DISNEYLANDIA, DOHA Y LA OMC EN HONG KONG: EL ESPECTÁCULO DE TERROR EMPRESARIAL, DEL ABSURDO  Y EL NUEVO UNIVERSALISMO
por Hidayat Greenfield*
Traducido al español cerca: www.redes.org.uy

Es una extraña coincidencia el hecho de que la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC llegue a Hong Kong sólo un par de meses después de la inauguración de Disneylandia. En ambos casos la realidad se desvanece al pasar la puerta de entrada, y de ahí en más la ficción y la fantasía se abren paso. Las mágicas promesas de la Ronda de ‘Desarrollo’ de Doha que auguraban el fin de la pobreza en todo el mundo y un nuevo período de prosperidad para todos –en base a una agenda que multiplica el poder de las empresas transnacionales y demuele las barreras políticas y sociales al lucro empresarial aún existentes. Como en un paseo en montaña rusa a través de un mundo ficticio, partimos rumbo al alivio de la pobreza en todo el mundo para llegar a un destino de mayor empobrecimiento. Hay mucho humo y espejos y sorprendente efectos especiales, pero llegamos al punto de partida.

En el punto de llegada nos encontramos con 545 mil millones de dólares de exportaciones agrícolas mundiales que conviven con 8 millones de personas que se mueren cada año de hambre y de enfermedades relacionadas con el hambre, al tiempo que decenas de millones de campesinos y trabajadores agrícolas que producen los alimentos que alimentan al mundo sufren hambre.  En el mundo fantásico de la Ronda de Doha, el ‘acceso al mercado’ es la solución mágica: los campesinos y trabajadores deben competir duro, producir más por menos, cifrando sus esperanzas en el acceso a los mercados externos para poder vender más de los productos que los empobrecen. Esto agravará lo que una agencia de la ONU describiera recientemente como “comercio miserable”  (comercio que genera más miseria), en la medida en que los precios de los productos agrícolas continúan en caída libre en el “libre mercado”, provocando la reducción de los ingresos de los campesinos y de los salarios de los trabajadores. (1) En la medida en que la brecha de la pobreza se amplía, se amplían también los márgenes de ganancias de las empresas agro-alimentarias y de los mega supermercados que controlan toda la cadena desde la portera de la finca o del predio hasta el plato de la cena’. (2)

Al ingresar en el mundo fantástico de la OMC y su mágica Ronda de Doha se supone que debemos abrazar lo irracional y lo absurdo, aceptando transformaciones milagrosas que en otro contexto violarían nuestro sentido de lo que es real y racional. El acceso al agua –universalmente reconocido como derecho humano aún negado a cientos de millones de personas en todo el mundo- es transformado en la lógica necesidad de comercializar las fuentes de agua y abrir los mercados de agua. (3)

¿Mercados de agua?

En el mundo real nos preguntaríamos, ‘¿qué diablos es un mercado de agua?’ Pero aquí, en el mundo de la OMC se nos asegura que todo es o debería ser un mercado en el que las empresas privadas sean libres de invertir, comprar, vender y lucrar. Cualquier cosa que impida a las empresas hacer eso es una barrera, una ‘práctica comercial injusta’. Entonces nos dicen, seamos justos con las empresas transnacionales. Se supone que esta lógica absurda debería generar la aceptación del absurdo, no se deben hacer preguntas. Entonces cuando el conglomerado transnacional de ‘servicios’, Suez, declara orgullosamente que su propósito es ‘Proporcionar lo Esencial para la Vida’ (incluyendo el acceso al agua: un derecho humano transformado en una mercancía con la que se puede lucrar) nos queda la pregunta de cómo hizo la compañía para tener el control de lo que es esencial para la vida…

El temor y lo absurdo

Al absurdo de este espectáculo se suma un sentimiento de temor – temor de que la Ronda de Doha fracase y que las negociaciones de la OMC colapsen, anunciando la decadencia del multilateralismo y la emergencia de una economía mundial ‘sin reglas’. El temor y lo absurdo –dos ingredientes esenciales en el último cuarto de siglo de neoliberalismo- juegan un papel ideológico crucial a la hora de justificar la injusticia y ocultar las duras inequidades y la violencia social que caracteriza al capitalismo mundial. Por lo tanto no es de sorprender que la matriz del temor-absurdo sea desplegada en el camino hacia la Ministerial de la OMC en Hong Kong. El temor al fracaso en Hong Kong es utilizado no sólo para garantizar que los negociadores de los países en desarrollo –forzados o inducidos a un toma y daca a nivel bilateral y en tratos en el cuarto trasero- hagan concesiones, sino también para que las organizaciones de la ‘sociedad civil’ que creen que una OMC reformada es esencial para el futuro del multilateralismo. Se espera que ignoremos el hecho de que la OMC consolidó (y nunca cuestionó) el poder unilateral de EE.UU.; facilitó la coerción unilateral en acuerdos comerciales bilaterales; justificó el poder coercitivo de las sanciones comerciales unilaterales, y aumentó la inequidad global entre y al interior de los países; para preservar así la ficción del ‘multilateralismo en riesgo’. También se hace caso omiso al conflicto existente entre las nuevas normas impuestas en el marco del regimen de la OMC y un amplio espectro de instrumentos internacionales sobre derechos humanos, culturales, sociales y económicos, medioambiente, y los convenios sobre derechos laborales y sindicales –que hacen parte del multilateralismo abusado y manipulado del sistema de Naciones Unidas.

Y aquí llegamos a un nuevo nivel de temor y del absurdo. El 25 de octubre de 2005, las empresas transnacionales y las asociaciones empresariales estadounidenses crearon la Coalición de Negocios Americana para Doha (“ABCDoha” por su sigla en inglés), con el objetivo de salvar la Ronda de Desarrollo de Doha de un posible fracaso en Hong Kong. Su página web “hecho de la semana” bajo el título “La Promesa de la Ronda de Doha” declara que la eliminación de las barreras al comercio mundial “sacará a más de 300 millones de personas de la pobresa en 15 años” y “empoderará a los ciudadanos más pobres del mundo.” (4) Humo y espejos, efectos especiales por favor. Saliendo de ese viaje de fantasía podemos leer declaraciones más sobrias de los miembros de ABCDoha que describen los beneficios de una Ronda de Doha exitosa para las empresas estadounidenses, sin hacer mención del alivio de la pobreza y ni del empoderamiento de los pobres.

Entre los dirigentes empresariales de ABCDoha se encuentran: Cargill (el conglomerado de los agronegocios que domina el comercio mundial de granos y productos agrícolas como el cacao); Caterpillar; Eastman Kodak; Goldman & Sachs; Intel Corporation; los gigantes farmacéuticos Procter &Gamble, Johnson & Johnson y Pfizer; Time-Warner y Wal-Mart. En la conferencia de prensa realizada para el lanzamiento de ABCDoha, el Director Ejecutivo de Cargill hizo un llamado a que se tomen “decisiones duras sobre acceso a mercados”, al tiempo que el Director Ejecutivo de Wal-Mart le recordó al gobierno de EE.UU. que su empresa tiene un “interés vital en la expansión del flujo internacional de bienes, productos agrícolas, servicios de comercio minorista y capital financiero.” (5) Y esa es básicamente la agenda empresarial unilateral que el gobierno de Estados Unidos debe perseguir.

Declaraciones similares en defensa del multilateralismo y sobre la necesidad de una ofensiva unilateral de las empresas estadounidenses, fueron formuladas por las organizaciones miembro del comité coordinador de ABCDoha, en el que participan el Consejo Nacional de Comercio Exterior, la Cámara de Comercio de EE.UU., el Consejo Internacional de Negocios de EE.UU. y la Asociación Nacional de Fabricantes. Presentada por el Presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes como “una nueva fuerza poderosa en apoyo a una exitosa Ronda de Doha para los intereses comerciales en la agricultura, las manufacturas y los servicios” (6), aparentemente ABCDoha actuará como una fuerza poderosa para salvar al frágil multilateralismo en la economía mundial, al tiempo que canalizará los beneficios de la expansión del comercio mundial hacia los intereses empresariales estadounidenses. Esto nos da una idea medianamente clara de la clase de multilateralismo que está en juego en la Ronda de Doha.

Pero lo que resulta aun más revelador del multilateralismo de la Ronda de Doha es la oposición explícita a cualquier norma vinculante que pueda afectar los derechos de las empresas transnacionales –incluyendo el derecho a violar los derechos humanos. Durante décadas las empresas transnacionales estadounidenses, con el apoyo del Consejo Nacional de Comercio Exterior, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el Consejo Internacional de Negocios de EE.UU. y la Asociación Nacional de Fabricantes, se han opuesto consistente y agresivamente a la aplicación de cualquier instrumento multilateral o nacional que los responsabilizara por las violaciones de la legislación internacional, especialmente por la violación de los derechos humanos. Por lo tanto, mientras que los miembros de ABCDoha promueven activamente nuevos valores y normas universales para una economía globalizada, ellos se oponen enérgicamente a la aplicación universal de convenios internacionales de derechos humanos de larga data.

Esto se refleja en la ofensiva empresarial contra la Ley Alien Tort Claims (ATCA) o el Estatuto Alien Tort (ATS), una ley estadounidense aprobada en 1789 que ha sido utilizada recientemente por víctimas de abusos de los derechos humanos a nivel internacional, para demandar a las empresas estadounidenses en las cortes de EE.UU.. Agricultores, trabajadores, pescadores artesanales y comunidades locales en más de una docena de países han entablado demandas contra empresas tales como Texaco, Chevron, ExxonMobil, Gap Inc., Unocal, Royal Dutch/Shell, Rio Tinto, Coca-Cola, Del Monte, Union Carbide y
Freeport McMoran. Los casos van desde la tragedia provocada por Union Carbide en Bhopal, India, en 1984 que ocasionó la muerte de 20.000 personas y dejó a 140.000 víctimas; al uso de trabajo forzado en Burma en la construcción de un oleoducto para Unocal, y la tortura y la contaminación tóxica por parte de la empresa minera Freeport en Indonesia (7).

Entre estos casos se encuentra una demanda legal colectiva presentada por la Asociación Vietnamita de las Víctimas del Agente Naranja contra una docena de fabricantes de productos químicos estadounidenses, incluyendo a Dow Chemical y Monsanto, que fue rechazada por una corte federal en Nueva York el 10 de marzo de 2005. Como en muchas otras demandas presentadas al amparo del ATS -que involucran atrocidades contra la humanidad, crímenes de guerra, tortura, esclavitud, y genocidio- las Víctimas del Agente Naranja buscaron ante todo, denunciar la verdad acerca del involucramiento de estas empresas transnacionales en la perpetración de estos crímenes. (8) Lo que resulta más sorprendente de la respuesta empresarial es su intento de evitar que estos casos se lleven a juicio, cuestionando no las denuncias realizadas por las víctimas de estas atrocidades en sí, sino su derecho a utilizar las cortes de EE.UU. para entablarles demandas. No hubieron prácticamente intentos de negar que las atrociades tuvieron lugar. En lugar de eso, movilizaron dinero, abogados y lobistas para impedir que estos casos fuesen juzgados.  En otras palabras, las empresas no estaban en condiciones de afirmar que estas cosas no ocurrieron o que ellos no lucraron con lo sucedido. Ellas simplemente declararon que no deberían ser juzgadas y que cualquier ley nacional o internacional que pueda ser utilizada para obligarlas a asumir su responsabilidad por estos crímenes debería ser ignorada, enmendada o anulada. Por esta razón la energía se concentró en asegurarse un fallo de la Suprema Corte que limitara la interpretación y el uso del ATS para que no pudiera ser utilizado nuevamente para juzgar a las empresas estadounidenses. De hecho, muy pronto se conformaron ‘grupos de apoyo’ para ayudar a las víctimas de las empresas tales como Unocal y Dow Chemical, aparentemente traumatizadas por el recuerdo de sus crímenes. El temor y el absurdo retornan con una venganza…

La matriz del temor-absurdo luego produjo una nueva denuncia: al obligar a las empresas estadounidenses a hacerse cargo de las violaciones de legislación, derechos y principios internacionales sin el consentimiento del gobierno de EE.UU., el uso del ATS constituye nada menos que una forma de “imperialismo jurídico”. (9) Desesperado por salvar a las empresas víctimas del imperialismo judicial, el régimen de Bush cuestionó la interpretación del ATS en la Corte Suprema e intentó que fuera rechazada o reinterpretada. El caso de las empresas víctimas también fue planteado a la Corte Suprema en un escrito presentado por el Consejo Nacional de Comercio Exterior, la Cámara de Comercio de EE.UU. , la Cámara Internacional de Comercio, el Consejo Internacional de Negocios de Estados Unidos, la Organización para las Inversiones Internacionales, el Instituto Americano del Petróleo y el Consejo de Negocios EE.UU.-ASEAN, el 23 de enero de 2004. El texto del escrito incluye un subtítulo destacado que ilustra a la perfección su argumento clave: “Los Juicios al Amparo del ATS Perjudican la Economía al Colocar a las Empresas con Presencia Estadounidense en una Desventaja Competitiva Singular e Injusta”. Esto se explica de la siguiente manera:

 “Esto significa que las empresas estadounidenses (o empresas con presencia estadounidense) se encuentran en una desventaja competitiva significativa frente a sus competidores extranjeros al enfrentar riesgos particulares e incertidumbre en la planificación, financiación y protección de sus actividades en el exterior. Ellas tienen que absorber estos costos agregados o ceder negocios lucrativos a empresas de otros países.” (10)

Entonces aquí vemos a los miembros de ABCDoha, defensores del multilateralismo de la OMC y de una economía mundial basada en normas, argumentando básicamente que la responsabilidad legal de las empresas por las violaciones de derechos humanos es una desventaja competitiva en la economía mundial.

La amenaza del universalismo

Pero el temor al imperialismo judicial no acaba aquí. En un escrito aparte presentado a la Suprema Corte por la Asociación Nacional de Fabricantes (otro miembro de la recientemente creada ABCDoha), se plantea que el problema reside en la amenaza que representa la noción misma de universalismo. La Asociación argumenta que una norma no puede ser universal “a menos que Estados Unidos la apruebe”, y por lo tanto cualquier tratado internacional, ley o convenio no ratificado por el gobierno de EE.UU. simplemente no puede ser considerado universal. En una nota al pie del escrito se identifica un peligro específico en este universalismo progresivo –la peligrosa aplicación de los derechos laborales y sindicales universalmente reconocidos:

“Los peligros que nos acechan si las cortes no se focalizan en lo aprobado por Estados Unidos, son especialmente dramáticos en el area de las normas laborales, donde la Organización Internacional del Trabajo ha adoptado 185 convenios a lo largo de los años, muchos de los cuales podrían ser invocados por los demandantes como normas del derecho internacional consuetudinario contra las empresas. Pero Estados Unidos sólo ha ratificado 14 de esos convenios.” (11)

Este temor de que los derechos laborales y sindicales internacionalmente reconocidos sean aplicados a Estados Unidos, después de resistir en forma efectiva la ratificación de los convenios de la OIT, nos proporciona una muestra del promisiorio mundo de la Ronda de Desarrollo de Doha. Mientras el sitio web de ABCDoha nos garantiza que los pobres del mundo serán empoderados, los mismos intereses empresariales están haciendo todo lo posible para negarle a los trabajadores sus derechos colectivos. A esto se suma el pre-requisito de que todos lo valores universales se validen con el consentimiento del gobierno de Estados Unidos, lo que pone en duda el significado mismo del universalismo en un mundo globalizado.

Finalmente, el temor empresarial a la victimización alcanza proporciones aún mayores en el “escenario de pesadilla” presentado en el Despertar del Monstruo, un documento político sobre el Estatuto Alien Tort publicado por el Instituto para la Economía Internacional. En esta vuelta en montaña rusa a través de la casa de los horrores nos encontramos con 100.000 demandas judiciales colectivas entabladas por demandantes en China contra grandes empresas transnacionales estadounidenses por “instigar la supresión de los derechos políticos en China, por cumplir con las restricciones a los sindicatos en China, y por perjudicar el medioambiente de China.” No hay dudas respecto a la complicidad de estas empresas en la perpetración de tales violaciones, ni sobre cuánto lucraron con ellas. Ese no es el punto. El punto es que si estos casos tuviesen éxito, podrían representar demandas por daños cercanas a los 20 mil millones de dólares. A esta horrorosa pesadilla para las corporaciones se suma el riesgo de que el Estatuto Alien Tort pudiera caer en las manos de las “fuerzas anti-globalización”, que finalmente resultarían ser más destructivas para la agenda de liberalización que las protestas montadas en Seattle, Praga o Washington DC.” (12) ¿Y Hong Kong?

Los activistas anti-globalización podrían verse tentados a hacer realidad esta pesadilla de las empresas. Pero por supuesto el tema no es defender el Estatuto Alien Tort como medio para hacer que las empresas transnacionales estadounidenses asuman su responsabilidad, sino ser concientes de que las víctimas de los crímenes empresariales están obligadas a utilizar esta ley estadounidense inefectiva y tendenciosa porque no existe otra cosa. Tanto que  se habla sobre los riesgos que corre el multilateralismo y el temor de que tengamos una economía mundial sin normas, el hecho es que no existen tales normas. En el mundo real los campesinos, trabajadores, pescadores artesanales y  comunidades locales no tienen instrumentos legales internacionales vinculantes que obliguen a las empresas transnacionales a hacerse cargo de su responsabilidad por la violación de derechos, atrocidades, complicidad en la tortura y crímines de guerra o el genocidio.

Existen por supuesto, Cortes Internacionales y directrices para empresas transnacionales como las Directrices de la OCDE sobre Empresas Multinacionales, pero ninguno de estos mecanismos es vinculante y por lo tanto carecen de la aplicabilidad –basada en un modo genuinamente democrático de poder social y político- necesaria para regular efectivamente al capital transnacional. Este tipo de regulación social sería contrapuesto a la lógica misma del regimen de la OMC. Precisamente por eso sería absurdo agregar cláusulas sociales a las normas de la OMC, insertando una nota al pie sobre derechos humanos internacionales a la agenda empresarial. Propuestas como las de la claúsula social parten de la premisa de que los derechos han sido descuidados en forma inadvertida, que de alguna manera han sido olvidados en la agenda. Pero en el mundo real podemos ver el esfuerzo orquestado de las empresas transnacionales para impedir la imposiciónde cualquier clse de instrumento multilateral sobre derechos humanos que sea obligatorio, aplicable y efectivo. Esa es la razón por la que los instrumentos voluntarios como el Compacto Global son recibidos con beneplácito por los intereses empresariales: les permiten a las empresas transnacionales recibir la aprobación del público por reconocer en forma voluntaria los derechos humanos ya consagrados en los convenios y tratados de la ONU. Lejos está la obligatoriedad de reconocer los derechos humanos como fundamentales y universales. En lugar de eso es voluntario y selectivo (las empresas son libres de elegir qué derechos reconocer) y es utilizado con benevolencia para declarar: “Hemos decidido reconocer los derechos humanos”. Esto es comparable a reconocer a la gente como humana.

Entonces, ¿dónde nos deja? Veinte años después de la pesadilla de la tragedia de Bhopal y cuarenta años después de la tragedia del Agente Naranja en Vietnam, somos testigos de nuevas tragedias que ocurren día a día. Mientras tanto los campesinos, trabajadores, pescadores artesanales y sus comunidades son obligados a vivir bajo la sombra del temor y el absurdo, con la promesa constante de que serán sacados de la pobreza mediante el crecimiento del comercio mundial, al tiempo que se les niegan sistemáticamente sus derechos individuales y colectivos -por los que hemos luchado conjuntamente por generaciones y generaciones para que fueran reconocidos como derechos humanos fundamentales y universales. Pero en el mundo fantástico de la OMC y la Ronda Mágica de Doha todo eso es barrido. Al menos en Disneylandia la ficción y la fantasía desaparecen cuando uno se va.

* Hidayat Greenfield es un investigador de temas laborales y activista sindical que trabaja en el Este y Sudeste Asiático.

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Notas
1. Sobre comercio que genera miseria, ver Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), El Informe de los Países Menos Adelantados 2004: Vinculando el Comercio Internacional con la Reducción de la Pobreza, Nueva York y Ginebra, Naciones Unidas, 2004, p.152.
2. Ver Gerard Greenfield, "Caída Libre en el Libre Mercado: Precios de los Productos Agrícolas en Declive y el Mito del ‘Acceso al Mercado’", Enfoque sobre Comercio, No 100, Junio 2004, pp.20-28. http://www.focusweb.org/content/index.php
3. En términos legales-institucionales el Comité de Naciones Unidas sobre Derechos Economómicos, Culturales y Sociales reconoció en noviembre de 2002 que los Arículos 11 y 12 del Convenio sobre Derechos Económicos; Sociales y Culturales incluye el derecho al agua.
4. Ver el sitio web de  ABCDoha:
http://www.abcdoha.org
5. Comunicado de prensa de ABCDoha, 25 de octubre de 2005.
6. "NAM helps form ABCDoha Coalition", Comunicado de Prensa de la Asociación Nacional de Fabricantes, 25 de octubre de 2005.
7. Para ver una lista de demandas judiciales recientes contra empresas transnacionales estadounidenses al amparo del ATS, visitar: http://www.earthrights.org/litigation/recentatcacases.shtml
8. La demanda judicial está disponible en: www.ffrd.org/indochina/aolawsuit.html Ver también el petitorio, Justicia para las Víctimas del Agente Naranja:
www.petitiononline.com/AOVN/petition.html
9. Robert H. Bork, "Judicial Imperialism", Wall Street Journal, 17 de junio de 2003; Daphne Eviatar, "Judgment day: Will an obscure law bring down the global
economy?" The Boston Globe, 28 de diciembre de 2003.
10. Brief for the National Foreign Trade Council, et al. as Amici Curiae in Support of Petitioner, 23 de enero de 2004, p.12.  Ver el texto complete del escrito aquí: http://sdshh.com/Alvarez/briefs.html
11. Brief for National Association of Manufacturers as Amicus Curiae in Support of  Reversal, 23 de enero de 2004, p.8, nota al pie11. Ver el texto completo del escrito aquí: http://sdshh.com/Alvarez/briefs.html
12. Gary Clyde Hufbauer y Nicholas K. Mitrokostas, Awakening Monster: The
Alien Tort Statute of 1789 (Policy Analyses in International Economics 70), Institute for International Economics (IIE), julio de 2003, p.1-2.