por Tom Reifer*
[La siguiente es una versión editada de un artículo más extenso; el texto completo está disponible en el sitio web de Focus on the Global South]

En este artículo, Tom Reifer argumenta que "… en última instancia fueron las lluvias del huracán Katrina y las inundaciones posteriores las que pusieron al descubierto las grietas más profundas de discriminación racial, de clase y género que atraviesan la sociedad estadounidense hasta su propia médula. Los años de descuido del capital humano y la infraestructura física de la nación -después de décadas de recortes fiscales para favorecer a los ricos y de una militarización financiada con déficit en base a préstamos en el exterior, más recientemente para solventar la guerra de Irak– quedaron también en evidencia trágicamente en el fracaso del gobierno en la planificación previa y la respuesta al huracán Katrina".
El amanecer del segundo milenio trajo a la vez continuidad y cambio en términos de guerra y del sistema "americano". Mucho antes de los ataques terroristas de septiembre 11 de 2001, la administración Bush ponía en marcha una política exterior y militar crecientemente agresiva. En ese contexto, tal como lo expresara Mary Kaldor,
“se puede argumentar que los recortes de comienzos de la década de 1990 son equivalentes a las reducciones esperables en el ciclo normal de compras militares estadounidenses posterior a 1945… Durante los recesos económicos siempre se mantienen las actividades de Investigación y Desarrollo militar, diseñando y desarrollando los sistemas que se adquirirán en la siguiente fase ascendente. A medida que los sistemas nuevos llegan a las fases más costosas de desarrollo y adquisición, esto coincide siempre con renovadas preocupaciones respecto a amenazas de distinto tipo". (1)

Esta atención focalizada en las nuevas amenazas era evidente mucho antes del 11 de septiembre de 2001. Los ataques de ese día y la amenaza real de Al Qaeda le dieron a las fuerzas regresivas neoconservadoras el pretexto perfecto para ejecutar sus ambiciosos planes de enormes gastos militares y políticas externas agresivas, elaborados mucho antes, que incluían una retirada de Estados Unidos de los tratados internacionales y avanzar en sus planes de militarización del espacio.
La trayectoria actual de la militarización neoliberal a nivel nacional y en el extranjero muestra claramente cómo el gobierno de Estados Unidos vuelve a enfocarse en la "guerra al terror", que incluye una reorganización sustancial del Gobierno Federal, saturado con un nuevo Departamento de Seguridad Nacional.
Embarcarse en múltiples guerras en el siglo XXI, contra el llamado Eje del mal, notoriamente Irak y Al Qaeda, ha significado un aumento enorme del gasto militar y asociado estadounidense, que asciende actualmente a más de US$ 500 mil millones por año si se incluye no sólo el presupuesto formal militar, sino además los fondos para las operaciones en curso y para el Departamento de Seguridad Interna, que cubre las actividades de un grupo de agencias, incluida la Agencia Federal de Administración de Emergencias (FEMA). (2)
El estímulo económico del gasto federal, con aumentos notables en el presupuesto militar, según muchos expertos ha tenido por resultado una evidente minimización del período de recesión económica en los primeros años del siglo XXI, aunque con menos efecto que durante las rachas anteriores de Keynesianismo militar (3). En el segundo trimestre de 2003, entre abril y junio, la guerra de Irak y las acciones militares estadounidenses asociadas a ésta, llevaron al mayor incremento en el gasto militar –aproximadamente 44.1% –desde otoño de 1951, el momento del enorme salto en el gasto militar provocado por la explosión de la guerra de Corea. El gasto militar representó un buen 1,69%  del aumento del PBI en el segundo trimestre de 2003, o dicho de otra forma un 70% del aumento total. (4)  En el primer trimestre de 2004, la economía creció un 4,2%, y el gasto militar volvió a dar cuenta de una parte significativa del aumento, llegando a la cifra de US$ 17,400 millones sobre el aumento de US$ 108,500 millones que tuvo el PBI en el primer trimestre, después de realizar el ajuste por inflación. (5)
Según expresiones recientes de un comentarista: "Hoy el Estado de Bienestar es de facto militar. Las fuerzas armadas y el Departamento de Asuntos de Veteranos son los dos organismos de prestación de servicios de salud más grandes de Estados Unidos. El aparato militar es además un financiador muy importante de la educación superior a través de la Ley GI”. (6)
Sin embargo, en la actualidad, al igual que durante la Guerra Fría (comenzando a fines de la era Carter), los billones de dólares destinados al nuevo militarismo, financiados regresivamente a través de préstamos del exterior y por los ricos que se beneficiaron inmensamente con recortes impositivos, han hipotecado las inversiones públicas –según declaraciones de Mike Davis “el equivalente fiscal de varios New Deals (en alusión al programa económico de la posguerra)”—por generaciones. (7)  Según estimaciones recientes, mientras Vietnam le costó a los contribuyentes estadounidenses unos US$ 600 mil millones (en valor actualizado en dólares), los costos de la guerra de Irak podrían ascender por encima de los US$ 700 mil millones, asumiendo que Estados Unidos se queden en ese país durante diez años más; según otra estimación, que tiene en cuenta el conjunto de las operaciones en Afganistán, Irak y la presencia estadounidense en el Oriente Medio, los costos serían incluso mayores:
“… si la presencia militar estadounidense en la región dura otros cinco años, el gasto total de la guerra podría superar los US$ 1,3 billones, que equivale a US$ 11.300 por cada hogar estadounidense”. (8)
Y como sucediera en las décadas de 1970 y 1980, la militarización estadounidense financiada con deuda, ha estado acompañada sistemáticamente por reducciones en la asistencia federal a las ciudades y a la protección contra desastres, cuando en ese mismo momento millones de blancos se mudaban desde los centros metropolitanos más grandes hacia los suburbios, y paralelamente millones de latinos, asiáticos y negros se mudaban a las metrópolis cada vez más empobrecidas, abandonadas y en decadencia. (9) La metrópolis de Nueva Orleáns es una especie de anomalía estadística en este caso, ya que es la única gran región metropolitana del país en la que se produjo una emigración de la población afro americana en todas las décadas a partir de 1965, según los datos de la Brookings Institution. (10)  No obstante, la ciudad de Nueva Orleáns sigue teniendo todavía una mayoría abrumadora de población negra, más incluso con la importante emigración de los blancos de la región metropolitana. Por lo tanto, al igual que en las otras grandes ciudades, la superposición de raza y clase concentrada en el espacio –un apartheid “americano”– significó que los impactos de los recortes federales aplicados a las áreas urbanas golpearan a estos grupos en forma mucho más severa. (11)
Las estimaciones de Demetrios Caraley y otros, indican que los recortes a la asistencia federal cercanos al 64% le costaron a las ciudades un promedio de US$ 26 mil millones anuales entre 1980 y 1990 (en dólares constantes de 1990); durante parte de ese mismo período, entre 1979 y 1985, el gasto militar financiado con déficit se elevó de US$ 150 a US$ 300 mil millones anuales, financiados por los medios más regresivos posibles, a través de rebajas impositivas para los ricos y préstamos del extranjero. (12)
“Si se hubieran gastado en las ciudades y en recursos humanos, estas sumas enormes podrían haber transformado a las ciudades de Estados Unidos en paraísos terrenales en lugar del basurero urbano en que se han convertido ahora”.
“El peso social del servicio de este déficit puede medirse comparándolo con los presupuestos combinados de las cincuenta ciudades más grandes de Estados Unidos. En 1980 el pago de intereses de la deuda federal era dos veces el tamaño de los presupuestos sumados de las grandes ciudades; hoy es seis veces más grande. Visto de otro modo, los US$ 300 mil millones de déficit de 1990 fueron equivalentes a los costos de intereses anuales de una deuda federal que trepó a US$ 5 billones". (13)
Si bien el boom especulativo de la década de 1990 propició fantasías de un nirvana económico permanente entre los prósperos, hubo quien creyó que el fin de la burbuja -salvo en el mercado inmobiliario, que todavía no ha estallado- haría pesar la realidad fiscal entre las personas sensibles. No fue el caso de la administración Bush, feliz de seguir por el camino implacable de un gasto militar cada vez mayor y recortes en los impuestos a los ricos, en busca de lo que los comentaristas han denominado el “presupuesto de Armani y armas" (Nota del T: Gucci and guns), la respuesta del Presidente y el Congreso dominado por los republicanos al programa de Mantequilla y Armas (Guns and Butter) de la administración Johnson en la década de 1960. (14)
Sin embargo, fue en los campos de batalla de Indochina donde finalmente fueron enterradas las esperanzas de la Gran Sociedad, a medida que el Presidente presentaba al Congreso una solicitud de gastos tras otra para financiar su guerra. Hoy, otra ronda de leyes para financiar la guerra presidencial está llevando a drásticas devaluaciones de la ciudadanía en Estados Unidos, especialmente entre el electorado negro, latino y asíático de las ciudades. Nuevamente, los costos reales de la guerra y las bombas, como argumentara Martin Luther King Jr. en el caso de Vietnam, explotan en los ghettos de Estados Unidos, o uno podría decir, en los diques caídos de los estados del Golfo; y se sufren tanto en las inundaciones generalizadas en la región, como en los dramáticos recortes de los gastos federales en salud, educación, servicios humanos y preparación para enfrentar desastres a nivel nacional, especialmente en las áreas metropolitanas del país. (15)

Décadas de negligencia traen frutos amargos
Con la superposición de raza y clase, el peso de las guerras estadounidenses de fines del siglo XX recayó muy fuertemente sobre la población latina, negra y asiática concentrada en las zonas urbanas, a medida que los fondos federales para las ciudades se redujeron a un mínimo. Entre dos tercios y tres cuartos de la población de Nueva Orleáns es afro-americana y el índice general de pobreza en la población de la ciudad ronda el 28% (en contraste con el 9% correspondiente al conjunto de la población de Estados Unidos), aproximadamente un 84% de los que viven en la pobreza son negros. En 2000, mientras el 35% de los negros eran pobres, los pobres blancos representaban solo un 11% del total de la población blanca, considerando un total de aproximadamente 50.000 familias sin automóviles, 35% de ellas negras y solamente 11% blancas. (16)  En la región metropolitana de Nueva Orleáns, casi el 15% de la población, y más de una cuarta parte de los niños vivían en la pobreza; los índices de pobreza de Nueva Orleáns solo eran superados por otras siete ciudades estadounidenses, mientras que según el índice medio de ingresos familiares la ciudad ocupaba el puesto 64 entre las 70 ciudades más grandes del país. (17)
En lo que respecta a las "fuerzas de la naturaleza" o "actos de Dios", muchos creen que la intensidad de los huracanes está aumentando debido al calentamiento global, una situación relacionada obviamente con el cambio climático inducido por el ser humano como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un proceso al que por cierto no ayuda nada la negativa de Estados Unidos a ratificar el Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, un tratado sobre el calentamiento global que cuenta con una adhesión internacional muy amplia. (18)  Y finalmente, también está la devaluación de la ciudadanía en las áreas urbanas de Estados Unidos, a consecuencia de la fuga de dineros que fueron retirados de las ciudades para volcarlos a los suburbios blancos-como-un-lirio y a las ciudades periféricas. Y en Nueva Orleáns, como bien se sabe, "el dinero fluye en dirección contraria al agua", ya que los más ricos se apoderan de las zonas más altas y dejan que los pobres se las arreglen como puedan para hacer frente a los huracanes que se aproximan.
Las consecuencias del huracán Katrina fueron parte del resultado final de este proceso en el que se produjo un aumento de los beneficios políticos y sociales de los ciudadanos suburbanos blancos, directamente proporcional a la privación de derechos y beneficios del electorado urbano pobre de negros, latinos y asiáticos, en un marco de absoluta negligencia del gobierno federal respecto de la muy necesaria protección contra los huracanas, cuyos peligros se intensificaron debido a la invasión y erosión sistemática de los humedales a manos de la industria de la construcción. (19)  Sin embargo, los fondos para los recortes impositivos para los ricos, los proyectos de carreteras, el gasto de defensa y las guerras en el extranjero –cuyos beneficios se acumularon fundamentalmente en los suburbios y las ciudades periféricas- continuaron intactos. Además, al decir de Mike Davis, este ha sido posiblemente uno de los desastres más pronosticados y previstos, quizás en la historia del mundo. (20)
Después del tsunami asiático, "Nueva Orleáns fue el desastre No. 1 del que estábamos hablando", recordó Eric L. Tolbert, por entonces un alto funcionario del FEMA. "Estábamos obsesionados con Nueva Orleáns debido a el riesgo". (21)
Sin embargo, decenas de miles de evacuados atestaron el Superdome y el centro de convenciones, y muchos de ellos estuvieron privados de comida y agua durante tres o cuatro días. Los reporteros y otros señalaban que los funcionarios locales, estaduales y federales estaban a menudo ausentes. Incluso el quinto día todavía no había llegado ayuda suficiente. La ciudad de mayoría negra, tan importante desde el punto de vista cultural para los afro-americanos y para EEUU como Harlem, con más de la quinta parte de la población viviendo en la pobreza, mayoritariamente negros, fue abandonada a su propia suerte teniendo que soportar la peor parte del huracán. Al final, aproximadamente el 80% de la ciudad estaba bajo agua, así como partes sustanciales del resto de los estados del Golfo. Estas inundaciones dejaron como saldo más de mil muertos y buena parte del territorio de los estados del Golfo bajo agua.
Los altos mandos regionales del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos habían advertido durante largo tiempo de los peligros de un huracán sobre la costa del Golfo, en particular sobre la vulnerable ciudad de Nueva Orleáns, que se asienta en gran parte por debajo del nivel del mar y se hunde, al mismo tiempo que los diques. El Congreso autorizó dinero para el Proyecto de Control de Inundaciones Urbanas en el Sudeste de Louisiana (SELA por sus siglas en inglés) en los años noventa. Su objetivo era apuntalar los diques y construir estaciones de bombeo. Sin embargo, después de 2003, se cortaron los fondos, a pesar que quedaban importantes proyectos pendientes de realizarse por un importe de unos US$ 250 millones. Ya en 2004, el New Orleans Times-Picayune comenzó a informar que funcionarios locales y representantes del Cuerpo de Ingenieros del Ejército atribuían el corte de la financiación a los costos cada vez más altos de la guerra contra Irak.
Enfrentando déficits récord, la administración Bush redujo costos – y economizó al máximo- incluyendo en su presupuesto de 2005 nada más que un sexto de los fondos solicitados por la delegación de Louisiana en el Congreso para la prevención de inundaciones. (22)  Básicamente, como crecieron los costos de la guerra de Irak, disminuyeron los fondos destinados a los esfuerzos de control de huracanes e inundaciones. Además, aproximadamente el 30% de la Guardia Nacional y alrededor de la mitad de su equipamiento están en Irak. Entre ellos, un número considerable proviene de los estados del Golfo, y de estos un tercio pertenece a la Guardia Nacional de Louisiana  y cantidades aún mayores a la de Mississippi. Muchos de los integrantes de la Guardia Nacional desempeñan trabajos de tiempo completo como bomberos, oficiales de policía y personal médico, y por lo tanto se desempeñarían normalmente como la primera línea de respuesta ante situaciones de crisis como la del huracán Katrina. La Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (Governmental Accountability Office-GAO) señaló en julio de 2005 que un buen tercio de las unidades de la Guardia Nacional no contaba con equipos esenciales, ya que éstos habían sido destinados a las unidades que se estaban aprontando para ir a Irak en los próximos meses. (23)  Además, cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército pidió aproximadamente US$105 millones para destinarlos a  programas de preparación para huracanes y de alivio de inundaciones, la administración Bush recortó ese dinero a aproximadamente US$40 millones, aunque el presidente Bush y el Congreso sí aprobaron unos US$ 284.200 millones para una "un proyecto de ley vial plagado de devolución de favores que incluye 6.000 proyectos mimados, entre ellos un puente de US$231 millones en una pequeña isla deshabitada de Alaska. (24)
Uno de los que se preocupó por los recortes en el presupuesto para el Proyecto SELA y Nueva Orleáns fue Alfred C. Naomi, director de proyectos del Centro del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, quien  sintió una gran frustración cuando al mismo tiempo que se pronosticaba una temporada de intensos huracanes comprobó que se recortaban  US$ 71 millones del presupuesto del distrito de Nueva Orleáns, destinados precisamente para la preparación para este tipo de tormentas: "En estas condiciones, que se produjera una fractura no es para nada sorprendente", declaró … Desde 2001, la delegación de Louisiana en el Congreso venía luchado para conseguir aumentar sustancialmente los fondos para la protección contra tormentas previstos por la administración Bush. Ahora, declaró Naomi, todas las objeciones que se pusieron al presupuesto para las tormentas, o incluso para toda la protección para eventos de Categoría 5, que costaría varios miles de millones dólares, parecían trágicamente absurdas.
"Un sistema de protección de Categoría 5 significaría un costo de US$2.500 millones, y estamos hablando de decenas de miles de millones en pérdidas, toda la productividad perdida, y tantas vidas y lesiones y traumas personales de los que nunca nos vamos a recuperar,” declaró. (25)  Como lo destacara el Wall Street Journal: "A pesar de las décadas de advertencias reiteradas sobre una posible fractura en los diques o la falla de los sistemas de drenaje que protegen a Nueva Orleáns del río Mississippi y el lago Pontchartrain, los funcionarios locales y federales reconocen ahora que no había preparativos suficientes para una catástrofe de esta escala”. (26) Las agencias convencionales de noticias de Estados Unidos y en el exterior comentaron abiertamente que habían visto una mejor asistencia en casos de desastres en el Tercer Mundo.(27)
En los estados del Golfo de Estados Unidos, decenas de miles de ciudadanos fueron abandonados, no pudieron ser evacuados y se los dejó durante días sin comida, agua, protección o asistencia médica de manos de los funcionarios de los gobiernos locales, estaduales y federal, que parecieron ignorar o ser indiferentes al problema, mientras el presidente Bush ni siquiera suspendió sus vacaciones sino hasta días después del ataque de Katrina. El Pentágono, ocupado en Irak, con equipos críticos y unidades de la Guardia Nacional lejos, estuvo inicialmente ausente, aunque según un Informe de la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas de 1993, para desastres como el huracán Katrina, el "Departamento de Defensa es la única organización capaz de suministrar, transportar y distribuir las cantidades suficientes de elementos necesarios". (28)  Como muchos observaron, las imágenes de sufrimiento, de gente varada y abandonada, se parecían más a Bangladesh, Haití o Bagdad (después de la invasión estadounidense) en el Tercer Mundo que a los Estados Unidos de América. En una abrupta inversión de roles, ahora, muchos países se encontraron llevando ayuda a Estados Unidos, entre ellos, incluso algunos de los más pobres del planeta.

Incompetencia e indiferencia
La respuesta del gobierno federal estadounidense fue ampliamente criticada, al igual que las acciones de lo  funcionarios locales y estaduales. Un blanco de críticas particularmente individualizado fue el Director de la FEMA Michael Brown, ex comisionado de la Asociación Internacional del Caballo Árabe, un hombre sin experiencia previa en manejo de desastres pero –y esto es lo importante- amigo de Joe M. Allbaugh, el jefe de la campaña presidencial de Bush en 2000 y el primer director de la FEMA en esta administración. La FEMA se transformó en una oficina de colocaciones de los secuaces de Bush, a pesar de la retórica del presidente sobre brindar seguridad a la nación. El huracán Katrina había tocado tierra el lunes 29 de agosto. El 2 de septiembre, Bush aclamó el trabajo de Brown diciendo, "Brownie, estás haciendo un trabajo fenomenal", a pesar de que Brown tuvo que admitir cuando ya estábamos en el cuarto día de de la inundación de Nueva Orleáns, que "el gobierno federal no estuvo nunca al tanto de las personas en el centro de convenciones hasta hoy", algo que según pudo saberse en una entrevista extraordinaria de la emisora radial National Public con el Director de Seguridad Interna Michael Chertoff, también se repitió en este Departamento, ya que su Director no estaba al tanto hasta ese momento de la terrible situación por la que estaban atravesando un número tan enorme de personas. (29)  Unos días después que el huracán tocara tierra, el 31 de agosto, Chertoff dijo: "Estamos muy contentos con la respuesta”. (30)  Finalmente la incompetencia y el bochorno fueron demasiado incluso para la administración Bush, y por lo menos Brown fue relevado de la supervisión de la campaña de ayuda pos-tormenta, un trabajo que se le encomendó al Almirante Thad W. Allen de la Guardia Costera. (31)  Poco después Brown renunció.
No obstante, después de la destrucción hubo buenas noticias para algunos, algo parecido a lo que sucedió en la chapucera ocupación de Irak. Muchos de los mismos actores que se beneficiaron con la invasión y reconstrucción de Irak, sacaron gran provecho de los trabajos de reconstrucción post Katrina, entre ellos, hay que destacar a la antigua compañía del vicepresidente Cheney, Halliburton, su subsidiaria Kellog, Brown and Root (KBR), y el Grupo Shaw, una empresa que genera unos US$ 3 mil millones anuales, que anunció que había conseguido dos contratos de hasta US$100 millones cada uno a comienzos de septiembre de 2005, uno de la FEMA. y el otro del Cuerpo de Ingenieros del Ejército. En esto fueron ayudados por el ex director de la FEMA, Allbaugh, ahora un consultor muy bien remunerado que trabaja para empresas privadas como éstas. Otras firmas que se espera consigan o ya han conseguido contratos lucrativos incluyen a Bechtel y la Fluor Corporation. Danielle Brian, directora del Project on Government Oversight (Proyecto de Supervisión Gubernamental), dijo que el huracán Katrina, al igual que antes Irak, haría “salir de sus cuevas a los mezquinos y los egoístas”.
El presidente Bush también fue rápido en suspender la Ley Bacon-Davis, que obliga a pagar los salarios vigentes para los contratos financiados con fondos federales, para los trabajos de reconstrucción de la región, a pesar que los salarios en la zona ya son bajos, en general inferiores a US$10 la hora. Cuando se trata de los salarios de los trabajadores parece ser que los costos son demasiado altos; cuando se trata de los contratos con empresas, sin embargo, parece que ningún margen de ganancia es demasiado alto. Ahora, muchas de las prácticas cuestionables utilizadas en la reconstrucción de Irak se están aplicando en éste que es el mayor esfuerzo de reconstrucción en la historia de Estados Unidos –y que podría llegar a totalizar varios cientos de miles de millones de  dólares- incluyendo contratos directos  no competitivos y cláusulas de sobre-costo que garantizan la ganancia sin importar cuánto gasta la empresa. (32)  De algún modo, cuando se trata de dinero para las ciudades de la nación, su población pobre, o prepararse para los desastres, se deben recortar los costos, mientras que a los ricos se les beneficia con rebajas impositivas; pero para la "América" corporativa, sus especuladores de la guerra y los buitres de las compañías militares del capitalismo de reconstrucción posdesastre, parece ser que no hay ningún problema para obtener dinero de los contribuyentes.
Después de décadas de no invertir en las ciudades, su capital humano e infraestructura física, el huracán Katrina puso al descubierto muchos de los problemas de la sociedad estadounidense que alguna vez se pensaron resueltos –la desigualdad creciente, los malos empleos y las flaquezas enormes de los sistemas de salud, educación y servicios humanos. Sin embargo, las guerras de fines del siglo veinte y del siglo veintiuno –desde la nueva Guerra Fría a las guerras en el Golfo Pérsico– su naturaleza de uso intensivo de capitales, sus legiones de soldados mercenarios corporativos, su financiación a partir de préstamos del exterior y de recortes impositivos para los ricos, por el contrario, sirven para aumentar la pobreza en el Sur global, tanto dentro como fuera del país. (33)

Tiempo de un nuevo trato (new deal), basado en la paz y la justicia
La tarea ahora es echar mano de esta exposición de la vergüenza de América revelada en la vulnerabilidad de los estadounidenses pobres, de la población negra, latina y asiática empobrecida y los blancos pobres, para volver a hacer una vez más un llamado a la paz con justicia social. Es necesario, en primer lugar, que se retiren las tropas de Estados Unidos en Irak, y que los recursos ganados de esta forma se usen para una verdadera reconstrucción democrática dentro y fuera del país, incluyendo a Irak, por caminos que conlleven el beneficio para la gente y no para los especuladores de las corporaciones militares sedientos de mercados. Y como un signo de esperanza, Katrina está hoy erosionando el apoyo del público estadounidense a la guerra contra Irak. (34)
Lo que hace falta –al igual que durante el New Deal, cuando la construcción de grandes obras públicas ayudó a sacar de la pobreza a muchos de los ciudadanos más pobres de la nación (especialmente a los inmigrantes de segunda generación del lado blanco de la barrera racial y a sus padres, unos 40 millones en total)—es realizar un gran compromiso con la reconstrucción y la renovación democráticas dentro y fuera del país. Sólo que esta vez se necesita una estrategia de reforma más audaz que incluya a las personas de todas las razas, en particular, los afro-americanos y la población cada vez más numerosa de latinas y latinos. Y ahora también es el momento de establecer los vínculos entre la guerra dentro y fuera del país, entre la lucha por la paz, los derechos civiles y la justicia social, como lo hizo Martin Luther King, Jr.. Porque el desastre de las guerras de Estados Unidos en el Golfo Pérsico está íntimamente relacionado con el desastre en los estados del Golfo de Estados Unidos. Por este motivo, la coalición anti-guerra más grande de Estados Unidos, United for Peace and Justice (Unidos por paz y justicia), emitió una declaración sobre el período que siguió a Katrina titulada: "Después de Katrina, financien la recuperación total de la costa del Golfo, no la guerra en Irak“. (35)
El período de la Reconstrucción después de la Guerra Civil fue un tiempo de gran esperanza, especialmente para los afro-americanos. Con la derrota de la Reconstrucción a fines del siglo XIX, como con la vuelta atrás de la muy esperada segunda Reconstrucción a fines de la década de 1960 y más allá, y con la muerte del movimiento de los derechos civiles y la lucha por la libertad negra, el tiempo retrocedió para los afro-americanos y la lucha contra la pobreza y por la justicia social en la otra América de Estados Unidos. (36)  El presidente Bush anunció que la reconstrucción de la costa del Golfo estaría entre los esfuerzos más grandes de este tipo en la historia del mundo. No obstante, Bush continúa insistiendo en transformar en permanentes los recortes impositivos para los más ricos, una medida que costaría alrededor de US$1,5 billones en la próxima década. Esto, junto con otras noticias que llegan sobre el plan de reconstrucción, incluida la posible suspensión de las leyes ambientales, y el lugar de prominencia del asesor político en jefe de Bush, Karl Rove, como funcionario a cargo de los planes para reconstruir la región, indican cuán lejos está el plan de Bush de la visión del New Deal. (37)  Jesse Jackson habló de un "Huracán para los pobres y una lluvia de dinero para los ricos."
Existe, sin embargo, otro camino. Ahora, como parte de un  movimiento más amplio por la paz y la justicia mundial, quizás sea posible retomar la lucha por la libertad afro-americana para renovar "La revolución incompleta de América" de la Reconstrucción, y de esta forma beneficiar no sólo a los descendientes de la esclavitud sino también a todos los residentes de Estados Unidos y también del resto del mundo. Tal visión democrática alternativa es consonante con el llamado a la acción y a la solidaridad del Foro Social Mundial. El tiempo para la paz y la justicia social es ahora. Porque éstos son los desafíos de nuestro tiempo.

* Tom Reifer trabaja en el Departamento de Sociología de la Universidad de San Diego, California. Este ensayo está extraído de una introducción al trabajo War & the American System para una obra próxima a aparecer cuyos autores son Gar Alperovitz y Tom Reifer. La versión completa y sin editar de este documento está disponible en el sitio web de Focus on the Global South:

Notas
1. Mary Kaldor, “Beyond Militarism, Arms Races and Arms Control,” Social Science Research Council, 2002. pp. 6-7. http://www.ssrc.org/sept11/essays/kaldor.htm.
2. James Dao, “Bush Sees Big Rise in Military Budget for Next 5 Years; Up to $451 Billion By ’07; Proposed Buildup Would Rival Reagan’s—Sharp Increase in Money for Supplies,” New York Times, pp. A1, A9.
3. Louis Uchitelle, “Sharp Rise in Federal Spending May Have Helped Ease Recession,” New York Times, marzo 23, 2002, pp. A1, B4. John D. McKinnon y Anne Marie Squeo, “Shaky Economic Times Limit Bang of New Defense Spending,” Wall Street Journal, abril 15, 2003, pp. A1, 12.
4. Bureau of Economic Analysis, “Gross Domestic Product: Second Quarter 2003 (Advance),” http://www.bea.gov/beahome.html. Louis Uchitelle, “Faster 2nd-Quarter Growth Fuels Optimism,” New York Times, viernes, agosto 1, 2003, pp. C1, 10. Jon E. Hilsenrath, “GDP Data Spark Hopes Recovery Is Strengthening: Economy Grew at 2.4% Pace in the Second Quarter: Military Spending Surges,” Wall Street Journal, agosto 1, 2003, pp. A1, 6.
5. Paraphrasing Louis Uchitelle, “U.S. Economy Grows 4.2%; War Spending Provides Push,” New York Times, April 30, 2004, pp. C1, 3. Bureau of Economic Analysis, “Gross Domestic Product: First Quarter 2004 (Advance),” http://www.bea.gov/bea/newsrel/gdpnewsrelease.htm.
6. Dalton Conley, "Turning the Tax Tables to Help the Poor," New York Times, noviembre 15, 2004, p. A23.
7. Sobre la nueva Guerra Fría, ver Noam Chomsky, Towards A New Cold War: Essays on the Current Crisis and How We Got There, Nueva York: Pantheon, 1982 (La Segunda Guerra Fría, Editorial Crítica, 1984).
8. New York Times, "The Trillion-Dollar War," Linda Bilmes, sábado, agosto 20, 2005, p. A27. The Iraq Quagmire: The Mounting Costs of the Iraq War and the Case for Bringing the Troops Home, un estudio del Institute for Policy Studies and Foreign Policy in Focus. Por Phyllis Bennis y Eric Leaver y la Iraq Task Force de la IPS, agosto 31, 2005. http://www.ips-dc.org/iraq/quagmire/IraqQuagmire.pdf, p. i.
9. Mike Davis, Dead Cities, p. 253.
10. Ver The Brookings Institution Metropolitan Policy Program: Katrina: Issues and Aftermath. http://www.brookings.edu/metro/katrina.htm La otra gran ciudad en la que se registró emigración negra en todas las décadas desde 1965 fue Pittsburgh (ver William H. Frey, The New Great Migration: Black Americans Return to the South, 1965-2000, mayo 2004), especialmente pp. 5, 13. http://www.brookings.edu/metro/publications/20040524_frey.htm
11. Sobre la fuga de los blancos, ver New York Times, "What Happens to a Race Deferred," Jason DeParle, domingo, septiembre 4, 2005, sección 4, pp. 1,4, y http://www.gnocdc.org/tertiary/white.html. Douglas S. Massey & Nancy A. Denton, American Apartheid: Segregation & the Making of the Underclass, Cambridge: Harvard University Press, 1993. Para una representación visual y estadísticas sobre este sistema de segregación residencial y niveles asociados de altitud, que muestra cómo los blancos de altos ingresos ocupan las zonas altas de la ciudad, brindándoles mejor protección contra las inundaciones, mientras que la mayoría de los negros viven en las zonas bajas, ver The Greater New Orleans Community Data Center. http://www.gnocdc.org/ Ver también U.S. Census Bureau, Racial & Ethnic Residential Segregation in the United States: 1980-2000, publicado en agosto de 2002 (http://www.census.gov/prod/2002pubs/censr-3.pdf).
12. Demetrios Caraley, "Washington Abandons the City," Political Science Quarterly, 107 no. 1 (1992), pp. 8-11, citado en Mike Davis, Dead Cities, p. 247. Ver también Demetrios Caraley, "Dismantling the Federal Safety Net: Fictions Versus Realities," Political Science Quarterly, Vol. 111, No 2, verano de 1995, pp. 225-258.
13. Mike Davis, Dead Cities, Cap. 13, p. 259, 253, y pp. 239-273.
14. Hay que señalar, sin embargo, que el congelamiento del gasto público interno se remonta al presidente Carter y el Congreso de 1978 dominado por el Partido Demócrata durante el período de la movilización de la coalición de los que tienen contra los que nada tienen, que fue parte del ascenso de la Nueva Derecha que culminó en el Reaganismo. “1978 fue el primer año de la denominada ‘Reaganomics’. El Congreso controlado en sus dos terceras partes por los Demócratas avaló el programa legislativo de la Mesa Empresarial (Bussinness Rountable) congelando el gasto social, desregulando las industrias del transporte y telefónicas y apoyando la movida de Carter hacia tasas de interés más altas”. Mike Davis, Prisoners of the American Dream, Nueva York: Verso, 1986, p. 137. El Keynesianismo militar y la superacumulación facilitada por su financiamiento regresivo soldaron la coalición de Nueva Derecha de Reagan. La enorme expansión del capital monetario se dio gracias a que el presupuesto militar se duplicó, se impuso la desregulación y los recortes impositivos, y por el financiamiento regresivo del déficit de Estados Unidos, especialmente mediante la edición de títulos transables por valor de US$ 13,5 billones en 1981 que el gobierno federal luego aplazó hasta 1990, macando el comienzo de la hegemonía de Wall Street, los mercados globales de capital, los fondos compensatorios, el FMI y el Banco Mundial y el Consenso de Washington asociado, cuyos efectos se dejaron ver enseguida en crisis financieras recurrentes desde Asia hasta América Latina. Ver Roy Smith, Comeback, Cambridge, MA: 1993, p. 87. Ver también Jagdish Bhagwati, "The Capital Myth: The Difference Between Trade in Widgets & Dollars," Foreign Affairs, mayo/junio 1998, pp. 7-12. Ver también Gordon De Brouwer, Hedge Funds in Emerging Markets, Cambridge University Press, 2001. Ver también Financial Stability Forum Working Group on Highly Leveraged Institutions, Washington, D.C., marzo de 2000. Disponible en el sitio web de FSF: http://www.fsforum.org/. Ver también E. Ray Canterbery, Wall Street Capitalism: The Theory of the Bondholding Class, Singapore: World Scientific Publications, 2000. Ver también Robin Broad, Unequal Alliance: The World Bank, the International Monetary Fund & the Philippines, Berkeley: University of California Press, 1988. Ver también Robert Wade & Frank Veneroso, “The Asian Crisis: The High Debt Model Versus the Wall Street-Treasury-IMF Complex,” New Left Review, marzo/abril 1998, número 228, pp. 3-24, y Robert Wade y Frank Veneroso, “The Gathering World Slump and the Battle Over Capital Controls,” New Left Review, número 231, septiembre/octubre 1998, pp. 13-42.
15. Frances Fox Piven, The War at Home: The Domestic Consequences of Bush's Militarism (Nueva York: New Press, 2004).
16. Mike Davis, Dead Cities, capítulo 13, pp. 239-273. Ver también Los Angeles Times, "Images of Evacuees Spark a Racial Debate," Thomas Alex Tizon, sábado, septiembre 3, 2005, p. A11. New York Times, "What Happens to a Race Deferred," Jason DeParle, domingo, septiembre 4, 2005, sección 4, pp. 1,4. New York Times, "A Delicate Balance is Undone in a Flash, and a Battered City Waits," Peter Applebome, Christopher Drew, Jere Longman y Andrew C. Revkin, pp. A19, 22-23. El censo del 2000 indicó que la población Afro-Americana asciende al 67.3%. Un artículo reciente del Wall Street Journal, "New Architecture: As Gulf Prepares to Rebuild, Tensions Mount Over Control," Jackie Calmes, Ann Carns & Jeff D. Opdyke, jueves, septiembre 15, 2005, A1, 10, estima que la población es "más del 75% Afro-Americana".
17. Wall Street Journal, "New Architecture: As Gulf Prepares to Rebuild, Tensions Mount Over Control," Jackie Calmes, Ann Carns & Jeff D. Opdyke, jueves, septiembre 15, 2005, A1, 10.
18. New York Times, "The Storm Next Time," Nicholas D. Kristof, domingo, septiembre 11, 2005, p. A15. nytimes.com/opinion Ver también las referencias allí citadas: Kerry Emaneul, "Increasing Destructiveness of Tropical Cyclones Over the Past 30 Years," Nature, volumen 436/4, agosto 2005, pp. 686-688 (ftp://texmex.mit.edu/pub/emanuel/PAPERS/NATURE03906.pdf) . Ver también Kerry Emaneul, Divine Wind: A History & Science of Hurricanes (Oxford University Press, 2005). Pielke, Jr., R.A., C. Landsea, M. Mayfield, J. Laver & R. Pasch, en imprenta, 2005, diciembre, "Hurricanes & Global Warming, boletín de la American Meteorological Society (http://sciencepolicy.colorado.edu/admin/publication_files/resourse-1766-2005.36.pdf); Stefan Rahmstorf, Michael Mann, Rasmus Benestad, Gavin Schmidt, y William Connolley, "Hurricanes & Global Warming – Is There a Connection? 2, septiembre 2005. http://www.realclimate.org/ See also Arjun Makhijani & Kevin R. Gurney, Mending the Ozone Hole: Science, Technology, & Policy (Cambridge, MA: MIT Press, 1995). Sobre la economía política de los llamados desastres naturales, ver Mike Davis, Ecology of Fear: Los Angeles & the Imagination of Disaster, Nueva York: Metropolitan Books, 1998. Ver también Ted Steinberg, Acts of God: The Unnatural History of Natural Disaster in America, Oxford University Press, 2003.
19. Desde la década de 1950 hasta el presente los ingenieros han destruido unos 13.000 kilómetros de canales “en los pantanos en busca de petróleo y para el tránsito de barcos. Estos nuevos diques han tajado el humedal convirtiéndolo en un rompecabezas gigante, incrementando la erosión y permitiendo que grandes dosis de agua salada se filtren a los pantanos de agua dulce y salobre”. Según Bob Morton de la U.S. Geological Survey, la pérdida de humedales ocurrió más rápidamente durante los períodos pico de la producción de petróleo y gas en la década de 1970 y principios de los ’80, llevándolo a concluir que “la extracción de millones de barriles de petróleo y billones de metros cúbicos de gas natural y decenas de millones de barriles de agua salina que yacía junto con los depósitos de petróleo provocó un descenso de la presión subterránea –una teoría conocida como despresurización regional. Eso condujo a que las fallas subterráneas aledañas se deslizaran y que la tierra encima de ellas se hundiera. “Si metes un pitillo en una gaseosa y chupas, todo desciende”, explica Morton. “Esa es una imagen muy simplificada, pero te da una idea de lo que ocurre”” (National Geographic, "Gone with the Water," Joel K. Bourne, octubre, 2004 (http://www3.nationalgeographic.com/ngm/0410/feature5/).
20. Mike Davis, Foro Público, "Disasters in the Aftermath of Hurricane Katrina," Activist San Diego, septiembre 12, 2005, San Diego, California. Mike Davis, "After the Deluge: Poor, Black and Left Behind; Before Killer Katrina, There Was Ivan the Terrible," (http://www.laweekly.com/ink/05/42/after-davis.php) es un elocuente enjuiciamiento los Demócratas y los Republicanos por igual, por su incapacidad para evacuar a los negros pobres ante la inminencia del huracán Iván, una artículo suficientemente profético en vista de nuestra experiencia reciente con el huracán Katrina. En pocas palabras, el huracán Katrina era totalmente predecible, y las consecuencias pronosticadas por los expertos –a pesar de la inacción—fueron un hecho a menudo revelado tras la catástrofe. .Ver también New York Times, "Restore the Marsh," Craig E. Colten, p. A27. Ver también Craig E. Colten, An Unnatural Metropolis: Wresting New Orleans from Nature, Louisiana State University Press, 2004, y su volumen editado, Transforming New Orleans and Its Environs: Centuries of Change. Ver también Ari Kelman, A River & Its City: The Nature of Landscape in New Orleans, University of California Press, 2003. Ver también Richard Campanella, Time & Place in New Orleans: Past Geographies in the Present Day, Pelican Publishing Company, 2002. Sobre el sesgo geográfico en el gasto military, ver John H. Mollenkopf, The Contested City, Princeton University Press, 1983; ver también Mike Davis, Dead Cities, capítulo 13, "Who Killed L.A.?: A Political Autopsy," pp. 239-274.
21. New York Times, "Storm Overwhelmed Government's Preparations," Scott Shane & Eric Lipton, viernes, septiembre 2, 2005, pp. A1, 14.
22. Los Angeles Times, "American Caesar," Rosa Brooks, sábado, septiembre 3, 2005, p. B15.
23. Wall Street Journal, "Katrina Will Shape Military Debate: Army Has Resisted Proposal for Guard Disaster Unites: Short of People, Equipment," lunes, septiembre 12, 2005, Greg Jaffe, p. A 5. Government Accountablity Office, An Integrated Plan is Needed to Address Army Reserve Personnel & Equipment Shortages, julio 2005 http://www.gao.gov/new.items/d05660.pdf
24. New York Times, "United States of Shame," Maureen Dowd, sábado, septiembre 2, 2005, p. A29. New York Times, editorial, "The Man-Made Disaster," viernes, septiembre 2, 2005, p. A22. Sobre gastos anteriores en autopistas, ver Mike Davis, Dead Cities, p. 261.
25. New York Times, "Intricate Flood Protection Long a Focus of Dispute," Andrew C. Revkin & Christopher Drew, Thursday, septiembre 1, 2005, p. A14. Editor & Publisher, "Did New Orleans Catastrophe Have to Happen? 'Times-Picayune' Had Repeatedly Raised Federal Spending Issues,'" Will Bunch, agosto 31, 2005. http://www.mediainfo.com/eandp/news/article_display.jsp?vnu_content_id=1001051313 Otros estiman que los costos son mucho más altos, pero esto una vez más una cuestión de prioridades fiscales. La acción previa al huracán Katrina sin lugar a dudas hubiera salvado al menos muchas vidas y ahorrado decenas de miles de millones de dólares.
26. Wall Street Journal, "Overwhelmed: As U.S. Mobilizes Aid, Katrina Exposes Flaws in Preparation: Despite Warnings, Officials Say, There Wasn't Clear Plan for a New Orleans Disaster," Ann Carns y Chad Tehune en Atlanta, Kris Hudson en Baton Rouge, La., y Gary Fields en Washington, jueves, septiembre 1, 2005, pp. A1, 6.
27. Para conocer la muy diferente experiencia de Cuba, ver un estudio importante de Oxfam, Cuba: Weathering the Storm: Lessons in Risk Reduction in Cuba, 2004. http://www.oxfamamerica.org/newsandpublications/publications/research_reports/pdfs/cuba_hur_eng.pdf Ver también el importante trabajo de Amartya Sen, sobre democracia, desarrollo y militarización.
28. GAO, Disaster Management: Improving the Nation's Response to Catastrophic Disasters, julio 1993, p. 7. http://archive.gao.gov/t2pbat5/149631.pdf
29. Doug Bandow, "Federal Failure in New Orleans," CATO Institute, septiembre 8, 2005. http://www.cato.org/pub_display.php?pub_id=4638 La entrevista con Chertoff en la NPR está en http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=4828771 Sobre Brown, ver New York Times, "Director of FEMA Stripped of Role As Relief Leader: Decision Comes After Lawmakers Put Pressure on President," Richard W. Stevenson & Anne E. Kornblut, sábado, septiembre 10, 2005, pp. A 1, 11.
30. MSNBC Reports, "Katrina: What Went Wrong?" sábado, septiembre 17, 2005. Las fechas citadas provienen de este programa.
31. New York Times, "Director of FEMA Stripped of Role As Relief Leader: Decision Comes After Lawmakers Put Pressure on President," Richard W. Stevenson & Anne E. Kornblut, sábado, septiembre 10, 2005, pp. A 1, 11.
32. Wall Street Journal, "No-Bid Contracts Win Katrina Work: White House Uses Practices Criticized in Iraq Rebuilding for Hurricane-Related Jobs," Yochi J. Dreazen, lunes, septiembre 12, 2005, A3, 5.
33. Mike Davis, Dead Cities, especialmente capítulo 13. Ver también New York Times, "From Margins of Society to Center of the Tragedy," viernes, septiembre 2, 2005, A1, 19. P.W. Singer, Corporate Warriors: The Rise of the Privatized Military Industry, Ithaca: Cornell University Press, 2003. Peter Gowan, The Global Gamble: Washington’s Faustian Bid for World Dominance, Nueva York: Verso, 1999. Peter Gowan, "The New American Century?," The Spokesman, 76, 2002, pp. 5-22.
34. Wall Street Journal, "Katrina Erodes Support in U.S. for Iraq War: Bush's Ratings as Crisis Manager Declines in Poll as Pessimism About the Economy Grows," John Harwood, jueves, septiembre 15, 2005, p. A4.
35. http://www.unitedforpeace.org/article.php?id=3094
36. W.E.B. Du Bois, Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860-1880, Nueva York: Atheneum, 1969. Publicado por vez primera en 1935. Eric Foner, Reconstruction: America's Unfinished Revolution: 1863-1877, Nueva York: Harper & Row, 1988. Ver también Mike Davis, Prisoners of the American Dream: Politics and Economy in the History of the US Working Class, Nueva York: Verso, 1986.
37. New York Times, "Bush Rules Out Raising Taxes for Gulf Relief," David E. Sanger & Edmund L. Andrews, sábado, septiembre 17, 2005, pp. A1, 10. New York Times, "Not the New Deal," Paul Krugman, viernes, septiembre 16, 2005, p. A27. Ver también New York Times, "Message: I Care About Black People," Frank Rich, domingo, septiembre 18, 2005, p. A12.

 

Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ([email protected]) .

Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ([email protected]) para

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