por Varsha Rajan Berry*
La visita a la India y Pakistán del Presidente de Estados Unidos George W. Bush (1 al 4 de marzo) se produjo en un momento en el que está acosado por contradicciones internas en su país, su base de apoyo hace agua y sus políticas son ampliamente resistidas no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo. Un elemento importante de la agenda de la Administración Bush, que busca ganar legitimidad para sus políticas, es sumar aliados y es aquí donde entra en escena una India más que dispuesta. El gobierno de Manmohan Singh está deseoso de ingresar al esquema estadounidense, sin tener en cuenta los principios tradicionales de no alineamiento que han caracterizado hasta el presente la política exterior de su país. Este acuerdo tiene ramificaciones de largo alcance  -en el ámbito de la geopolítica, la solidaridad del tercer mundo, el comercio y el desarrollo. Este artículo intenta presentar un análisis de las implicancias en el primero de los aspectos nombrados.
Las falacias de la administración Bush y su agenda hegemónica son bien conocidas. Poco se sabe en cambio, del perceptible vuelco de la India hacia los Estados Unidos.

Los dos partidos políticos más grandes, el Partido del Congreso (INC por sus siglas en inglés) y el Bhartiva Janata (BJP por sus siglas en inglés), piensan, al parecer, que las políticas de la administración Bush coinciden con los intereses de la India a largo plazo. El Primer Ministro Manmohan Singh lo llama “interés propio esclarecido”. Después de que el gobierno de la Alianza Progresista Unida (UPA por sus siglas en inglés) asumiera el gobierno en mayo de 2004, hubo expectativas de que la política exterior tuviera cambios significativos, y en efecto los tuvo, sólo que para peor. El voto de la India en la reunión del Directorio de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en noviembre de 2005 es ilustrativo. Enfrentado a posibles sanciones, Irán contaba con que tendría el apoyo activo del bloque de países no alineados. India que solía considerar a Irán un socio estratégico votó junto con Estados Unidos y la Unión Europea. Solamente Egipto exigió que se declarara toda Asia Occidental como “zona libre de armas nucleares”. Los funcionarios indios, por su parte, se hicieron eco de las preocupaciones estadounidenses y declararon que no querían “otra potencia nuclear en las cercanías”.
El BJP ha salido ahora en pleno apoyo al acuerdo nuclear entre India y Estados Unidos y al voto contra Irán en la reunión del AIEA en la primera semana de febrero. El Partido del Congreso (comúnmente conocido como el Congreso) encuentra que este giro hacia una posición pro-estadounidense en la política exterior ¡permitirá lograr algunos éxitos en el corto plazo!
Según algunos informes, la administración Bush ha ofrecido estrechar los vínculos estratégicos bilaterales en el corto plazo. En el mediano plazo, los dos países serán socios en la “guerra contra el terror”; y en el largo plazo, de acuerdo a versiones de funcionarios estadounidenses, India obtendrá el “privilegio” de formar parte de la coalición anti-China propuesta.
Es importante entender la visita de Bush, las protestas y la declaración conjunta en este contexto político. La declaración conjunta de Estados Unidos e India, hecha pública después de la reunión entre el Presidente Bush y el Primer MInistro Singh el 2 de marzo, refleja la aprobación de la India de los principios sobre los cuales se funda la hegemonía estadounidense a nivel mundial.
Los cinco capítulos en los que se divide la declaración son:
– “Por la prosperidad económica y el comercio” (compromiso con los intereses empresariales)
– “Por la seguridad energética y el medio ambiente limpio” (código para una alianza energética)
– “Por la innovación y la economía del conocimiento (código para sustentar la escasez)
– “Por la seguridad global” (es decir, intervencionismo global)
– “Profundización de la democracia” (es decir, financiar los cambios de régimen)
El turbio acuerdo nuclear
George W. Bush llegó a la India el 1 de marzo, pero antes de su visita hubo gran actividad. Por ejemplo, en los medios masivos se realizó un bombardeo publicitario sobre la “histórica visita”. Y el séquito de funcionarios estadounidenses, incluyendo el subsecretario de estado Nicholas Burns, trabajó incansablemente para preparar el terreno y garantizar el éxito y la seguridad de la visita.
Más importante todavía que esto, sin embargo, ha sido la sombra de un militarismo nuclear que precedió la visita presidencial. La misión Bush es un verdadero pájaro de mal agüero para el Sur de Asia, y particularmente para India y Pakistán, y nuestros miedos se han vuelto realidad. Se firmó el acuerdo al que se tilda de histórico, y ahora India procederá con un plan que lo separa de los otros países asiáticos, y a poner en práctica los compromisos que se establecen en la declaración de cooperación nuclear del 18 de julio de 2005, que apuntan a la plena cooperación nuclear civil entre el país y los Estados Unidos.
Este acuerdo debe analizarse desde tres ángulos:
(a) La santificación de los arsenales y el debilitamiento del desarme. Esto conducirá al desarrollo de la carrera armamentista en la región, con el consiguiente incremento de la inseguridad del Sur de Asia (los Estados Unidos ya han ofrecido venderle F16 a la India). También se dice que se ha redactado un acuerdo de defensa, que no se está discutiendo en el parlamento ni se conoce en los medios. Este acuerdo tendrá en el futuro, una dimensión nuclear todavía más aterradora, y ni que hablar de sus consecuencias negativas para el proceso de paz entre India y Pakistán. Al gobierno no parece importarle qué significa esto para los millones de personas empobrecidas en la región, pero sí le preocupa a la gente, y esto resulta evidente en las protestas que tuvieron lugar en todo el país ante la visita de Bush. El acuerdo aumentará el resentimiento que existe a nivel mundial contra el doble discurso que utilizan los Estados Unidos y la India, y fomentará la futura proliferación en Irán, Pakistán, Siria y Corea del Norte. No estamos convencidos de que el acuerdo fomente una conducta “responsable” de parte de India, porque una vez que se importen la tecnología y el material nuclear, el país estará en condiciones de destinar sus escasas existencias de uranio a aplicaciones militares.
(b) Otra consecuencia predecible es el desarrollo de una estrecha asociación entre India y Estados Unidos en la cuestión de Irán. La AIEA se está reuniendo nuevamente ahora mismo en Viena y no tenemos una idea clara de la posición de la India al momento de escribir este artículo. También es posible que las derivaciones afecten al oleoducto Irán – Pakistán – India. Esta oferta de cooperación nuclear, especialmente dirigida a la producción de energía, implica sumir la planificación geo-estratégica de la India en un completo desorden, y un futuro incierto para los gasoductos desde Irán y Birmania/Myanmar.
 
No es coincidencia que Mani Shankar Aiyar, el anterior Ministro de Petróleo, fuera removido de su cartera unas pocas semanas antes de la visita de Bush. Aiyar no sólo estaba determinado a seguir adelante con el gasoducto Irán-Pakistán-India, sino que además tenía la idea de crear una red de oleoductos pan asiática.
(c) la red de oleoductos pan asiática constituía un intento de conectar los campos de petróleo y gas de Kazakhistán en Asia Central e Indonesia en el Sureste de Asia, a las economías de India y China que son grandes consumidoras de energía. Aiyar estuvo hace muy poco tiempo en China y firmó históricos acuerdos entre China e India, no sólo en relación a los requerimientos energéticos, sino además sobre no competencia y propuestas conjuntas de producción y transporte. Todo esto probablemente pasará ahora a segundo plano, ya que el nuevo ministro de petróleo, Murli Deora, se ha expresado en forma cuidadosamente ambivalente sobre el futuro de los emprendimientos de su predecesor. Los Estados Unidos no podían haber pedido más, porque si se creara una red energética pan asiática, se modificaría drásticamente la correlación de fuerzas en lo económico en perjuicio de Estados Unidos y Europa, y a favor de Asia. Se ha perdido una oportunidad de forjar un nuevo frente geopolítico progresista para contrarrestar los designios estadounidenses en la región.
El llamado “acuerdo de seguridad” entre India y Estados Unidos ha creado un sentimiento de gran inseguridad en el Sur de Asia al ofrecerle legitimidad a los dictados de la India como “hermano mayor” de la región. Sin embargo la cercanía entre India y Estados Unidos ha provocado enormes fisuras entre los miembros de la coalición gobernante UPA. Para vergüenza de Manmohan Singh, los partidos de izquierda, que han apoyado desde fuera a su gobierno liderado por el partido el Congreso, organizaron protestas masivas con concurrencias que oscilaron entre 50.000 y 200.000 personas en casi todos los rincones del país. Las organizaciones musulmanas, de los agricultores, los trabajadores y diversas organizaciones y movimientos de la sociedad civil se sumaron a las protestas. Los temas destacados en las manifestaciones y en los discursos fueron la agenda nuclear, el oleoducto Irán-Pakistán-India, y la exigencia de que el gobierno revea su política de alineamiento con los Estados Unidos y trabaje en pos de una real alternativa a los centros de poder de Estados Unidos y Europa. También hubo una condena del contenido y la publicación de las caricaturas danesas.
Esto no ha sido fruto solamente del rechazo al acuerdo India-Estados Unidos, sino también al voto de la India contra Irán en el AIEA, a la política económica reformista pro-libre comercio del gobierno y a la traición de India al resto del mundo en desarrollo en la Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong.
El gobierno de la UPA ganó las elecciones con una agenda progresista que proponía revertir las políticas del anterior gobierno de derecha del BJP, pero en los últimos 21 meses ha aplicado expeditivamente las políticas más regresivas de sus predecesores. Mientras la crisis de legitimidad de la UPA se profundiza en el ámbito social, político, económico y de la política exterior, está por verse todavía si las fuerzas políticas progresistas lograrán alinearse para forjar un proyecto independiente para el país que permita realinear a la India con el mundo en desarrollo.
La resistencia al gobierno de la UPA crece no sólo entre la izquierda tradicional, sino también en otras expresiones tan diversas como los musulmanes, los agricultores y los trabajadores. Las manifestaciones contra Bush dejaron ver una unidad poco común entre todas estas fuerzas. Es probable que los intentos de Estados Unidos de aumentar su influencia en los asuntos del Sur de Asia tengan como consecuencia un efecto paradójico: la creación de nuevas divisiones y la generación de más violencia en nombre del terror y el contra-terror, pero también el fortalecimiento de una unidad más diversa en el país y en el conjunto de la región.
* Varsha Rajan Berry es investigadora asociada de Focus on the Global South en India.


 

Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ([email protected]) .

Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ([email protected]) para

REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (http://www.redes.org.uy/)

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