por Aileen Kwa*
GINEBRA, 25 de julio de 2006. De acuerdo a distintos informes, la reunión de 14 horas del domingo 23 de julio de los ministros del G6 –Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Brasil, India y Australia- terminó al despuntar la mañana del lunes. Los ministros ni siquiera llegaron a discutir el acceso al mercado de productos no agrícolas (AMNA o NAMA por sus siglas en inglés). La mayoría de los reunidos llegaron con la expectativa de que hubiera algún movimiento. Se tiraron a la discusión algunos números sobre acceso a los mercados agrícolas. Sin embargo, según fuentes internas, el representante de comercio de los Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés) no contestó, dejando en claro que a pesar de las promesas del Presidente Bush en el G8 de que habría flexibilidad, este país no modificó en absoluto sus propuestas anteriores en materia de ayuda interna. El director general de la OMC Pascal Lamy se mostró crecientemente abatido a medida que la reunión se fue desgastando.

En la reunión informal del Comité de Negociaciones Comerciales (CNC) del 24 de julio, Lamy declaró que sin las modalidades en agricultura y el AMNA, “está claro que no se podrá terminar la Ronda a fines del 2006”.
Convocó a suspender las negociaciones: “Enfrentados a este impasse persistente, creo que el único camino que puedo recomendar es suspender las negociaciones de la ronda en su conjunto… En términos prácticos, esto significa que todo el trabajo en todos los grupos de negociación debe suspenderse ahora, y esto mismo se aplica a las fechas tope que se han fijado distintos grupos”. Y continuó diciendo que no iba a establecer nuevos plazos. “No pretendo proponer nuevos plazos ni una fecha para reiniciar las actividades de los grupos de negociación. Para eso es necesario que existan condiciones que permitan avances renovados, y esto significa cambios en las posiciones que hoy están anquilosadas. La pelota está claramente en cancha de ustedes”.
Puesto que se trataba de una reunión informal, la decisión de suspender formalmente las conversaciones tendrá lugar en la reunión formal del Consejo General del 27 de julio.
En respuesta a las declaraciones de Lamy, algunos miembros de la OMC hicieron los comentarios siguientes:
El ministro de de comercio de la India Kamal Nath dijo que habían tenido la impresión durante mucho tiempo de que había muy poca flexibilidad política por parte de algunos miembros. La reunión del G6 no había hecho más que exponer el tema ante la opinión pública. Declaró que en el curso de las negociaciones los países desarrollados trastocaron el mandato del Programa de Doha para el Desarrollo. Pretendían que se les compensase con mayor acceso a los mercados las reducciones planteadas a la ayuda interna. Desde el punto de vista de la India, no era ése el contenido del acuerdo. Por el contrario, la ronda tenía por objetivo eliminar las distorsiones del comercio, y aumentar los aspectos del desarrollo en el marco de la OMC, para beneficiar a los países en desarrollo. Nath reforzó la importancia de salvaguardar los medios de vida y sustento de los campesinos y el desarrollo rural.
El comisionado de comercio de la Unión Europea Peter Mandelson declaró que el responsable del colapso era Estados Unidos. Estados Unidos no pudo cuantificar ni calificar la flexibilidad que habían dejado entrever en el G8. Si lo hubieran hecho la UE habría mostrado mayor flexibilidad.
La UE estaba dispuesta a avanzar en aquellos temas ya maduros para un acuerdo anticipado. Mandelson sugirió retirar del compromiso único la facilitación del comercio, el trato especial y diferenciado, la asistencia para el comercio, y la cláusula de exención de cuota y exención de aranceles para los PMA, para negociarlos y acordarlos anticipadamente (Él fue el único en proponer esta estrategia. Según fuentes internas, esa fue más una declaración política que una propuesta, y seguramente no tomará vuelo.  No es probable que Estados Unidos la apoye.)
El ministro de relaciones exteriores de Brasil, Celso Amorin declaró que los países en desarrollo serán los grandes perdedores de este colapso. Se lamentó de que los compromisos de flexibilidad realizados en el G8 no se hubieran traducido en flexibilidades prácticas y concretas.
Susan Schwab, la representante de comercio de Estados Unidos reafirmó el apoyo de su país a la continuidad del Programa de Doha para el Desarrollo (PDD) y su compromiso con las negociaciones y la conclusión de la ronda. Responsabilizó del colapso a la falta de voluntad de los demás miembros del G6 para avanzar. Estados Unidos no recibió ninguna oferta adicional de acceso al mercado.
Hubo luego una larga lista de intervenciones de otros países. Aparentemente la atmósfera de la reunión no fue demasiado diferente de la de cualquier otra reunión ordinaria de la OMC. Algunos mensajes comunes: se elogió a Lamy por su labor y se le pidió que continuara brindando orientación y dirección. Casi todas las delegaciones manifestaron su profunda decepción y contrariedad.
Benín, en representación del Grupo de África declaró que como consecuencia de la ausencia de flexibilidad de parte de los países desarrollados, los pequeños países miembros de la OMC habían quedado atrapados como rehenes.
Bangladesh, hablando en representación de los PMA, declaró que compartía el punto de vista de que la suspensión era lo mejor si no había voluntad política para avanzar. También reafirmaron su preocupación con respecto a los medios de vida de los campesinos y agricultores.
Los países latinoamericanos se colocaron por fuera de los demás países en desarrollo. Aquí están incluidos Colombia, Ecuador, Uruguay, Costa Rica y Argentina. Dijeron que el fracaso no representaba un golpe sorpresivo. Que lamentaban que en el curso de las negociaciones, cada miembro se había preocupado más por salvaguardar sus propias flexibilidades y se había perdido de vista sus demandas sobre acceso a los mercados (en clara referencia a la posición del G33 sobre Productos Especiales y el Mecanismo de Salvaguardia Especial, y quizá también a la posición sobre productos sensibles de la UE). En consecuencia, las ganancias en acceso al mercado no eran suficientemente grandes para algunos como para justificar un acuerdo.
Nadie abordó la cuestión de cuándo se reanudarían las conversaciones. Sin embargo, gran parte de esto depende del estado de ánimo en el Congreso estadounidense respecto de la ayuda interna, la decisión (de producirse) de prorrogar o renovar la autoridad para promover el comercio (también denominada “fast track”) hasta la finalización de la ronda, y si el Congreso estadounidense, pasadas las próximas elecciones de noviembre, se mostrará más favorable a modificar las medidas de ayuda interna. Si bien no es posible descartar avances, según algunos observadores en Estados Unidos, conseguir la aprobación de su agenda en el Congreso el año próximo representa una batalla a contrapelo para un Presidente que está muy debilitado.
Algunas fuentes internas de la OMC consideran que el colapso de esta semana será mucho más grave que el colapso transitorio que se produjo en el curso de la Ronda Uruguay. En aquel momento la OMC recién nacía, y muchos querían hacer realidad la promesa de esta nueva institución. Esto ya no es así –ya no hay más ilusiones, ni de parte de los que quieren más acceso al mercado, ni de parte de la mayoría de los países en desarrollo, respecto de lo que les puede ofrecer la institución.
A pesar de las declaraciones formales de contrariedad en la reunión del CNC, fuera de la reunión, unos pocos delegados de los países en desarrollo con los que hablé apenas podían contener su euforia. Un delegado advirtió que no había que anunciar prematuramente la muerte de la ronda. Declaró que lo creería “solo después de verlo”. Sin embargo, estaba evidentemente feliz aunque debía contenerse “mientras esté aquí (en el edificio de la OMC)” aclaró.
Uno tras otro, los comunicados de prensa de las organizaciones de la sociedad civil celebran este colapso y convocan a generar alternativas al sistema de comercio multilateral actual –alternativas que se basen en las necesidades de los pueblos y no en las ganancias de las empresas.
* Aileen Kwa es investigadora asociada de Focus on the Global South y reside en Ginebra.