcará su futuro, en México y fuera de él y, que en lo inmediato, es una inyección de fuerza y moral importante para hacer frente a la cumbre del ALCA en Miami, el próximo noviembre.

Características de la movilización en Cancún

Hablar de Cancún, supone plantear como primer elemento la irrupción de las comunidades indígenas y campesinas, comprender el contexto en el que se daba la movilización y el impulso de una lucha directa, radical, diversa, y también tener presente lo que sucedía en el interior de la cumbre. Y, cómo no, pensar en el futuro.

La irrupción indígena y campesina

La movilización en Cancún se articuló a través de distintos espacios: El Foro Internacional Indígena y Campesino, el Foro de los Pueblos, el Foro Internacional de las Mujeres, el Foro Sindical Internacional organizado por los sindicatos independientes mexicanos, varias actividades organizados por o­nGs y organizaciones extranjeras, el Campamento de la Juventud formado por un par de caravanas de jóvenes y estudiantes provenientes de México DF y Chiapas, el centro de Indymedia, y también el Foro Parlamentario Internacional. Hubo también varias reuniones de coordinación de movimientos sociales, en especial sobre el tema de la guerra y también de la Red de movimientos sociales creada en Porto Alegre. A lo largo de la semana todos ellos fueron espacios de encuentro y reflexión sobre multitud de temas, si bien la dinámica real de la movilización giró en torno al día 10, soportado fundamentalmente por el movimiento indígena y campesino, y la manifestación del día 13, articulada principalmente por los sindicatos independientes, y las caravanas de estudiantes y jóvenes.

Hubo un desfase temporal importante en la llegada y partida de los principales contingentes y grupos en Cancún, de forma que no hubo un sólo gran momento cumbre de protesta sino que ésta tuvo dos momentos centrales, los días 10 y el 13. El contingente campesino realizó sus actividades los primeros días y se retiró en gran parte el día 10, mientras que otros grupos mexicanos, como los sindicatos y otros, llegaron los días previos a la manifestación del 13 o el mismo 13. Las caravanas estudiantiles y los internacionales permanecieron prácticamente toda la semana en Cancún. Del 9 al 13 un sin fin de iniciativas menores (la más fuerte la del día 9, una marcha hacia la valla que cerraba la zona oficial, de unos 1000 jóvenes), que tuvieron en jaque a la cumbre. Algunas de ellas tuvieron lugar dentro del recinto de la cumbre oficial o en la zona roja de acceso restringido, fueron las movilizaciones inside (adentro del centro de convenciones) que complementaban las outside (afuera en las calles), como las innumerables acciones de protesta dentro del Palacio de Congresos por parte de las o­nGs acreditadas, o el bloqueo por más de 4 horas de la carretera principal frente al Palacio por parte de unas 150 personas el día 12.

De todos ellos, el espacio más relevante fue el del Foro Internacional Indígena y Campesino. En parte porque el acuerdo sobre agricultura, terriblemente agresivo para las comunidades agrarias y campesinas, era la llave de todas las negociaciones en la OMC y, sobre todo, porque el movimiento indígena y campesino, en especial Vía Campesina, no sólo tuvo una comprensión política acertada de este fenómeno, sino que pudo llevar a cabo un reto que en su momento parecía inalcanzable: movilizar 10.000 campesinas y campesinos y gente de comunidades indígenas al centro de Cancún para hacer frente a la OMC, al tiempo que definir un proyecto alternativo y sellar una alianza entre el movimiento campesino y el indígena.

Un proyecto alternativo basado en la defensa de la soberanía alimentaria, la biodiversidad y los recursos naturales (semillas, agua y tierra) como bienes de los pueblos al servicio de la humanidad, y una alianza que une las luchas campesinas actuales a los 500 años de resistencia indígena y la usurpación de la tierra, pero, también, una alianza que se extiende al resto de los movimientos sociales. Fue a través del foro campesino como el EZLN unió su voz a las movilizaciones en Cancún a través de la comandante Esther, el comandante David y el subcomandante Marcos. Ésta fue la principal participación del zapatismo en Cancún, importante desde el punto simbólico y moral, pero menor a efectos reales de lo que hubiera sido deseable. La irrupción de estos 10.000 campesinos y campesinas, de las comunidades indígenas (gente humilde que tuvo que desplazarse durante más de 40 horas para acampar a la intemperie), supone un paso importante en el desarrollo del movimiento, y una de las especificidades de Cancún.

 

Las movilizaciones: una lucha directa, radical y diversa

La manifestación del día 10 fue la primera gran acción en Cancún. Pretendía mostrar la voluntad inquebrantable de los movimientos de hacer descarrilar a una OMC que llegaba tocada a Cancún. Unas 10.000 personas, en su mayoría campesinos marcharon desde la Casa de la Cultura hasta el Km. 0, inicio de la zona hotelera de acceso restringido y de la valla metálica que cerraba el paso a los manifestantes. Al llegar a la valla, el esfuerzo tenaz de docenas de manos juntas, con el impulso inicial de los campesinos coreanos, pudo abrió un boquete a valla, mostrando la decisión y empuje de los manifestantes en la primera gran acción de la cumbre. No se llegó a más porque aquello hubiese derivado en una la batalla campal entre manifestantes y policías y el objetivo no era ese. Así lo entendió Vía Campesina, que organizó una retirada ordenada de la manifestación.

 

El factor determinante de la jornada del día 10 fue, sin embargo, el suicidio de Lee Kyung Hae. Porque su muerte, la de un líder campesino llegado de Korea, de la Korean Advanced Farmers Federation, una organización moderada, galardonado en 1985 como agricultor universal por el Gobierno de Corea y la FAO, adquirió una carga simbólica decisiva: una muerte provocada por la desesperación a la que conducen las políticas de la OMC, una OMC que, como rezaron todas las pancartas (dentro y fuera de la Cumbre) a partir de ese instante, “mata campesinos”. Su muerte actuó también como catalizadora de la movilización, porque a partir de ahí los distintos asentamientos de manifestantes se convirtieron en un hervidero de discusiones y propuestas. ¿Qué hacer?, ¿Cómo?, ¿Con qué objetivos?. En los dos días posteriores, se realizaron varios actos de homenaje al hermano Lee tanto en el Km.0 (a partir de entonces rebautizado Campamento Lee, porque allí acampó la delegación de Corea) como en la Casa de Cultura –que albergaba el Foro Indígena y Campesino- y acciones de protesta en el interior de la Cumbre.

 

La muerte de Lee marcó los preparativos de la manifestación del 13, a pesar que el grueso del contingente campesino no pudo permanecer en Cancún hasta tan tarde. La forma en que el movimiento abordó la acción del día 13, tanto Vía Campesina, como los estudiantes o los grupos de acción directa fue clara. Se partía de la constatación que la movilización del día 10, el derrumbe de la verja y la muerte de Lee habían permitido acumular un capital político que no se podía echar por la borda por una mala definición de las protestas el día 13. Al mismo tiempo, estaba claro que la movilización del día 13 no podía quedar en una simple movilización que terminase en un mitin. En palabras de Paul Nicholson de Vía Campesina, se buscaba una movilización “que supusiera un salto cualitativo respecto el día 13, que transmitiera un mensaje políticamente fuerte, y que mostrara la rabia contenida de los manifestantes por la muerte de Lee”, pero que no fuera violenta para no perder el capital político acumulado.

 

Acción directa efectiva

El acuerdo al que se llegó fue el siguiente: la manifestación llegaría hasta el km. 0, donde se realizaría el mítin final, y después, los manifestantes que quisieran, con la delegación coreana a la cabeza, marcharían hasta la valla (desplazada cien metros atrás por la policía después del día 10 y convenientemente reforzada) para proceder a tumbarla mediante cuerdas. Al resto se le pidió que se quedara en el km.0 en solidaridad. Se acordó también que la primera línea de la confrontación la ocuparan las mujeres, quienes llevaban huevos para arrojarlos a la policía y tenían como misión sujetar las manos a aquellos/as que quisieran tirar piedras y sólo si no lo lograban iban a pedir la colaboración de los hombres. El servicio de seguridad corrió a cargo del Black Bloc, quienes manifestaron estar de acuerdo con el esquema de movilización en la reunión preparatoria la víspera, y su voluntad de impedir infiltraciones dentro su bloque durante la marcha.

 

La manifestación reunió a una 10.000 personas, esta vez con una composición diferente la del día 10. El contingente campesino fue más reducido, y destacaron en la marcha el amplio número de jóvenes y estudiantes, así como también una buena delegación de algunos de los sindicatos independientes y democráticos mexicanos, en especial el Sindicato Mexicano de Electricistas y en menor medida del Frente Auténtico del Trabajo y otras organizaciones.

 

Una vez llegado hasta el final, la acción en la valla funcionó a la perfección. Después de un largo trabajo, las soldaduras de la doble valla metálica que cerraba el paso saltaron por los aires arrastradas por tres grandes trenzas de cuerda de la que tiraban cientos de manifestantes y el homenaje a Lee Kyung se pudo realizar al otro lado de la verja frente a un férreo cordón policial, sin provocación ni altercados. Y allí ardieron los símbolos de la OMC y la bandera americana.

 

Esta acción, fue una buena expresión de lo que es una acción directa, que integra la movilización de masas y que sitúa el punto de inflexión no en el daño físico que puede ocasionar la acción, sino en el efecto político de la misma. En cierta medida se puede decir que haber comprendido bien ésto, haber definido dónde estaba el elemento de ruptura política y una conclusión ordenada de la misma fue el logro principal.

 

La acción se desarrolló en un contexto político muy particular, marcado por el liderazgo y la autoridad moral que la delegación coreana y el movimiento campesino obtuvo después de la muerte de Lee que permitió crear una comunidad de intereses entre los diferentes sectores que integraban la movilización del día 13. Esto, juntamente con el buen hacer de Vía Campesina y los grupos de acción directa no violenta, permitió establecer un diálogo abierto entre todos los sectores implicados en la acción con tal que no hubiera fricciones ni problemas. El único punto débil fue la no integración y participación de los sindicatos independientes mexicanos en toda la acción, que no se sintieron concernidos por la misma, quizá por falta de discusión previa.

 

La presencia del sindicalismo mexicano independiente en Cancún, aparte de su presencia en la manifestación, si realizó también a través de la organización de un Foro Sindical Internacional, con unos 300 participantes. Hubo también otros foros sindicales como el organizado conjuntamente entre la CUT brasileña, la COSATU surafricana y la KCTU coreana, “voces del sur hacia una solidaridad real norte y sur” y la Conferencia de Sindicatos Globales organizada por la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres). Ésta última tuvo una orientación moderada, y una lógica interna distinta a la del conjunto de actividades de la contracumbre.

 

Desafíos para la articulación de los movimientos

Al final, a pesar de todas las dificultades, la movilización tanto en la calle como en el interior del Palacio de Congresos y la firmeza del grupo de los 23 logró hacer fracasar la Vª Cumbre Ministerial. No supone la muerte de la OMC, pero supone una victoria importante para el movimiento y sus efectos aunque difíciles de predecir, se dejarán sentir en el movimiento. El mimo día 14 tanto las organizaciones campesinas, indígenas y sindicales hablaban que tras Cancún nada iba a seguir como antes. Se referían a su nivel de diálogo y entendimiento o, si se quiere, a su nivel de desencuentro. La cumbre del ALCA en Miami en noviembre será el próximo examen para el movimiento en el continente americano.

 

Pero para construir un futuro de esperanza hay que articular las luchas y en el último Foro Social Mundial de Porto Alegre se constituyó una Red Mundial de Movimientos Sociales que tuvo su primer bautismo en Cancún. ¿Qué balance, qué elementos de reflexión podemos extraer de la experiencia de Cancún?

 

Ya en la primera asamblea de la Red el día 8, se puso de manifiesto la dificultad real para traducir en compromisos y dinámicas de trabajo práctico la actividad de la Red, así como la poca fuerza numérica de la representación internacional de los movimientos comprometidos con la Red en Cancún, cosa que debilitaba el trabajo práctico de coordinación y articulación a realizar durante la cumbre. La necesidad de articular mejor los planos local-global, y las diferentes luchas locales y nacionales en el plano internacional fueron también objetivos necesarios señalados. La actividad de la Red de cara a este tipo de acontecimiento no debería reducirse al encuentro de quien acuda sobre el terreno, sino en ir construyendo un movimiento y un proceso que se comprometa en lo global y en lo local de forma más estable.

 

La situación específica en Cancún, donde los diversos movimientos mexicanos tenían poco contacto entre sí debilitó sensiblemente todo el trabajo de articulación y coordinación de los movimientos sociales, a pesar que los movimientos internacionales y el equipo de la secretaría brasileña de la Red de movimientos intentó actuar como un elemento unificador de los diferentes espacios mexicanos y propició la creación de reuniones de coordinación diarias para planificar las tareas. Parece importante pues tomar nota de esta cuestión para futuros acontecimientos, buscando la forma en que se puede reforzar el trabajo de la Red de movimientos sociales previo a las cumbres, para ir un consiguiendo un compromiso mayor y una articulación real entre los movimientos. En todo caso las reuniones de los movimientos sociales en Cancún dieron una declaración conjunta como fruto y esto es algo positivo.

Interrogantes hacia el futuro

Por último, hay tres cuestiones más, en relación a la OMC, sobre las que conviene reflexionar hacia delante.

La primera, tiene que ver con la dialéctica entre los movimientos sociales y los gobiernos de los países que se oponen al dictado de las potencias dentro de la OMC. Los movimientos sociales no estamos al margen de cómo actúan esos países y, como ha ocurrido en Cancún, la referencia a su actitud y el apoyo al bloque que imponían dentro de la cumbre ha sido un elemento estructural de la lucha. Hasta el presente el problema se ha resuelto de una forma satisfactoria: apoyo a esos países, pero con independencia política clara; es decir no comprometiéndose en su agenda, que en este caso concreto abogaba por más comercio, sólo que en otras condiciones. Pero desde algunos sectores del movimiento esta posición no está tan clara, como lo muestra la propuesta que en su día puso encima de la mesa Oxfam ante la cumbre de Johannesburgo, justamente criticada por Vandana Shiva y Walden Bello.

En segundo lugar, y tras haber hecho fracasar la 5ª Cumbre Ministerial, la pregunta que nos viene encima es: y ahora, ¿qué?. Para las grandes potencias, la alternativa al multilateralismo estancado de la OMC son los acuerdos bilaterales, que dejan en una posición muy débil a los países pobres y en vías de desarrollo (tal como lo puso de manifiesto el famoso Plan Brady en relación al frente creado contra la deuda externa que se vino abajo en cuanto las negociaciones entraron en el terreno de la bilateralidad). Es importante, por tanto, poder fortalecer las movilizaciones contra los acuerdos de libre comercio bilaterales, dentro de las grandes potencias económicas y en los países pobres, buscando una mejor coordinación de las luchas y las resistencias.

La tercera cuestión es que el fracaso de Cancún no supone la muerte de la OMC ni que se hayan creado condiciones para empezar a hablar en torno a otro modelo de organización multilateral. Este fracaso deja intacto todo el programa de Doha (sobre el AGCS/GATS, etc.) que tiene plazo para el 2005 y que tendremos que esforzarnos en hacerlo descarrilar. Declaraciones como las del Comisario Europeo Pascal Lamy demandando otro modelo de negociaciones que no sea tan “democrático” porque éste impide llegar a acuerdos, hace pensar en una posición aún más agresiva de las grandes potencias para el futuro inmediato.

El fracaso de la OMC ha sigo un logro importante para el movimiento contra la globalización neoliberal. El día 14 en Cancún había dos frases que circulaban de boca en boca “Lo conseguimos” “Es un triunfo de la humanidad”, pero a pesar de ello no es más que un paso en un camino en el que, por todo lo descrito hasta aquí, queda mucho por hacer y en el que competimos contra reloj contra las políticas neoliberales. Por eso, el reto que tenemos por delante es doble: hacer crecer al movimiento (amplificar la crisis de las políticas neoliberales, construir alianza entre los movimientos sociales) en el mínimo de tiempo y avanzar sin dilación en la articulación de los mismos. No en el papel, sino en la práctica. Sólo así el futuro será esperanza.

 

* Josep Maria Antentas (Cataluña) y Josu Egireun (País Vasco) son miembros de la redacción de Viento Sur. Este artículo fue publicado originalmente en Viento Sur # 70 www.vientosur.info.