por Stuart Hodkinson*, Red Pepper Magazine
Make Poverty History parecería ser una historia de éxito sin precedentes para la política de desarrollo del Reino Unido. Esta campaña que reúne a sindicatos, asociaciones benéficas, ONGs y un elenco estelar de celebridades está dominando la cobertura de los medios de prensa, y la pulsera blanca de la campaña se usa en todo el mundo. Entonces, ¿por qué, a medida que se aproxima la cumbre del G8, los líderes se atacan unos a otros en la prensa y los movimientos sociales africanos dicen “nada sobre nosotros, sin nosotros”? Stuart Hodkinson investiga.
Para ser un viernes soleado de fines de mayo, había un clima de pánico inusual en la asamblea mensual de los integrantes de la campaña ‘Que la Pobreza Pase a la Historia’ ( Make Poverty History -MPH) en el Congreso de Sindicatos Británicos ( British Trade Union Congress – TUC). Algunos funcionarios le pasaron de apuro las instrucciones de seguridad de último momento a la recepción: “deben asegurarse que sólo ingresen los integrantes de la asamblea”. “La reunión es abierta al público, pero solo al público miembro de la campaña MPH”.
El nerviosismo reinante era comprensible. Estaban a punto de salir a la luz dos historias condenatorias de la coalición que integra el MPH en la prensa nacional británica. La historia y titulares de primera plana del semanario británico de centro izquierda New Statesman , “Por qué Oxfam no cumple con África”, había despertado ira profunda entre los miembros de la coalición del MPH ante la relación de "puerta giratoria” (es decir, de intercambio de funcionarios y la consiguiente sincronización política) de Oxfam con los funcionarios y las políticas del gobierno británico denunciada en el artículo, que acusaba a la ONG de permitir que los dos políticos más poderosos del Reino Unido, el Primer Ministro Tony Blair y el Canciller Gordon Brown, cooptaran al MPH como fachada de la cuestionable campaña del "Nuevo Laborismo” contra la pobreza.
Mientras tanto, el periódico de derecha Sunday Telegraph , anunció en exclusiva la escandalosa noticia de cómo una enorme cantidad de las omnipresentes pulseras blancas del MPH –-símbolo mismo de la campaña—había sido comprada a sabiendas y con la bendición de Oxfam en fábricas chinas donde reinan condiciones de explotación.
Dentro del MPH, sin embargo, estas vergonzantes revelaciones no cayeron como una sorpresa. Durante los últimos seis meses, algunas de las principales ONGs ambientalistas y de desarrollo del Reino Unido habían expresado con insistencia creciente su inquietud sobre una campaña rica en celebridades pero pobre en sustrato político radical. Un miembro de la organización, participante activo de un taller de trabajo clave del MPH, argumenta que “ha existido con frecuencia una divergencia total entre el mensaje de nuestra campaña pública acordado democráticamente y lo que finalmente sale a luz para el mundo exterior". Está muy enojado:
“Nuestros verdaderos reclamos en materia de comercio, cooperción para el desarrollo y deuda y las críticas a la política del gobierno británico en los países en desarrollo han sido reiterada y consistentemente devoradas por pulseras blancas, celebridades estelares y elogios para Blair y Brown por estar a la cabeza de los líderes mundiales en estos temas”.
El ascenso sin caída del MPH
Seguramente no era eso lo que tenían en mente los campañistas a fines del 2003, cuando Oxfam inició una serie de reuniones informales con organizaciones benéficas y organizaciones de campaña para analizar la formación de una coalición sin precedentes contra la pobreza en 2005 –-coincidiendo con el período de presidencia del Reino Unido tanto de la Cumbre del G8 como de la UE, con la primera evaluación quinquenal de los avances en la implementación de las Metas del Milenio de las Naciones Unidas acordadas en 2000, la sexta cumbre ministerial de la OMC en Hong Kong y el vigésimo aniversario del concierto Live Aid.
En setiembre de 2004 se lanzó oficialmente la coalición ‘Make Poverty History’ (MPH – que la pobreza pase a la historia) como la expresión en el Reino Unido de la coalición internacional ‘Global Call to Action Against Poverty’ (G-CAP, un llamado internacional de acción contra la pobreza), dirigida por Oxfam International, Action Aid y DATA –-la controvertida asociación benéfica para África fundada por el líder de U2, Bono y los multibillonarios George Soros y Bill Gates de Microsoft, el segundo hombre más rico del mundo con una fortuna de poco menos que US$ 50.000 millones.
Desde entonces el MPH se ha convertido en una coalición de campaña impresionante, con más de 460 organizaciones miembros, entre ellas todos los sindicatos más importantes y el TUC, ONGs para el desarrollo, organizaciones benéficas, iglesias y varios grupos de distintas creencias y diásporas. Esta mezcla respaldada por celebridades y el mensaje contra la pobreza ha resultado muy exitosa, captando la atención tanto de los políticos como de los medios masivos. Ese éxito se tradujo y se puede medir en la casi-histeria que siguió al anuncio de Bob Geldof –-veterano y famoso rockero y campañista por África –de la realización de una serie de conciertos gratuitos en Londres, París, Filadelfia, Roma y Berlín con el nombre “Live 8” que coincidiría con la campaña de presión del MPH a la cumbre del G8 en Gleneagles, Escocia en el mes de julio de 2005.
Pero a pesar del éxito, hay mucha insatisfacción generalizada dentro de la coalición sobre la cara pública de la campaña y su cercanía a Blair y Brown. Sus críticos argumentan que al menos en el papel, las demandas del MPH al gobierno del Reino Unido en el plano de las políticas son radicales, especialmente su exigencia de “comercio justo, no libre comercio”, que requeriría que el G8 y los países de la UE, en particular el Reino Unido, dejaran de imponer sus políticas de libre mercado sobre los países pobres como condición para la ayuda externa, acuerdos comerciales o el alivio de la deuda. MPH también exige que los países ricos dupliquen de inmediato a US$ 50.000 millones por año la suma que destinan a la ayuda externa, y que finalmente cumplan con su antigua promesa formulada hace 35 años de gastar el 0,7% de su ingreso nacional en la cooperación para el desarrollo. El aumento y el perfeccionamiento de la ayuda, entretanto, debe ir acompañado de la cancelación de las deudas “impagables” de los países más pobres del mundo a través de un “proceso internacional justo y transparente" que utilice dinero ‘nuevo’ que no sea producto del recorte de los presupuestos de ayuda externa. Si a eso le sumamos las demandas de reglamentación de las empresas multinacionales y de democratización del FMI y el Banco Mundial, está claro que John Hilary, Director de campañas de la ONG británica para el desarrollo ‘ War on Want ‘, no se equivoca cuando afirma que las políticas del MPH “golpean el corazón mismo de la agenda neoliberal”.
El problema, sin embargo, es que cuando estas políticas se transmiten a la opinión pública resulta virtualmente imposible distinguirlas de las del gobierno británico. Eso resultó evidente en marzo de este año cuando la muy cuestionada Comisión para África de Blair dio a conocer sus propuestas neoliberales para el saqueo de los recursos humanos y naturales del África a manos de las grandes empresas, utilizando exactamente las mismas consignas que el MPH: "comercio justo", "cancelación de la deuda” y “más y mejor ayuda externa”. En respuesta, la mayoría de los miembros del MPH, liderados por Oxfam y el TUC saludaron con entusiasmo las recomendaciones del informe. Como señala claramente Yao Graham de Ghana en la edición de julio de Red Pepper , la sociedad civil africana es mucho menos entusiasta respecto del informe de la Comisión, que él califica como un plan de acción para "la nueva carrera de rapíña por el dominio del África".
Puertas giratorias
Gracias a las revelaciones del New Statesman , gran parte de la culpa recae sobre los líderes de Oxfam, la agencia de desarrollo británica más grande y poderosa. Aun cuando cultiva y goza de una imagen como defensora de los pobres en el mundo, en las dos últimas décadas OXFAM se ha convertido en un semillero de asesores gubernamentales especiales y funcionarios del Banco Mundial y tiene una relación particularmente estrecha con el Nuevo Laborismo. El asesor especial de Blair para desarrollo internacional, Justin Forsyth, fue anteriormente director de campañas de Oxfam. Shriti Vadera, contraparte de Forsyth pero en la Tesorería británica es integrante de la junta directiva de Oxfam, y fue ex director del banco estadounidense UBS Warburg, y especialista en asociaciones público-privadas, una política que aparece por todas partes en el informe de la Comisión para África. Menos conocido es John Clark, quien dejó Oxfam por el Banco Mundial en 1992, donde fue responsable de la estrategia de cooptación de la sociedad civil, antes de ser asesor de la “Iniciativa de Asociaciones para África" ( Africa Partnership Initiative ) de Tony Blair en 2000, que dio lugar directamente a la Nueva Asociación para el Desarrollo de África ( New Partnership for Africa’s Development – NEPAD) en 2001. Otro elemento clave del MPH proveniente de Oxfam es Sarah Kline , una ex funcionaria del Banco Mundial adalid del enfoque del "diálogo constructivo" de OXFAM con el FMI y el Banco Mundial.
La independencia política de Oxfam con relación a la gobernanza neoliberal también está en entredicho por los cerca de £40 millones de aporte a sus ingresos anuales que provienen de fondos gubernamentales u otros fondos públicos. Casi £14 millones proceden del Departamento para el Desarrollo Internacional ( Department for International Development – DfID), que es el gran paladín de la privatización y sus beneficios para las compañías británicas en los países en desarrollo. Por supuesto que Oxfam no es el único caso, casi todas las ONGs para el desarrollo en el Reino Unido están en la planilla de pagos del DfID. Si bien es posible aceptar y utilizar dinero gubernamental en forma progresista y al mismo tiempo ser crítico hacia las políticas del donante, es inevitable que la amenaza de recorte de tan cuantiosos aportes influya fuertemente sobre los riesgos políticos que Oxfam está dispuesta a asumir.
Sus enormes recursos financieros y su alto perfil público hacen de Oxfam por lejos la organización más poderosa dentro de la coalición del MPH. El año pasado, el ingreso anual de Oxfam superó los £180 millones, triplicando los de su rival más cercano, Christian Aid , y dejando en la insignificancia a las ONGs para el desarrollo más orientadas a los movimientos sociales como el World Development Movement (WDM) y War on Want que hacen mucho con apenas un millón de libras esterlinas cada una. Tal disparidad de recursos se traduce inevitablemente en la dirección tomada por la coalición, especialmente en su imagen pública. El ejército de funcionarios de prensa, investigadores y funcionarios de campaña de Oxfam naturalmente aprovecha las inmensas oportunidades mediáticas generadas por la campaña.
Pero convertir a Oxfam en el chivo expiatorio de la cooptación del MPH por el Nuevo Laborismo restaría importancia al papel clave jugado por Comic Relief y su célebre co-fundador, el director cinematográfico Richard Curtis. Uno de los directores de comedias más prolíficos y brillantes del Reino Unido, Curtis saltó a la fama en la década de 1980 con la serie televisiva Blackadder, y entre sus éxitos posteriores se encuentran Mr Bean, El Vicario de Dibley y la taquillera película Cuatro bodas y un funeral. Con la riqueza y la fama Curtis adquirió también una enorme influencia política. En 2001, el periódico británico de centro izquierda The Guardian , lo catalogó como la décima persona más poderosa en la industria mediática británica, por encima de todos los editores de periódicos nacionales, salvo Paul Dacre del Daily Mail .
El compromiso personal de Curtis con la recolección de dinero para África data de 1985 cuando, en el momento culminante de la hambruna en Etiopía visitó campos de refugiados como invitado de Oxfam. La experiencia cambió su vida y a su retorno a Londres convenció a sus amigos del negocio del espectáculo para fundar Comic Relief , la asociación benéfica liderada por celebridades que utiliza el medio de la comedia para generar tanto conciencia sobre la pobreza, el hambre y las enfermedades que afectan a África, como grandes sumas de dinero para donar a estas causas.
A pesar de su éxito increíble (más de £337 millones recaudados desde su creación), los espectáculos televisados en vivo de Comic Relief , que se llevan a cabo cada dos años, han sido también criticados por la ausencia notoria de ingredientes políticos y por mostrar una imagen errada de África como un país –-en lugar que como un continente diverso—asolado por desastres naturales y guerras tribales, sin echarle un vistazo siquiera al papel del colonialismo, las empresas occidentales y los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial.
La máquina mediática del MPH
El enfoque apolítico de Comic Relief sobre África es de enorme importancia en el encolerizado debate interno del MPH, porque si bien son Bono y Geldof quienes aparecen en el escenario y Oxfam quien domina la agenda política, es Richard Curtis quien conduce la imponente y muy importante maquinaria publicitaria de la coalición.
El poder de Curtis radica en parte en los recursos financieros y humanos que aporta a la campaña. Él personalmente consiguió los fondos operativos del MPH, convenciendo al magnate escocés multimillonario, Sir Tom Hunter, para que donara £1 millón para la campaña y a ejecutivos de publicidad para que donaran más de £4 millones en tiempo de emisión gratuito. Eso le permitió financiar su spot publicitario “Click" en todo el mundo, en el que mega-celebridades del cine y la música como George Clooney, Bono y Kylie Minogue, engalanados con camisetas y pulseras totalmente blancas chasquean los dedos cada tres segundos para marcar la muerte de otro niño en África. Curtis ha utilizado su incomparable agenda personal de direcciones de celebridades para garantizar que la publicidad, los eventos y toda la estrategia de relaciones públicas del MPH estén inundadas de estrellas del mundo del espectáculo.
Si bien la mayoría de los miembros del MPH aceptan agradecidos que el apoyo célebre de Curtis ha sido fundamental para el éxito fenomenal de comercialización de la campaña (se vendieron cerca de cuatro millones de pulseras blancas y el sitio web tiene miles de visitas por minuto), algunos creen que el precio que se paga por esto es demasiado alto. En primer lugar está el dudoso papel de Sir Tom Hunter, que no es cualquier filántropo. Con un capital de £678 millones, su institución benéfica, la Fundación Hunter es una fuerza evangelizadora de las asociaciones público-privadas y la promoción del espíritu empresarial entre los niños en Escocia. Desde 2001 ayuda a financiar el Programa Empresarial de las Escuelas de Ejecutivos escocesas, donde el sector privado ayuda a preparar a niños de apenas cinco años para el maravilloso mundo de los negocios.
Ewan Hunter, director ejecutivo de la Fundación Hunter, rechaza esta caracterización de su programa como “totalmente equivocada”, y afirma que es “una iniciativa líder mundial” para promover una actitud de “emprendimiento” entre los niños: “Queremos dejar en claro que consultamos ampliamente con los sindicatos, consejos y gobiernos pertinentes y con los maestros y niños involucrados antes de efectuar cualquier inversión en educación". Nótese que de hecho no niega la relación empresas—niños.
Tom Hunter generó recientemente un gran revuelo incluso entre la prensa sensacionalista de derecha cuando comenzó a vender una edición especial de las pulseras blancas de Live 8-MPH estampadas con los logotipos de seis marcas de moda mundiales, entre ellas Hilfiger Denim , cuyo propietario, Tommy Hilfiger Corporation, está denunciado públicamente por organizaciones defensoras de los derechos de los trabajadores que lo acusan de adquirir sus telas en fábricas explotadoras que combaten la sindicalización de sus trabajadores en América Latina y el sudeste asiático.
Según Stephen Coats, Director ejecutivo del Proyecto US/Labor Education in the Americas con sede en Chicago, que monitoréa y apoya los derechos básicos de los trabajadores en América Latina, los antecedentes de Hilfiger en materia de derechos laborales no satisfacen las normas mínimas:
“Según nuestra experiencia, Tommy Hilfiger está al fondo de la lista cuando evaluamos a quienes se niegan a aceptar su responsabilidad por la forma en que trata a sus trabajadores”.
En octubre de 2003, activistas por los derechos de los trabajadores acusaron a esa compañía por incumplimiento y evasión de sus responsabilidades frente a sus trabajadores al descubrirse evidencia de abusos laborales en su fábrica de blue jeans Tarrant en Ajalpan, México.
Esas revelaciones provocaron una vez más el enojo entre los militantes de la campaña MPH por la contaminación de su simbólica pulsera blanca al asociársela con empresas antisindicales. John Hilary de War on Want seguramente representa a muchos integrantes del MPH cuando dice que salvo que Hilfiger se hubiese reformado sin que ellos se enteraran, “no es el tipo de empresa con la que queremos que se nos asocie”.
Pero esto no es todo. Abbot Mead Vickers (AMV), la agencia publicitaria más grande del Reino Unido, antes trabajó para Comic Relief y se la comprometió para colaborar en la estrategia de comunicación de la campaña. Entre las muchas propuestas "políticamente incorrectas" de AMV rechazadas con indignación por los miembros del MPH, había una campaña de carteles de alto perfil en el que aparecería Gordon Brown junto a imágenes de Ghandi y Nelson Mandela, con la leyenda "¿2005…?”. El mensaje del anuncio era claro: éste podría ser el año en que el propio Brown se convierta en un "personaje histórico", logrando convencer al G8 de hacer el sacrificio de cancelar la deuda de África para ocupar su lugar junto a dos mártires de la lucha anticolonial.
Obviamente que esta propuesta ridícula de trazar una equivalencia entre personas que han dedicado sus vidas a luchar contra la supremacía blanca imperialista y un hombre que quiere convertir al África en una gigantesca zona de libre comercio para las multinacionales occidentales, fue bloqueada por varios miembros indignados de MPH. Pero esta falta de sensibilidad de la agencia es natural si tenemos en cuenta que entre los clientes corporativos de AMV no solo están Pepsi Cola, Pfizer, Sainsbury, Camelot y The Economist sino también, irónicamente, Diageo, la empresa multinacional de bebidas que, casualmente, es la propietaria del Hotel Gleneagles donde se reunirá el G8, y con importantes inversiones en África.
Según Lucy Michaels de Corporate Watch , una organización de investigación y campañas con sede en el Reino Unido, Diageo tiene antecedentes de hacer lobby ante países de la OCDE y el G8 para impulsar una mayor liberalización de la inversiones en los países en desarrollo, y sus actividades de relaciones públicas en África son sumamente controvertidas:
“Diageo promueve agresivamente sus productos en África atacando una de las microindustrias esenciales, la fabricación casera de bebidas alcohólicas. Diageo publicó recientemente su “Informe de ciudadanía corporativa para África del Este” en el cual denuncia que las bebidas alcohólicas sin marca constituyen “riesgos sociales y de salud" graves, a pesar de la evidencia proporcionada por el Centro Internacional de Políticas sobre Alcohol ( International Centre of Alcohol Policies ), casualmente fundado por Diageo, que sostiene que la “fabricación ilícita” de bebidas alcohólicas en general es de buena calidad y vital para la economía familiar y local”.
Esterilizando el mensaje del MPH
Pero el aspecto más destructivo de la participación de Curtis, argumentan sus críticos, ha sido su intervención personal en las comunicaciones públicas del MPH para asegurar que el factor político sea enterrado rutinariamente bajo el peso de su personalidad, como parte de su propia estrategia personal que no rinde cuentas ante nadie para cambiar la política del G8: “La filosofía de Richard se ha tornado dolorosamente obvia para todos en el MPH", sostiene uno de sus críticos. "Está convencido que debemos apoyar los esfuerzos del gobierno británico para convencer a los demás países del G8 a seguir sus pautas en materia de ayuda externa y deuda, y es inflexible en que no se debe criticar a Brown y Blair”.
Hace unos pocos meses las tensiones alcanzaron un pico cuando los miembros cuestionaron la discrepancia entre la posición acordada por el MPH y la cara pública progubernamental de la campaña. La respuesta de un funcionario clave de Comic Relief fue que a Curtis “le resultaba difícil” manifestarse contra el gobierno debido a su amistad personal con Gordon Brown. La medida de la relación entre Curtis y Brown fue revelada el sábado 25 de junio en la película de Curtis, The Girl in the Café (La chica del café) transmitida en el horario central de la televisión nacional por la BBC 1 (extrañamente anunciada como exhibiéndose en toda África).
Se trata de una historia de amor entre Gina, una joven activista e idealista y Lawrence, asesor de un severo pero preocupado Canciller estilo Gordon Brown, que ayuda a su nuevo amor a obtener una audiencia con los líderes mundiales en una supuesta cumbre del G8 en Islandia e inspira al gobierno británico a insistir en “que la pobreza pase a la historia". Brown asistió en mayo al estreno escocés de la película en un evento organizado por el gran contribuyente del MPH, Tom Hunter, a quien desde entonces se le ha concedido el título de caballero en la Lista de Honor del cumpleaños de la Reina.
Ante toda esa situación no debe sorprender que varias ONGs dentro del MPH se hayan sentido obligadas recientemente a debilitar el eje Oxfam-Curtis-Brown dando a conocer su descontento ante la prensa. La riña resultante llevó a que los miembros del MPH acordaran rápidamente tomar distancia del gobierno, adelantando varias semanas la presentación de un informe criticando la política del gobierno británico. Pero el alivio fue sólo transitorio. El golpe de gracia llegó con el anuncio reciente de que Gordon Brown fue invitado a participar en la manifestación del 2 de julio en Edimburgo.
La frustración no sería quizás tan intensa si las prácticas organizativas del MPH fueran verdaderamente pluralistas y democráticas. Pero a medida que se acerca la cumbre del G8, los operadores del aparato del MPH han llegado a extremos extraordinarios para garantizar que en la manifestación del 2 de julio en Edimburgo lo único que se vea y se escuche sean los oradores y el mensaje monolítico y con marca en el orillo del MPH.
Ninguna mención de la guerra
El sitio web del MPH ni siquiera reconoce la existencia de otras manifestaciones, eventos y grupos como ‘ Dissent’ , ‘ Trident Ploughshare’ o ‘ G8Alternatives’ , a pesar de que éstos han promovido activamente la concurrencia y el apoyo a la manifestación del MPH. El equipo coordinador del MPH, que incluye a Oxfam, Comic Relief y el TUC, también vetó por unanimidad en dos ocasiones la solicitud de la coalición Stop the War Coalition (STWC) de integrarse al MPH con el argumento orwelliano de que los temas de justicia económica y desarrollo no están asociados con los de la guerra y que la participación de STWC en Edimburgo el 2 de julio generaría confusión respecto del mensaje que se quiere transmitir. Será interesante entonces ver si Oxfam se prohíbe a sí misma, dado que actualmente está liderando una campaña mundial por un tratado internacional de armas sobre la base de que “el crecimiento descontrolado del armamentismo alimenta la pobreza y el sufrimiento".
STWC ha tenido desde entonces prohibido incluso montar un puesto de exhibición de sus materiales y propaganda en la manifestación del MPH. Un mensaje electrónico filtrado a fines de mayo enviado al MPH por Milipedia, la compañía “ética” de gestión de eventos que ayuda a organizar la manifestación del MPH, pide a la coalición que "considere la conveniencia de una estrategia para desalojar de nuestro evento a las personas que están instalando quioscos no deseados, eventos ad hoc, infraestructura, etc.” y elaborar una lista de los “potenciales infiltrados para decidir límites de tolerancia y acciones a tomar". El mensaje fue posterior a un rumor de que el Partido Socialista (previamente Tendencia Militante) tenía planes de vender su periódico, vocear consignas con megáfonos y usar pulseras y camisetas rojas con la leyenda “Que el capitalismo pase a la historia". (A propósito, ese día Red Pepper llevará camisetas con la leyenda “Que el G8 pase a la Historia”).
El mensaje electrónico también informa cómo, en respuesta a la intención de Stop the War de dirigir una manifestación paralela a las 4.30 pm el 2 de julio, el consejo local, la policía y los organizadores del MPH trabajan conjuntamente para asegurar que se le niegue a STWC su propio escenario, para poder retener "nuestra propiedad del evento y nuestro mensaje esencial".
Lo que está en juego no es solamnte un problema de control político del evento. Parte de la preocupación del MPH tiene que ver con la percepción de la amenaza que se cierne sobre su monopolio de la actividad comercial que tendrá lugar ese día; la coalición tiene la propiedad de la licencia comercial del evento del 2 de julio, que beneficiará exclusivamente a miembros de la coalición y que otorga poder al MPH para expulsar a comerciantes ilegales, incluso a activistas políticos, fuera del lugar. Comic Relief también ha registrado la consigna “MakePovertyHistory” como marca registrada en la Unión Europea y está amenazando tomar medidas contra "todo uso indebido o supuesto de la marca registrada”.
Pero las preocupaciones sobre el MPH son mucho más profundas que las divisiones políticas dentro del escenario británico de las organizaciones para el desarrollo. La pregunta más evidente, que aparece cada vez más hasta en los labios de los periodistas de la prensa dominante, es dónde están las voces de la sociedad civil africana y otros movimientos sociales del Sur mundial, en una campaña que supuestamente está dedicada a ellos.
“Nada sobre nosotros sin nosotros”
Kofi Maluwi Klu, un militante panafricano de primera línea de Ghana, coordinador internacional de la campaña Jubileo 2000 en África a fines de la década de 1990, está furioso por la falta de representatividad del MPH: “En el movimiento de liberación africano utilizamos un proverbio: "Nada sobre nosotros sin nosotros". MPH es un enorme paso atrás en este sentido, incluso respecto de Jubileo 2000. La campaña está abrumadoramente dirigida por ONGs del Norte y su mensaje fundamental es que las grandes y millonarias estrellas blancas del pop van a salvar a los desamparados africanos. Se ignora por completo a los movimientos políticos africanos que todavía luchan por la liberación”.
La ausencia del Sur en la dirección del MPH se refleja inevitablemente en la política de la campaña. Por ejemplo, las ONGs y los movimientos del Sur son en general contrarios a hacer demandas al G8: “El G8 es un organismo de gobernanza mundial totalmente ilegítimo y que no rinde cuentas a nadie; sus gobiernos y empresas son los responsables históricos de la mayoría de los problemas de los países en desarrollo, y lo siguen siendo hoy en día”, afirma Nicola Bullard, de la organización Focus on the Global South con sede en Bangkok, la respetada organización internacional no gubernamental de incidencia e investigación sobre políticas. “Cabildear al G8 es contrario a la convocatoria inequívoca que han lanzado este año cientos de movimientos sociales, ONGs y sindicados del Sur y el Norte en el Foro Social Mundial para movilizarse en protesta contra la Cumbre del G8".
Lo mismo se aplica a las demandas políticas del MPH. Si bien los movimientos del Sur saludan con beneplácito la agenda para el desarrollo más holística del MPH en contraste con la campaña monotemática de alivio de la deuda de Jubileo 2000, sostienen que la postura de MPH sobre la deuda contradice las demandas de las organizaciones de base africanas y otros militantes del Sur: “MPH está exigiendo la cancelación del 100% de las deudas impagables de los países más pobres, pero eso también lo pide el gobierno del Reino Unido", explica Brian Ashley de Jubileo Sur. “No se menciona la ‘ilegitimidad de la deuda’ en primer lugar, el hecho que las deudas de muchos países del Sur son un vestigio del colonialismo o se originaron en un fuerte aumento de las tasas de interés durante las décadas de 1970 y 1980, y que ya fueron pagadas varias veces, lo que convierte al Sur en acreedor del Norte. Exigimos la cancelación total, incondicional e inmediata de todas las deudas de los países del Sur, no sólo las de los países más pobres como solicita MPH".
Para los activistas del Sur contra la deuda, el debate es casi idéntico al que llevó en 1999 a la división Norte-Sur en el movimiento Jubileo 2000 y a la creación de la red Jubileo Sur, que hoy reúne a más de 80 campañas contra la deuda, movimientos sociales y organizaciones de personas de más 40 países de América Latina, el Caribe, África y Asia/Pacífico. El principio fundacional de Jubileo Sur fue crear una mayor solidaridad Sur-Sur, fortalecer la voz, la presencia y liderazgo colectivo del Sur en el movimiento internacional contra la deuda y sentar las bases para transformaciones sociales mundiales de abajo hacia arriba.
Si bien el MPH forma parte de la coalición ‘ Global Call for Action on Poverty ‘ (G-CAP) que incluye elementos del Sur en su liderazgo, docenas de grupos con sede en el Sur, entre ellos Jubileo Sur y Focus on the Global South se han negado a integrar el G-CAP, rechazando la invitación cursada por Oxfam y Action Aid de asistir a la reunión de setiembre del 2004 en Johannesburgo que finalmente inauguró la coalición. “Jubileo Sur decidió no asistir por la simple razón de que no se lanza una campaña en representación del Sur sin primero informar, consultar y trabajar plenamente con las redes del Sur, afirmó Brian Ashley. Nicola Bullard coincide y añade: “ Focus on the Global South consideró la reunión de Johannesburgo como un intento para lograr que muchos grupos radicales y movimientos de base den legitimidad a una campaña predeterminada dirigida por el Norte. Creemos que hay que movilizarse y generar movimientos desde abajo hacia arriba”.
Quizás el aspecto más peligroso del hecho que el MPH mezcle sus mensajes con los del gobierno, y su exclusión de los críticos del Norte y del Sur, es que permite al Estado y a los medios trazar una línea definida entre los "manifestantes buenos” que asistirán el 2 de julio a la manifestación de Edimburgo y los “manifestantes malos”, es decir cualquiera que tenga la idea de involucrarse en acciones de desobediencia civil contra lo que, a fin de cuentas, es una institución ilegítima y un grupo de gobiernos responsables por la muerte de millones de personas inocentes cada año.
La máquina de hacer dinero del MPH
Las ONGs para el desarrollo británicas descontentas con la dirección del MPH saben todo esto demasiado bien, pero se niegan a abandonar públicamente una campaña que está descarrilando activamente al movimiento internacional por la justicia en el mundo. Aunque pueda sonar cínico, la razón es simple: MPH es una máquina de hacer dinero. “Aunque detestamos el mensaje y el sello comercial, algunas ONGs están ganando miles de libras con las pulseras”, admitió uno de los archi-críticos. “Tenemos muchísimas personas nuevas en nuestra base de datos interesadas en nuestras campañas, y puesto que los temas de comercio, deuda y ayuda externa súbitamente vuelven a ser atractivos, tenemos nuevos organismos de financiación que se nos acercan para hacer proyectos e investigación. MPH está pagando mi trabajo durante los próximos tres años".
Éste es, en última instancia, el fondo del asunto para las ONGs y de lo que se trata a fín de cuentas la campaña MPH: ayudar a los pobres del mundo de forma tal que se garantice la supervivencia de las propias organizaciones. Al aceptar las reglas de la máquina de hacer dinero del MPH con la esperanza de fortalecerse, las ONGs para el desarrollo más respetables del Reino Unido como Christian Aid, War on War y World Development Movement corren el riesgo de distanciarse totalmente de sus compañeras africanas, en un momento crucial en que es necesaria la unidad contra el Nuevo Laborismo, el G8 y su plan de repartir la riqueza natural de África entre las empresas occidentales.
No debemos permitir que eso suceda. No es demasiado tarde para hacer que las voces disidentes dentro de la coalición MPH deserten en masa y utilicen su poder simbólico para inspirar a millones de miembros del MPH a oponer resistencia al G8 y a presionar a Geldof, Bono, Curtis y compañía para que al menos usen su influencia en los medios para criticar la política del G8. De lo contrario, seguramente ló único que conseguirán pasar a la historia será el propio continente africano.
* Stuart Hodkinson es editor asociado de Red Pepper e investigador-activista. Su dirección de contacto es [email protected]. Este artículo es una versión larga de su artículo “Make the G8 History” (‘Que el G8 pase a la historia’, que aparecerá en breve en la edición especial de julio de Red Pepper: “El G8: la nueva carrera de rapiña por el dominio del África”. Entre otros artículos se incluyen: del respetado economista político ghanés Yao Graham, sobre la agenda neocolonial del G8 para Africa; de Lucy Michaels de Corporate Watch, sobre el cabildeo vergonzoso de los grupos de presión empresariales al G8 y la Comisión para África; de Melanie Jarman, sobre por qué el G8 no resolverá el problema del cambio climático; de Oscar Reyes, sobre la necesidad de la izquierda del Reino Unido de movilizar su propia fuerza cultural después de Make Poverty History, la campaña dirigida por las celebridades; la guía de Red Pepper sobre las propuestas del G8 y mucho más. Red Pepper mantendrá también un “blog” o bitácora electrónica durante toda la Cumbre del G8. Visita el sitio www.redpepper.org.uk
Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ( [email protected] ) para
REDES-Amigos de la Tierra Uruguay ( www.redes.org.uy )
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