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Por Walden Bello y Mary Lou Malig

El sexto Foro Social Mundial, celebrado en Caracas, Venezuela, ha sido el nuevo impulso que necesitaba esta reunión anual de la sociedad civil mundial. El FSM había recibido críticas, por parte incluso de algunos de sus fundadores principales, por limitarse a reciclar los debates de anteriores foros, sin rumbo ni objetivos claros.

En Caracas, los debates en talleres y seminarios parecían tener un tono más urgente que en anteriores ocasiones. Los 52.000 participantes se reunieron durante siete días en un ambiente muy diferente al del tranquilo Porto Alegre. Porto Alegre está situado en una de las regiones más ricas de Brasil. Caracas en cambio es una ciudad más típicamente del tercer mundo–una ciudad marcada por una gran diferencia entre ricos y pobres; por la chocante contraposición de lujosos centros comerciales donde compran las élites y la clase media y barriadas paupérrimas pero vibrantes, los «ranchos» que suben por las laderas que rodean la ciudad; por la coexistencia de un muy eficiente sistema de transporte público subterráneo con una circulación de superficie atascada sin remedio; y por una elevada tasa de criminalidad violenta que no pocos delegados sufrieron en propias carnes en forma de robos.

Caracas, a pesar de la riqueza petrolífera de Venezuela, es una ciudad profundamente tercermundista y nos recordaba contínuamente las múltiples dimensiones de los problemas sociales y ecológicos que habíamos venido a debatir.

Ambiente radical

Pero el vibrante ambiente de este foro social no se explica solo por su marco. Los delegados se vieron inmersos en un proceso de cambio radical cuyos signos eran evidentes por doquier–en el apego partidista de las masas al presidente Hugo Chavez, en los sañosos ataques contra éste en la prensa establecida, en los omnipresentes soldados con la boina roja de la revolución chavista. No se podía dejar de notar el afecto evidente que sienten las clases bajas de Venezuela por su presidente, expresado en la producción y consumo masivo de camisetas de Chavez, relojes de Chavez y «Chavecitos», muñecos que, al apretarlos, proclaman la «revolución bolivariana».

Tampoco podíamos evitar la sensación de estar en un país que se encuentra en la vanguardia de la lucha contra el imperio estadounidense. Por todas partes se veían posters de George W. Bush con un bigote a lo Hitler y la
frase: «Bush asesino». Cindy Sheehan, la mujer que ha dado nueva vida al movimiento pacifista estadounidense con su tan publicitada acampada el verano pasado frente al rancho de Bush en Crawford, Texas, fue la huesped de honor. Chavez la recibió en su programa televisivo semanal, y Sheehan, que perdió un hijo en Iraq, inspiró al foro y al país con su clara denuncia de Bush como «terrorista», antes de marchar a Washington DC para interrumpir el discurso sobre el estado de la unión que el presidente pronuncia ante el congreso.

Chavez protagonista

Chavez, por supuesto, fue protagonista durante toda la semana, realizando una serie de eventos públicos y privados con los participantes del foro.
Ante una multitud entusiasmada de 15.000 personas en el estadio Poliedro llamó a Bush «don Peligro», declaró que «el imperio no es omnipotente» y predijo que «derrocaremos al imperio este siglo». En toda ocasión nos recordó el largo historial estadounidense de injerencia en ausuntos latinoamericanos, el modo en que ha aislado a Cuba, y su papel en el fallido golpe de estado contra él en abril de 2002.

Este ha sido un foro claramente politizado, en la medida en que no podía evitar el contagio con el ambiente antiimperialista militante que lo rodeaba. Está claro que esto incomodó a algunos participantes. No hay duda de que los chavistas esperaban que al realizarse el foro en Caracas dispondrían de una plataforma desde la que presentar internacionalmente la verdad sobre el proceso venezolano y lograr nuevos aliados para neutralizar a Washington que, en su opinión, está decidido a acabar con Chavez. No sorprende, pues, que el gobierno pusiese todo de su parte para apoyar el evento, proporcionando desde ayuda para la obtención de visados hasta autobuses gratuítos del aeropuerto al centro de Caracas, pasando por viajes gratis en el metro para todo el que tuviese un pase del foro.

Por otro lado, a pesar de algunas tensiones entre la gente de Chavez y los organizadores del foro, nadie ha acusado al gobierno de intentar fijar el programa del foro o determinar su contenido. Este no ha sido un evento
manipulado: si acaso puede decirse que adoleció de un exceso de energía desorganizada.

El debate alternativo

El tema de las alternativas al sistema de capitalismo global se debatió en muchos talleres y seminarios. Chavez entró sin dudarlo en este debate, declarando sin tapujos que la alternativa que él construye en Venezuela es el «socialismo». Esto no cayó demasiado bien con muchos de los delegados, cuya noción del socialismo es el sistema que prevaleció en la antigua Unión Sovietica y en Europa oriental. Y no ayudó mucho el que declarase que Marx y Rosa Luxemburgo dijeron «socialismo o muerte», lo que no es verdad. Por otra parte Chavez parecía querer distanciar su proyecto del de su amigo Fidel Castro al declarar que «el socialismo fue uno de los grandes fracasos del siglo XX», y al referirse a su trabajo como una mezcla de «socialismo auténtico», «socialismo cristiano» y «el socialismo de los pueblos indígenas de América Latina».

Más interés tuvieron las declaraciones de Chavez sobre sus programas a corto y medio plazo, como el programa intensivo a nivel nacional para eliminar el analfabetismo, el esfuerzo por crear clínicas comunitarias encabezado por médicos cubanos y la reforma agraria. También resultó fascinante su descripción de los primeros pasos del proyecto ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas. En su iniciativa Petrocarib trece países del Caribe que importan petróleo venezolano obtienen un descuento del 40% sobre el precio del mercado internacional. En el proyecto Petrosur, Bolivia trueca soja y Argentina ganado por el petróleo de Venezuela. Este tipo de intercambios, recalcó Chavez, van «más allá de la lógica del capitalismo».

El desafío de Chavez, y el nuestro

Quizás la principal contribución de Chavez al foro ha sido la de desafiarlo, advirtiendo del peligro de que se convierta en un simple foro de ideas, sin plan de acción ninguno. También advirtió a los participantes que tienen que enfrentarse con la cuestión del poder. «Debemos tener una estrategia de ‘contrapoder’. Nosotros, los movimientos sociales y los movimientos políticos, debemos ser capaces de ocupar espacios de poder al nivel local, nacional y regional».

Claro que la discusión sin tapujos funcionó en los dos sentidos. Algunos de nosotros desafiamos a Chavez en temas de comercio, pidiéndole que no se duerma en los laureles tras la histórica conferencia de Mar del Plata en Noviembre que suspuso la defunción del ALCA. Le advertimos que la OMC supone un peligro tan grande o mayor. Más aún, le dijimos que aunque agradecemos que Venezuela haya hecho constar formalmente sus «reservas» al acuerdo de la OMC que se alcanzó en la cumbre ministerial de Hong Kong en diciembre, esto no basta y contamos con que Venezuela ayudará a descarrilar las discusiones sobre el acuerdo que se llevarán a cabo en Ginebra en los próximos meses–aunque esto suponga disgustar al vecino brasileño, uno de los arquitectos de un acuerdo global que crea graves peligros para las economías de los países en desarrollo.

Tónico para un movimiento

El ambiente fue tan embriagador que una semana nos pareció poco. Nos marchamos con la sensación de que había mucho más que aprender, no sólo de Venezuela sino de toda América Latina, donde se desarrolla una revolución a escala continental contra el neoliberalismo y cuyo último signo ha sido la elección de Evo Morales, líder campesino radical de ascendencia indígena, a la presidencia de Bolivia.

Caracas supuso un buen tónico para un proceso que está en peligro de perder el rumbo. Recalcó el hecho de que para lograr el éxito tendremos que librar duras batallas y enfrentarnos a serios peligros. Amenazados constantemente por la temible alianza de los Estados Unidos y la oligarquía local, Chavez y sus partidarios están luchando para obtener el espacio que les permita transformar Venezuela y América Latina. Y nos lanzó el reto de luchar por el espacio que nos permita transformar el mundo, hacer realidad el eslogan del FSM: «Otro mundo es posible».

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*Walden Bello y Mary Lou Malig son miembros de Focus on the Global South.