por Vijay Prashad*
El Foro Social Mundial se inició en India hace ya por lo menos un año, cuando comenzaron los debates sobre la naturaleza del FSM en el seno de la izquierda. Marxistas, liberales y otros, comenzaron a discutir sobre la utilidad del FSM, su papel dentro de India, el problema de la financiación para un evento de la dimensión del foro y el gran tema de la relación entre las luchas nacionales y la solidaridad internacional. El debate estuvo teñido de rencor, pero sin dudas ha sido vibrante, no pudiéndose esperar menos de una sociedad con la conciencia política que tiene India en la actualidad.
La historia comienza con el traslado del FSM de la ciudad de la izquierda (Porto Alegre) a la ciudad de la derecha (Mumbai).
El hecho de que llamemos a Mumbai –otrora Bombay- una ciudad de la derecha no significa que ella no tenga una historia gloriosa signada por la clase trabajadora, ni que la izquierda haya dejado de operar allí. Lo hacemos simplemente para indicar que Mumbai es el centro de incubación del cruel nacionalismo cultural que actualmente gobierna desde Nueva Delhi, además de ser el centro del capital financiero de la India (en Dalal Street, la Wall Street de India). Como en Nueva York, la poderosa clase obrera organizada de Mumbai fue liquidada en las últimas tres décadas por el capital financiero, las aseguradoras y la especulación inmobiliaria.
El Partido Comunista tuvo una fuerte presencia en Bombay, especialmente en la organización de los obreros textiles y en la exitosa lucha por la creación del estado lingüista de Maharasthra, cuya capital es Mumbai (el movimiento Samyukta Maharashtra de 1950). En ese período nadie hubiera podido imaginar que la izquierda se debilitaría, pero eso es lo que sucedió.
El primer golpe se produjo al cerrarse las fábricas, ya que la clase obrera perdió su trabajo y sus hogares. Incapaz de evitar el traslado de las industrias desde una ciudad con fuertes sindicatos a regiones sin sindicatos, el movimiento Comunista perdió parte de su base. En 1982, los trabajadores de las fábricas textiles siguieron al líder sindical Datta Samant en una prolongada huelga que levantó su dignidad, pero al mismo tiempo proveyó una oportunidad para que los industriales se retiraran por completo de la ciudad.
El periodista Praful Bidwai analizando la huelga dice, “Las grandes luchas de masas como esta son determinantes en la historia. Si son exitosas provocan cambios cualitativos y cambios de paradigma. Si fracasan, las consecuencias pueden ser sumamente dolorosas. La huelga textil fracasó, pero fue un Gran Fracaso, un evento histórico.” La lucha por la tierra ocupada por las viviendas obreras y por fábricas en desuso, es un remanente de esa lucha.
“La criminalización ya no es invisible,” observa el activista comunista Vivek Monteiro. “Se ha expandido vertical y horizontalmente. Se ha diversificado, multiplicado y esparcido a todas las áreas de la economía. Lo que antes era un riesgo ocupacional para los sindicatos, ahora se ha transformado en un riesgo ambiental para los ciudadanos.”
El segundo golpe llegó con el ascenso del Shiv Sena fascista. Fundado en 1966, el Shiv Sena fundamentó que los causantes de la pérdida de fuentes de trabajo no eran los industrialistas sino los trabajadores “extranjeros” de otros estados de la India.
Este tema continúa presente en la agenda política, ya que el Shiv Sena dedicó parte del 2003 a su campaña contra los “ de afuera” y a favor de los “hijos de la tierra”. El partido reclama que los trabajos poco calificados sean sólo para los “locales”, una estrategia de clase que le permite ganar aliados entre los sectores marginados de la sociedad y al mismo tiempo le posibilita cultivar vínculos con los “trabajadores calificados” más ricos, muchos de los cuales son “forasteros”.
Aun cuando esta campaña viola el Artículo 19 de la Constitución de la India (que garantiza el libre movimiento de sus ciudadanos), ella le ha proporcionado al Shiv Sena una camada de cuadros devotos entre aquellos que constituyen los huevos quebrados del omelet oculto de la globalización.
La bandera roja desapareció de muchos barrios obreros, dejándole lugar a la bandera color azafrán del Shiv Sena enarbolada en los mástiles temblorosos. Las persecuciones organizadas contra los musulmanes ayudaron a consolidar el poder del Shiv Sena: una comisión gubernamental de indagación, establecida para investigar un amotinamiento reciente dijo que “desde el 8 de enero de 1993, por lo menos (los disturbios comenzaron el 6 de enero), no caben dudas de que el Shiv Sena y los Shiv Sainiks asumieron la conducción de los ataques contra los musulmanes y sus propiedades, guiados por varios líderes del Shiv Sena, tanto líderes locales (shakha pramukhs) como dirigentes nacionales (Thackeray).”
La incorporación del ala amotinada movió hacia la derecha al ideológicamente inestable Congress Party (Partido del Congreso), alejándolo de sus orígenes semi-socialistas y llevándolo a la crueldad neoliberal y cultural, haciendo polvo la legitimidad de la social democracia entre los oprimidos.
La izquierda continúa viva en sus dos manifestaciones, como movimiento Comunista y como nuevos grupos sociales. Ambos jugaron un papel activo y creativo en la oposición a la actual configuración política –a las políticas neoliberales y a las políticas fundamentalistas del Shiv Sena, del partido Bharatiya Janata y el Partido del Congreso (que está junto al pueblo cuando actúa como oposición, pero que es antipopular cuando está en el poder).
Por lo tanto, no sorprende que los Comunistas y los nuevos grupos sociales estén trabajando conjuntamente para recibir al FSM. En efecto, esto es de por sí algo que debe celebrarse. La política local así lo exige.
Pero la política en torno a los anfitriones ya ha despertado agudas críticas por parte de un sector que fundó la ‘Resistencia de Mumbai’, una agrupación que se opone al FSM argumentando que el Foro no tiene una posición suficientemente clara de resistencia contra el capitalismo y porque en años anteriores ha recibido fondos de agencias y fundaciones sospechosas. El documento “La Economía y Política del Foro Social Mundial” de la Unidad de Investigación sobre Economía Política con sede en Mumbai, ofrece la argumentación más clara de las críticas realizadas por la Resistencia de Mumbai (disponible en http://www.rupe-india.org/index/html).
Hay mucho para aprender de este documento, pero en términos generales yo creo que las posiciones asumidas por la Unidad de Investigación son puristas en los hechos: no tienen en cuenta la actual situación política local y mundial. La embestida de la derecha global (de la que el BJP de la India hace parte) exige una aproximación amplia a la construcción de movimiento, y eso es lo que posibilita el FSM.
Durante los últimos meses, el periódico del Partido Comunista de India (Marxista), People´s Democracy, ha mantenido una columna que “piensa conjuntamente” sobre el Foro Social Mundial. Cada número ha levantado algunas de las críticas y ofrecido diversos puntos de vista sobre el tema (pueden leer el periódico en pd.cpim.org).
El Partido Comunista (CPIM), por ejemplo, se opone a ciertos aspectos de la Carta de Principios del FSM que excluye a los grupos “que toman la vida de la gente como método de acción política”. Los comunistas preguntan, ¿y qué pasa con los grupos que han tenido que tomar las armas para defender la existencia de sus comunidades de la aniquilación por parte de un Estado violento? El CPIM cuestiona también la Carta de Principios por excluir a los partidos políticos, y se pregunta si no se trata de un intento de los social demócratas y de los nuevos grupos sociales europeos de excluir a los comunistas europeos. Los lectores han enviado preguntas y se ha desarrollado un debate animado en torno a muchas de estas cuestiones.
Yo quiero compartir dos puntos de este debate que merecen alguna reflexión para aquellos que llegarán a India desde el exterior. El primero es sobre la naturaleza del FSM. Los Comunistas de la India ven al FSM, en las palabras del miembro del Politburo del CPIM, Sitaram Yechury, como “un espacio abierto y un espacio de contienda. El carácter de contienda deriva de las diversas concepciones ideológicas de las muchas fuerzas que participan en el foro. El FSM es un espacio abierto – abierto a quiénes se oponen a las políticas económicas neoliberales.
En India este espacio ha sido definido como de oposición a la globalización imperialista, al patriarcado, la guerra, las castas, el racismo y el ‘comunalismo’ (las exclusiones religiosas sectarias).” El FSM es un espacio abierto, pero también es un espacio estratégico para impulsar la transformación de la agenda anti-corporaciones en una agenda anti-capitalista, para pasar, como lo dice Yechury, de “No hay Alternativas” a “El Socialismo es la Alternativa”.
El otro gran debate previo al FSM ha girado en torno a la financiación, y por lo tanto al carácter de los grupos que participan en el FSM. En la India, los Comunistas y la izquierda, durante las dos últimas décadas han librado una lucha ideológica contra la “financiación externa”, contra la ‘ONGización’ de la vida política y especialmente contra la forma en que los donantes “internacionales” fijan la agenda y crean grupos que responden a ellos y no a la gente.
Más aún, el sector de las onGs es a menudo un socio de la globalización y se ha sumado al Banco Mundial y a otros en la crítica al estado: habla del “poder de la gente” sin ofrecer una propuesta específica de cómo construir este poder en la era de las privatizaciones.
En el contexto de este largo debate, los críticos del FSM, como la Resistencia de Mumbai y Unidad de Investigación, han planteado cuestionamientos respecto a los “fondos del exterior”. En efecto, agencias como la Fundación Ford llegaron a la India en 1950 con una agenda específica de socavar al comunismo.
Tal como escribiera Merl Curti en 1963, como la Filantropía Americana en el Exterior clásica, la Fundación Ford elegió trabajar en el Sur y Oeste de Asia “por la proximidad de la región a la Unión Soviética y a la China Comunista y la oportunidad de canalizar el nacionalismo creciente hacia fines humanitarios constructivos en un marco democrático.” El mandato de la Ford en India era promover las ideas del capitalismo de libre mercado en oposición no sólo al comunismo, sino también al nacionalismo radical (en los años ‘50 el Nasserismo era el blanco principal).
El FSM recibe financiación de donantes, pero la misma es muy pequeña en comparación al dinero gastado por los individuos y grupos que utilizan sus propios fondos para participar en el evento. El comité del FSM en India decidió no aceptar dinero de los donantes empresariales y rechazar fondos provenientes de “fuentes que están claramente alienadas con las fuerzas que promueven la globalización. Entre las agencias a las que NO se les solicitará financiación para el FSM en Mumbai se encuentran la DFID (agencia de financiación del gobierno británico), la AID de Estados Unidos, y las agencias controladas por las corporaciones, como la Fundación Ford y la Rockefeller.
Lo más importante es que el FSM en Mumbai costará menos de la mitad que el Foro de Porto Alegre del año pasado, “el evento,” dice el Comité del FSM de India, “debería ser modesto y se debería evitar la ostentación.” El punto más importante que los individuos y grupos quizás lleguen a Mumbai con financiación de agencias que tienen su propia agenda, “Pero considerando la naturaleza altamente dispersa de los recursos que se destinan a la organización del FSM –el grueso de los cuales es un aporte de un gran número de individuos y organizaciones – es difícil que unas pocas agencias de financiación puedan dirigir la trayectoria del FSM.”
El hecho de que el debate sobre la financiación haya tenido lugar en India y no en Estados Unidos es indicativo de que la vida política en EE.UU. ya ha sido usurpada por las onGs y las fundaciones. Pero para unos pocos partidos políticos gran parte del trabajo político se desarrolla en el mundo de las 501c3, muchas de las cuales tienen un “oficial de programa” cercano, cuyo juicio define el trabajo que hacemos. Necesitamos un debate público respecto a nuestra dependencia hacia las fundaciones para la consecución de fondos y no en la membresía u otro tipo de instituciones democráticas.
El escritor Suketu Mehta, cuyo libro Maximum City: Bombay Stories será publicado por Knopf el próximo año, dice que Mumbai es la ciudad más grande del planeta porque “todos los problemas del mundo se manifiestan allí.” La política en el lugar de encuentro es rica y se espera que los participantes del FSM se tomen el tiempo necesario para conocer la ciudad, para conocer “el desastre urbano de su construcción, pero” como Mehta plantea, “también cómo la ciudad, a pesar de esto, goza de tan buena salud.” Una de las razones es la vitalidad de la izquierda contestataria.
Este artículo fue publicado por primera vez en ZNET Commentary, 11 de enero de 2004