LA SABIDURÍA DE WALL STREET

por Nicola Bullard*

 

Hay algo que perturba en la imagen de Kofi Annan “tocando la campana” de la Bolsa de Nueva York. El Secretario General estuvo allí presentando la capitulación más reciente de las Naciones Unidas ante el mercado: los Principios de Inversión Responsable (PRI) “voluntarios y ambiciosos”, que están respaldados por la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Contrato Global de las Naciones Unidas, el otro infame “maquillaje azul” empresarial corporativo de Kofi Annan. Sin embargo, parece que cuanto más cerca está Annan de las empresas,  más se aleja de sus miembros. En la última semana hubo un levantamiento en la Asamblea General, en el que la mayoría de los miembros se resiste a las reformas al proceso presupuestal respaldadas por Estados Unidos, que aumentarían las potestades del Secretario General reduciendo las de la Asamblea General. Estados Unidos y Japón amenazan con retirar sus contribuciones a menos que el tema se resuelva a su gusto; no obstante, para la mayoría de los miembros del Sur, la Asamblea General es uno de los pocos espacios internacionales donde todavía pueden hacer oír sus voces, y su resistencia puede llegar a transformarse en una verdadera rebelión.

En Washington, entretanto, en un esfuerzo desesperado para mantener la relevancia del Fondo, Rodrigo de Rato intenta mejorar las apariencias mientras se hunde el barco, maniobrando con las adjudicaciones de votos, y buscando que el Fondo pueda volver a etiquetarse a sí mismo como el marco institucional para tratar los “desequilibrios mundiales”. Esto básicamente significa que ahora el FMI dispone de mandato para asumir la “vigilancia multilateral” de la economía mundial y conducir las consultas multilaterales cuando las políticas económicas de un país interfieren en los otros. Resulta bastante interesante constatar que esta iniciativa cuenta con el apoyo absoluto de Estados Unidos, lo que obviamente nos lleva a preguntarnos ¿para qué le sirve a Estados Unidos? Es posible que lo consideren una herramienta para disciplinar a China para que revalúe el yen, una batalla política con China que Estados Unidos está desesperado por ganar. El FMI tiene un historial comprobado de seguir fielmente las instrucciones del Departamento del Tesoro estadounidense, pero como China no tiene necesidad ni de los dineros ni del asesoramiento del FMI, lo cierto es que el Fondo no cuenta con ninguna influencia efectiva sobre el ritmo ni la dirección de la política cambiaria de China, y posiblemente muy pronto tenga que reformularse y sentarse a pensar otras formas novedosas que le permitan al Fondo seguir siendo una institución relevante. Para profundizar sobre la crisis de identidad del Banco Mundial y el FMI se puede leer el artículo de Walden Bello en esta misma edición.

 

Volviendo a Wall Street, el día en que el Presidente de Bolivia Evo Morales cumplió con su promesa electoral de nacionalizar las reservas de gas de su país (ver el artículo de Roger Burbach más adelante), Stephen Roach, economista en jefe de Morgan Stanley (una de las compañías de servicios financieros más grande del mundo) escribió a sus prósperos clientes en un tono francamente optimista, felicitando a Asia, y especialmente a China, por “reconocer la no sustentabilidad de los modelos de crecimiento orientados a la exportación”. Y pensar que sus clientes le pagaron con generosidad por estos sabios consejos que cualquier agricultor tailandés podría haberles dado gratis.

 

Y, simplemente para terminar el informe de mercado, luego de un comienzo taciturno del año, el director general de la OMC Pascal Lamy anunció que la OMC está efectivamente luchando por sobrevivir, ya que continúa sin poder cumplir con los plazos artificiales (el fin de la autorización que tiene el presidente de Estados Unidos para negociar tratados por la “vía rápida”, la elección presidencial en Francia, la Copa del Mundo, las vacaciones de verano…) que se han fijado para patotear a los países en desarrollo para que éstos hagan las concesiones correspondientes. La realidad es que los países en desarrollo no están conformes con lo que hay sobre la mesa, y la Unión Europea y Estados Unidos todavía están a kilómetros de distancia en las negociaciones agrícolas.

 

El consenso abrumador (entre los agricultores tailandeses y otros que saben del tema) es que la actual ronda de negociaciones es una catástrofe para la mayoría del Sur. Aunque podría haber algunos que ganaran en algunos sectores de un puñado de países, el bombo publicitario exagerado que acompaña a las exhortaciones de Lamy para volver a poner las negociaciones en marcha, no tiene sustento en las investigaciones ni las simulaciones económicas.

 

Un informe reciente que resume en forma admirable los “beneficios” estimados de la Ronda es ‘Doha Round and Developing Countries: Will the Doha deal do more harm than good? (La Ronda de Doha y los países en desarrollo: ¿el acuerdo de Doha dejará un saldo más negativo que positivo?), escrito por Timothy A. Wise y Kevin P. Gallagher http://www.ase.tufts.edu/gdae/Pubs/rp/HiddenCostsApr06.htm

* Nicola Bulllard integra Focus on the Global South y es la editora de Enfoque sobre Comercio.


Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ([email protected]) .
Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ([email protected]) para
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