por Aileen Kwa*
Cuando faltan menos de 60 días hábiles para la Conferencia Ministerial en Cancún –en su estilo característico cuando está bajo presión, la OMC se ha desplazado a una modalidad de consultas más secreta y falta de transparencia. El proceso se caracteriza por la ‘flexibilidad’ –lo que significa que los procesos se inventan en el momento para adecuarse a los intereses de los poderosos- y opacidad. El proceso es rigurosamente controlado por el Secretariado y los Presidentes de los órganos de negociación -en lugar de sólo ser facilitado por ellos- y tienen su mira en los Ministros, y no en los expertos técnicos radicados en Ginebra quiénes están más familiarizados con el “diablo” que se esconde en los detalles del lenguaje excesivamente técnico.
Para rematar, no hay un proyecto de texto para la Ministerial, y los Miembros de los países en desarrollo no saben cuándo aparecerá. A los Miembros les han dicho que sólo se sabrá más el 24 de julio, sólo tres semanas hábiles antes de Cancún, dejando por lo tanto poco tiempo a las delegaciones de los países en desarrollo para que den su parecer respecto al texto y se coordinen entre ellos.
Lo que está en juego en Cancún
Las expectativas para esta Ministerial son altas. El hecho de que no se haya cumplido con importantes plazos relacionados con las cuestiones de “desarrollo” –trato especial y diferenciado, aplicación y Derechos de Propiedad Intelectual Relativos al Comercio y la salud- ha planteado interrogantes sobre cuán genuinos son los actores más poderosos en la OMC -especialmente EE.UU. y la UE- en cuanto a sus intenciones de avanzar en verdaderamente en un programa de “desarrollo”. La imagen pública de la OMC está tambaleando y el Secretariado de la OMC, EE.UU. y la UE, están tratando de minimizar los daños. Cancún será un punto de inflexión que determinará si ellos ganan o pierden la batalla por blanquear a la OMC.
Además, se esperaba llegar a un acuerdo en las negociaciones sobre modalidades en la agricultura a fines de marzo, pero todavía no hay un acuerdo a la vista y las decisiones respecto a iniciar o no negociaciones sobre inversiones, competencia, transparencia en la contratación pública y facilitación del comercio (las cuestiones de Singapur) también tendrán que ser adoptadas en Cancún. Los grandes conductores de la OMC no quieren que Cancún se convierta en otro Seattle, en donde no se llegó a ningún acuerdo. Aparte del desastre que esto significaría desde el punto de vista de las relaciones públicas, un escenario de ese tipo podría provocar el cese de la ‘ronda’ de negociaciones que supuestamente debía concluir en diciembre del 2004. (Tanto el Comisionado de Comercio de la UE, Pascal Lamy, y el representante comercial de EE.UU., Robert Zoellick, deberán dejar sus cargos a fines del 2004 y sin dudas querrán alcanzar el “éxito” antes de irse). Aún así, en lo que respecta a la agricultura, EE.UU. y la UE continúan sosteniendo sus posiciones aparentemente irreconciliables. Con relación a los nuevos temas, las discusiones en Ginebra sólo han resaltado las amplias diferencias entre los países desarrollados y en desarrollo. Como consecuencia del estancamiento de las negociaciones sobre agricultura, los países en desarrollo también están reteniendo las negociaciones sobre el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS por su sigla en inglés). A casi dos meses de iniciada la ronda de “ofertas” en la que los países indican los sectores que están dispuestos a liberalizar, pocos lo están haciendo y aquellos que tienen intenciones de hacer ofertas sólo han presentado posiciones minimalistas.
Este estancamiento no es ajeno a los negociadores comerciales: Es arte y parte de la estrategia de negociación de los grandes actores –sostener posiciones extremas, negociar en paralelo con los iguales (EE.UU. y la UE llegarán a sus propios acuerdos privados), ofrecer algunas zanahorias y amenazar con el látigo a los países en desarrollo, mezclando una gran dosis de contactos personales con los Ministros con fuerte carga de persuasión y coerción. Claramente, arrancar un “consenso” al final es posible (como se hizo evidente en la Ministerial de Doha en el 2001), pero si se quiere lograr el resultado “correcto” es fundamental que unos pocos mantengan el control del proceso. La transparencia y la inclusión en los procesos de toma de decisiones en el camino hacia la Ministerial y en la Ministerial en sí no conducen a ese resultado, tal como se demostró en Seattle donde el texto borrador era un texto de los Miembros -y no un texto del Presidente- que reflejaba la variedad de posiciones distintas sostenidas por ellos. En su lugar son necesarias la marginación, la exclusión y la opacidad, pero insistimos, todo esto debe ser orquestado con sumo cuidado de manera tal que haya por lo menos la apariencia de una cierta participación para evitar que los marginados se revelen.
Esto es exactamente el proceso que está develándose hoy en Ginebra a medida que los 146 países de la OMC se preparan para la 5ta Conferencia Ministerial que se realizará en septiembre.
Características del proceso hacia Cancún
1.Flexibilidad: reglas de procedimiento poco claras
A partir de marzo de este año ya había muchos rumores en torno a cómo los preparativos de la Ministerial se llevarían a cabo en Ginebra, y se hablaba incluso de cómo la Conferencia Ministerial fracasaría y que la ronda tendría que extenderse en el tiempo. Se manejaron varias ideas sobre cómo abordar la Ministerial de manera tal que se pueda lograr un consenso –fuera ya con una declaración, un comunicado, un informe de avances, o ninguna declaración en absoluto- pero no hubo ninguna discusión formal sobre estos temas entre toda la membresía. El 8 de mayo, en lugar de consultar a los miembros el Director General Supachai Panitchpakdi y el Presidente del Consejo General el Embajador uruguayo Carlos Pérez del Castillo llamaron a los jefes de delegación (es decir a los Embajadores) para una reunión informal “informativa” sin registro en actas, en las que se les “informó” acerca de cuál sería el proceso.
En lugar de delinear un abordaje claro para las negociaciones hacia Cancún, Castillo dijo que a pesar de que todos los Miembros tienen un fuerte interés en tener “un cronograma lo más claro y predecible posible para las próximas semanas… Estoy seguro que entenderán que hoy no es posible predecir con certeza cada paso o su ritmo… Necesitaremos mantener la flexibilidad necesaria para manejar un proceso en desarrollo, mientras por supuesto operamos en una forma transparente y ordenada” (JOB (03)/88, 9 de mayo de 2003).
La ‘flexibilidad’ a la que hace referencia estaba en el corazón de un violento debate después de Doha. El Grupo de países con Espíritus Afines (LMG por su sigla en inglés), que incluye a Cuba, Egipto, Honduras, India, Indonesia, Jamaica, Kenia, Malasia, Mauricio, Pakistán, República Dominicana, Sri Lanka, Tanzania, Uganda y Zimbabwe, insistió en que debería haber reglas de procedimiento formales antes y durante las Ministeriales (WT/GC/W/471, 24 de abril de 2002). Por ejemplo, sus sugerencias respecto al proceso preparatorio previo a las Ministeriales incluían:
Cualquier procedimiento de negociación a ser adoptado en la fase preparatoria, debe ser aprobado por los Miembros por consenso en reuniones formales.
El proyecto de programa debe ser elaborado sólo después de que se les haya dado a los Miembros la posibilidad de expresar sus puntos de vista.
Debe haber reuniones formales frecuentes del Consejo General para llevar cuenta del progreso del trabajo preparatorio y se debe labrar actas de tales reuniones.
Deber haber tiempo suficiente para que las delegaciones analicen los documentos para facilitar su adecuada consideración y consultas con las capitales.
El proyecto de declaración ministerial debe ser acordado por consenso. Cuando esto no sea posible las diferencias deben reflejarse en su totalidad y en forma apropiada en el proyecto de declaración ministerial… Si la mayoría de la membresía se opone con fuerza a la incorporación de un tema en la declaración, entonces ese tema no debe ser incluido en el proyecto de declaración.
En el proceso preparatorio para la Conferencia Ministerial el Director General y el Secretariado de la OMC deben permanecer imparciales frente a los temas específicos que aborda la declaración ministerial.
La lista continúa y es escandalosa no por su contenido exigente, sino porque las demandas son tan básicas. Estos procedimientos deberían ser obviamente inherentes al funcionamiento de cualquier organismo internacional basado en normas.
El esfuerzo del Grupo de Espíritus Afines fue una reacción frente a una experiencia desagradable que los negociadores de los países en desarrollo vivieron en la Ministerial de Doha. Murasoli Maran, el entonces Ministro de Comercio de la India, resumió así su experiencia de los últimos dos días de la Ministerial de Doha:
“Sólo se les solicitó que participaran (en las reuniones de la Sala Verde) a unos pocos miembros de la OMC. Incluso durante las discusiones de la noche del trece al catorce de noviembre -la incesante reunión de 38 horas de duración- los textos iban apareciendo a último momento para ser discutidos, sin dar tiempo suficiente para que fueran examinados por las respectivas delegaciones. ¿Quién preparó esa avalancha de proyecto tras proyecto? ¿Por qué? No lo sabemos. A última hora –probablemente después de 37 horas y 45 minutos- ellos produjeron un proyecto –como un mago que saca un conejo de su galera- y dijeron que era el Proyecto Final.
‘La táctica parecía ser producir un proyecto en altas horas de la noche y forzar a otros a aceptar eso o algo muy similar a eso. ¿Ha sucedido esto en alguna otra conferencia internacional? Definitivamente no. Por lo tanto, con dolor y angustia, yo diría que cualquier sistema que en el último minuto obliga a muchos países en desarrollo a aceptar textos en áreas de vital importancia para ellos, no puede ser un sistema justo. Yo propondría con firmeza que la Membresía de la OMC hiciera una introspección seria sobre la justicia del proceso preparatorio para las Conferencias Ministeriales.” (Discurso en la Cumbre Económica de India, 4 de diciembre de 2001).
Sin embargo, el documento de posición del Grupo de Espíritus Afines fue ferozmente contrarrestado por un grupo de países desarrollados. Comandado por Australia, el grupo integrado también por Suiza, Canadá, Corea, México, Nueva Zelanda, Singapur (WT/GC/W/477, 28 junio de 2002) reclamaba “flexibilidad”. Ellos argumentaban que:
“Los enfoques preceptivos y detallados del proceso preparatorio son inadecuados y no crearán las mejores condiciones para alcanzar un consenso en la reunión de Cancún. En una organización dirigida por sus Miembros es necesario preservar la flexibilidad de los procesos y evitar la rigidez”.
El Grupo de Espíritus Afines no tenía el peso político suficiente para hacer valer sus puntos de vista en la institución en las consultas que concluyeron en el 2002. Un país que era signatario del documento dijo que el mismo había sido “congelado”. Ellos -en representación del Grupo de Espíritus Afines- le han dicho al Embajador uruguayo que retome las consultas pero no están seguros de su nivel de compromiso.
Perturba el hecho que una organización internacional supuestamente basada en reglas se mofe de ellas, o invente procedimientos en la marcha para adecuarlos de forma que les permita un resultado que responda a los intereses de los Miembros más poderosos.
2. Ofuscación y opacidad
Esta clase de ‘flexibilidad’ conduce a la ofuscación y a la opacidad. El proceso de negociaciones actualmente está opacado por aspectos no resueltos, que podrían generar sorpresas a medida que se acerca la Ministerial o en la propia Ministerial. Esto podría significar que los países en desarrollo queden en la retaguardia forzándolos a reaccionar en lugar de controlar el proceso.
En la misma reunión de los Jefes de Delegación, el 8 de mayo, el Director General Supachai le dijo a los Miembros que la totalidad del paquete sólo estaría disponible en el Consejo General el 24 de julio. Mientras tanto las negociaciones continuarán en los varios grupos de negociación. Los delegados de los países en desarrollo no están seguros si el 24 de julio se dará a conocer alguna clase de proyecto de declaración. Un delegado, refiriéndose a la Mini Ministerial de Canadá a la que sólo estarán invitados unos 25 Miembros y que posiblemente tendrá lugar a fines de julio, opinaba que el proyecto de declaración sólo estará disponible a principios o mediados de agosto, dependiendo de los resultados en Canadá.
La OMC cierra por dos semanas en el verano entre el 26 de julio y el 10 de agosto. Cualquier proyecto que se publique después de las vacaciones les dará a los delegados unas tres semanas para reaccionar. Si tenemos en cuenta cómo los textos legales están siendo redactados por los Presidentes (ver la próxima sección), la falta de tiempo es causa de preocupación. Normalmente los delegados deberían tener el tiempo suficiente para enviar los proyectos a sus capitales, coordinar con otros países en desarrollo y presentar sus puntos de vista en las reuniones del Consejo General. El lapso de tres semanas parece haber sido especialmente diseñado para abortar estas respuestas, de modo tal que las decisiones más importantes tendrán que ser adoptadas por los Ministros en Cancún -cuyo manejo de los complejos aspectos técnicos de las negociaciones comerciales no puede ser comparado con el de sus expertos comerciales en Ginebra.
3. Texto del Presidente en lugar de Texto de los Miembros, los Presidentes dirigen las negociaciones en lugar de facilitarlas.
En los tiempos del GATT al igual que durante los primeros años de la OMC, nunca se oyó que un Presidente redactara el proyecto de texto en el que incorporaba lo que a su juicio era el mejor arreglo que podrían llegar a hacer los Miembros. Tradicionalmente el papel del Presidente es facilitar las negociaciones entre los Miembros para resolver las discrepancias. Si éstas persisten los textos de negociación elaborados por los Presidentes invariablemente reflejan las diferencias de opinión, colocando las varias opciones entre corchetes. En ese caso el producto sería un “texto de los Miembros”.
Stuart Harbinson presidió el Consejo General previo a la Ministerial de Doha cuando ocupaba el cargo de Embajador de Hong Kong. Él se apartó de los procedimientos de negociación de las organizaciones internacionales al largarse a producir un “texto del Presidente” en el camino hacia la Ministerial de Doha. En lugar de reflejar en su borrador las diversas posiciones él actuó contraviniendo las normas internacionales y del GATT/OMC al presentar lo que a su “mejor juicio” era una posición conciliadora. Esta técnica tuvo un efecto negativo para los Ministros de los países en desarrollo presentes en Doha, ya que el texto invisibilizó las posiciones de estos países, especialmente en torno a los controvertidos Nuevos Temas y sólo reflejó la posición común de EE.UU. y la UE.
Desafortunadamente para la OMC, este peligroso precedente se ha reiterado después de Doha en todas las áreas de negociación clave. Los textos sobre ADPIC y salud, agricultura y sobre las negociaciones de aranceles industriales no agrícolas, han sido elaborados al “estilo de Harbinson”. Los países en desarrollo que plantearon objeciones antes de Doha (por ejemplo Nigeria que denunciara el texto de Harbinson, India, los Países Menos Adelantados, el Grupo Africano, etc.), parecen estar sufriendo de resistencia-fatiga y cada vez más resignados a este tipo de estrategias.
Desdichadamente los Miembros pueden esperar más de lo mismo antes de Cancún. El Director General Supachai no prometió menos a los Miembros en la reunión del 8 de mayo cuando dijo que “los presidentes del grupo de negociación están trabajando duro para cumplir con sus mandatos… El Presidente del Consejo General y yo trabajaremos junto a ellos para maximizar las posibilidades de éxito de este proceso integrado de múltiples niveles…” (JOB(03)/88, 9 de mayo de 2003).
El Embajador de EE.UU. Deily, se hizo eco de esos comentarios ante el Comité de Negociaciones Comerciales el día 9 de mayo, donde refiriéndose a la Ministerial en Cancún dijo que “tendremos que pasar por una evaluación sistemática de los requisitos de Doha que esté bien preparada de antemano por parte del Director General y el Presidente Pérez del Castillo” (Declaración del Embajador Deily ante el Comité de Negociaciones Comerciales, 9 de mayo de 2003).
Haciendo una observación sobre la situación actual un ex Embajador ante el GATT/OMC dijo “se supone que los Presidentes tienen que facilitar las negociaciones entre los Miembros y no adivinar sobre las negociaciones y exponer su interpretación de una posición conciliadora. Antes, nosotros nunca hubiéramos hecho algo así. Éramos mucho más prudentes. Nunca nos hubiéramos atrevido a poner nuestra mejor interpretación de una posición conciliadora cuando los Miembros mantenían posiciones divergentes.
En virtud del hecho de que los Presidentes son elegidos por estar más cerca de los grandes actores o por tener los oídos de los grandes actores, ellos tendrán determinados puntos de vista. Por lo tanto si los Presidentes llegan con su texto invariablemente significa que las posiciones que ellos toman reflejan más los intereses de determinados actores que los de otros.”
4. Mini-Ministeriales/Reuniones de Sala Verde y presiones en las Capitales
En el proceso de negociaciones previo a Cancún es también crítica la presión sobre los Ministros en las capitales y lo que algunos representantes en Ginebra perciben como la marginación de los Embajadores y expertos de Ginebra.
Después de Doha se han realizado dos Mini-Ministeriales en las que sólo han sido invitados unos 25 Miembros, una en Sydney y otra en Tokio, y todavía hay dos más in ciernes –Egipto en junio y Canadá en julio.
En Ginebra se oyeron algunas críticas bastante fuertes después de la reunión del Consejo de Ministros de la OCDE en París a fines de abril. Algunos delegados de países en desarrollo incluyendo al Director General, se unieron a los miembros de la OCDE en una reunión exclusiva sobre la OMC en París. A su regreso presentaron un breve informe sobre lo que había ocurrido para quiénes no habían sido invitados, lo que llevó a que algunos protestaran porque el proceso de Ginebra había sido marginado.
Entre el 21 y 22 de junio tendrá lugar una Mini-Ministerial informal en Sharm el-Sheikh, Egipto. Ministros de sólo 27 países Miembros (incluyendo a la UE como uno) han sido invitados. Entre ellos: Australia, Bangladesh, Brasil, Canadá, Chile, China, Costa Rica, Egipto, Estados Unidos, Hong Kong, India, Indonesia, Japón, Jordania, Kenia, Lesotho, Malasia, Marruecos, México, Nueva Zelanda, Nigeria, Senegal, Singapur, Sudáfrica, Suiza, Tailandia, Unión Europea.
La Mini-Ministerial se centrará en los temas relativos a acceso a los mercados –aranceles industriales, agricultura y servicios- ADPIC y trato especial y diferenciado, así como en las cuestiones de Singapur, en una sesión durante la cena que sin dudas constituirá una instancia política muy importante para negociar y forzar un ‘consenso’ con los Miembros de los países en desarrollo. La Mini-Ministerial canadiense será más central aún. Previo a la reunión de Doha, la Mini-Ministerial en Singapur llevó a que los delegados en Ginebra sintieran que las “cosas eran diferentes”. Los resultados de esa Mini-Ministerial de Singapur no eran diferentes de lo que finalmente se acordara en Doha. Es claro que ahora se está planificando un escenario similar.
Estas Mini-Ministeriales son ilegítimas ya que excluyen a unos 100 Miembros de la OMC. Resulta irónico que un “Programa de Desarrollo” se esté negociando cuando la mayoría de los Miembros de los países en desarrollo no se encuentran alrededor de la mesa. Mientras que los coordinadores de los grupos de países en desarrollo –a saber, los Países Menos Adelantados y el Grupo Africano- participarán en la Mini-Ministerial de Egipto (Bangladesh y Marruecos, respectivamente) ellos no han recibido un mandato para negociar a nombre de los demás.
Desafortunadamente esta clase de contactos en las Mini-Ministeriales son oportunidades para la cooptación y la coacción. Los Ministros de los países menos poderosos, que dan seguimiento a una agenda más amplia, están en desventaja en este tipo de negociaciones. Además es evidentemente antidemocrático que las decisiones se tomen en un grupo pequeño, para luego ser presentadas a la Membresía más amplia como un hecho consumado.
Un diplomático de un país en desarrollo favorable a los Nuevos Temas hizo la siguiente observación sobre la división entre Ginebra y las capitales:
“Ahora estamos en un impasse. Los Embajadores no están dispuestos a tomar decisiones. Hay mucho en juego y no quieren ser quienes entreguen la casa. Por eso dejan las decisiones para los chicos grandes. Y después se quejan porque el proceso de Ginebra esté siendo marginado”.
5. Las negociaciones en Ginebra avanzan de manera informal
Las reuniones “informativas” para los Jefes de Delegación en el proceso preparatorio de Cancún que tienen lugar en Ginebra se desarrollan de manera informal. Esto nuevamente es preocupante y esta preocupación fue expresada por India y por muchos otros países en desarrollo en la reunión de los Jefes de Delegación el 8 de mayo.
La OMC es propensa a realizar reuniones informales sin registro. En el proceso hacia Doha las reuniones preparatorias a nivel del Consejo General eran informales, algunas veces le seguían reuniones formales (aunque la frecuencia de las reuniones formales era menos que satisfactoria). En la medida en que en estas reuniones formales se labraban actas las posiciones de los países se hicieron públicas. Al menos estas posiciones públicas aportaron a la transparencia de la institución y posibilitaron comparar después de Doha las posiciones finales de los países con sus posiciones iniciales. Las diferencias entre sus posiciones pre-Doha y pos-Doha arrojaron alguna luz sobre lo que debe haber ocurrido en el cuarto de atrás.
En términos de memoria institucional las reuniones formales con actas son muy importantes porque permiten que los que lleguen más tarde tengan conocimiento sobre las circunstancias que moldearon el programa actual. Esto también es importante ya que el lenguaje de la OMC es a menudo ambiguo para acomodar posiciones variadas. Las actas pueden ayudar a arrojar luz al significado de las palabras ambiguas. Los países que son más débiles políticamente salen perdiendo al no contar con estos registros.
6. Presiones bilaterales
La ecuación de poder inequitativa entre los países desarrollados y la mayoría de países en desarrollo es un factor determinante a la hora de ver hasta qué punto los países en desarrollo pueden defender sus posiciones en las negociaciones.
Aunque el consenso significa que en teoría un país puede oponerse al paquete presentado y por lo tanto detener las negociaciones, ningún país en desarrollo, ni siquiera India, es capaz de hacerlo en la práctica. Todos y cada uno de los países en desarrollo tienen al menos un área vulnerable con relación a EE.UU., la UE y/o Japón. Puede ser en la esfera de exportaciones, ayuda, deuda, préstamos del FMI que pueden ser congelados, acceso preferencial (especialmente el acuerdo entre los países ACP y la UE, o de los países africanos con EE.UU. en el contexto de la Ley de Crecimiento y Oportunidad Africano-AGOA, por su sigla en inglés). Las amenazas de que sus exportaciones y el comercio se verán perjudicados son parte de la realidad cotidiana de los Ministros y de los negociadores en Ginebra. Los países que actualmente están involucrados en negociaciones de libre comercio bilaterales con EE.UU. son especialmente cuidadosos. Según su grado de dependencia o vulnerabilidad, los delegados del Sur moderan su tono en las negociaciones.
Si estas prácticas no son suficientes para silenciar debidamente a los negociadores, los Embajadores corren peligro de perder sus puestos. Muchas veces se presiona a los países para que retiren a sus representantes. Algunos Embajadores opositores fueron retirados después de Doha y esto ha debilitado en forma considerable los agrupamientos de países en desarrollo en Ginebra. (Un ejemplo muy reciente de esto en el contexto de la onU ocurrió en Nueva York cuando el Embajador Chileno fue retirado de su cargo por su oposición a la guerra en Irak.)
La situación política global hoy día –la voluntad explícita de EE.UU. de actuar unilateralmente- y el despliegue del poderío militar, son también factores que invariablemente pesan en las mentes de los Ministros de los países en desarrollo que intervienen en las negociaciones de la OMC.
Un diplomático de un país en desarrollo de América Latina comentó informalmente que “el proceso actual es tan poco transparente como durante la última Ministerial. Para serte franco, el problema ahora (comparado con el proceso previo a Doha) es que los países en desarrollo son más débiles que antes como resultado de las presiones bilaterales y la situación política general”.
Según un diplomático africano, los esfuerzos de algunos africanos de sumar a otros a una posición más crítica respecto a los subsidios domésticos en las negociaciones sobre agricultura en Ginebra, a principios de este año, dieron como resultado una serie de llamadas telefónicas a las capitales. Él dijo, “Cuando reciben una llamada de uno de los muchachos de Pascal Lamy, saben que están manejando un asunto sensible”. Como consecuencia la iniciativa fue abandonada y lo que está actualmente sobre la mesa parece ser otro mal negocio para los países en desarrollo.
Nueva Zelanda: Mas transparencia llevara las negociaciones a la clandestinidad
Bastante inesperadamente en la reunión del CNC del 9 de mayo, el Embajador de Nueva Zelanda Timothy Groser alertó a los países en desarrollo para que no presionaran por una mayor transparencia en los procesos de toma de decisiones. Groser alertó que con una membresía de 146 países si cada proceso de toma de decisiones involucraba a todos los miembros el proceso no conduciría a ninguna parte. Los esfuerzos por lograr la transparencia interna, dijo, serían contraproducentes y empujarían al proceso de negociaciones a la clandestinidad.
Tratándose de un país supuestamente “democrático”, se podría esperar un tono bastante distinto de Nueva Zelanda. De todos modos el proceso ya parece haber pasado a la clandestinidad puesto que está totalmente bajo el control del equipo del Director General y Harbinson y el Presidente del Consejo General en alianza con los actores principales.
Conclusiones
A menos que los organismos internacionales que crean normas internacionales sean instituciones que existen en el mundo de hoy solamente para legitimar la voluntad de los poderosos, lo que está ocurriendo en la OMC es una aberración grave respecto de las aspiraciones de “multilateralismo” de la mayoría de los Miembros de la OMC. En lugar de erigirse en defensa de los más débiles, la OMC está haciendo un buen trabajo de institucionalización de la voluntad de los poderosos.
Quizás todo se resuma en lo que dice John Musonda, de la Internacional de Redes Sindicales en Zambia: “es la misma ecuación colonial de siempre. Nuestros pueblos no poseen nada, no tienen nada bajo su control. Sus pueblos (los del Norte) son desarrollados y ahora quieren ampliar el comercio. Nuestros pueblos no son desarrollados, nosotros no podemos ampliar el comercio (Khan, Farra, IPS 24 mayo de 2003 ‘A Strategy for the Next WTO Meeting in México’).
La imposición de una agenda corporativa expansionista sobre la mayoría de los países del Sur sólo puede ocurrir en circunstancias de marginación, ofuscación, procedimientos ‘sin reglas’ y ‘persuasión’.
* Aileen Kwa es analista política e investigadora asociada de Focus on the Global South, radicada en Ginebra.