por
Patrick Bond*
(Este
artículo fue publicado por primera vez en MRZine, un boletín
mensual electrónico, en
http://www.monthlyreview.org/mrzine/bond060108.html)
En
medio de su bienvenida crítica a la manía de los biocombustibles,
publicado en ZNEt, Vandana Shiva incluye el siguiente punto: "El
protocolo de Kioto evitó por completo el desafío material de
detener las actividades que conducen a un aumento de las emisiones, y
el desafío político de regular a los contaminadores y hacer que
éstos paguen, de acuerdo con los principios adoptados en la Cumbre
de la Tierra en Río. Por el contrario, Kioto optó por poner en
marcha el mecanismo del comercio de emisiones, que en realidad
recompensa a los contaminadores, asignándoles derechos a la
atmósfera y a comerciar estos derechos a contaminar".
Por
cierto, en 1997 en Kioto, Al Gore logró engañar a los negociadores,
llevándolos a adoptar el comercio de carbono como la estrategia
central del clima, a cambio del apoyo de Washington -que nunca se
materializó.
De
igual manera, en diciembre de 2007, la Conferencia de las Partes en
Bali permitió que el debate de "todos contra Estados Unidos"
ocultara problemas mucho más perdurables. Incluso muchos
ambientalistas y ciudadanos bien intencionados piensan que construir
a partir de los postulados de Kioto es la estrategia correcta para
las negociaciones pos-Bali.
Entre
éstos está la red de ONG conocida como Climate Action Network y los
grupos ambientalistas financiados por las empresas, como la UICN, el
Sierra Club, la World Wildlife Federation y el Environmental Defense
Fund. Los senadores estadounidenses Sanders, Kerry, Liebeman, McCain,
Leahy, Feinstein, Bingaman, Snow, Specter, Alexander y Carper
propusieron leyes en 2007 para concretar el comercio de emisiones.
"Resolver
un problema de mercado (la contaminación) con una solución de
mercado" sigue siendo un precepto para algunos verdes ‘light',
a pesar de un año plagado de informes escandalosos, tanto de
investigadores como de la prensa.
Hace
un año, Peter Aherton, del Citigroup confesó en una presentación
en Power-Point que el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión
Europea (ETS por sus siglas en inglés) "no hizo nada para detener
las emisiones" y actuó como un "impuesto fuertemente regresivo,
gravando fundamentalmente a los pobres". Respecto del cumplimiento
de las metas de la política, admitió que "los precios subieron,
las emisiones subieron, las ganancias subieron… así que no,
realmente no. ¿Quién gana y quién pierde? Todas las empresas de
generación – ganaron. Las empresas generadoras de energía en base
a carbón mineral y energía nuclear- las que ganaron más. Los
fondos de inversión de alto riesgo (hedge
funds)
y los que comercian con la energía – ganaron aún más. Los que
perdieron…ejem…¡los consumidores!".
El
Wall Street Journal confirmó en marzo de 2007 que el comercio de
emisiones "dejará ganancias a algunas empresas muy grandes, pero
no crean ni por un minuto que esta charada será de alguna utilidad
para resolver el calentamiento global". El documento se refiere al
comercio de carbono como una "búsqueda de ganancias al viejo
estilo…ganar dinero haciendo trampa al proceso de regulación".
Hablando
en el noticiero del Canal Cuatro de la BBC en marzo de 2007, el
Comisionado Europeo de Energía daba su veredicto sobre el ETS: "un
fracaso". Yvo de Boer, el flemático jefe del Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) de Naciones
Unidas, advirtió sobre "la posibilidad de que el mercado también
pueda colapsar". En abril de 2006, el precio del carbono en el
mercado europeo cayó a la mitad de la noche a la mañana debido a la
mala gestión de las autoridades del ETS.
Pero
no solamente en Europa. Según una investigación del comercio de
carbono (a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL) en el
Tercer Mundo, realizada por la revista Newsweek en marzo de 2007,
éste "no está funcionando…[y representa] un camino groseramente
ineficiente de reducción de las emisiones en el mundo en
desarrollo". La revista califica a este comercio como un
fraudulento ‘juego de las tapitas' que ha transferido "US$3 mil
millones a algunos de los peores contaminadores de carbono en el
mundo en desarrollo".
Después
de una exhaustiva serie de artículos sobre los problemas asociados
al comercio y las compensaciones de carbono, el Financial Times
concluye que no es más que una "cortina de humo" de carbono.
En
junio, el diario The Guardian tituló su investigación con el mismo
tono de burla: "La verdad sobre Kioto -ganancias enormes, y un
poquito de carbono ahorrado… Abuso e incompetencia en la lucha
contra el calentamiento global… La verdad inconveniente sobre la
industria de las compensaciones de carbono".
Entre
tanto, el profesionalismo y la sensatez de los grandes grupos verdes
-o simplemente su amiguismo (ya que personal clave de la CAN
trabaja ahora en la industria)-los ha vuelto absolutamente inútiles
como observadores vigilantes del comercio de carbono.
Entonces,
¿a quién recurrir?
La
Conferencia de Bali registró la creación de un movimiento
alternativo en construcción por fuera de aquellos: la red por
‘Justicia Climática Ya' compuesta por Carbon Trade Watch (un
proyecto del Transnational Institute); el Center for Environmental
Concerns; Focus on the Global South; la Freedom from Debt Coalition,
de Filipinas; Amigos de la Tierra Internacional; Women for Climate
Justice (Mujeres por la Justicia Climática); la Coalición Mundial
de Bosques (Global Forest Coalition); el Global Justice Ecology
Project; el International Forum on Globalization (Foro Internacional
sobre la Globalización); la Kalikasan-Peoples Network for the
Environment; Vía Campesina; el Grupo de Durban por la Justicia
Climática (Durban Group for Climate Justice); Oilwatch; la Alianza
Ambiental de los Pueblos Indígenas del Pacífico (Pacific Indigenous
Peoples Environment Coalition); Sustainable Energy and Economy
Network (del Institute for Policy Studies); la Red Ambiental Indígena
(Indigenous Environmental Network); la Red del Tercer Mundo; el Foro
sobre Justicia Climática de las Organizaciónes de la Sociedad Civil
de Indonesia; y el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales.
Esta
alianza criticó el comercio de carbono e hizo un llamamiento a
buscar soluciones genuinas; "reducción del consumo; transferencias
financieras masivas del Norte al Sur basadas en la responsabilidad
histórica y la deuda ecológica, destinadas a la adaptación y
costos de mitigación solventados mediante un reorientación del
presupuesto militar, la aplicación de impuestos innovadores y la
cancelación de la deuda; dejar los combustibles fósiles en el
subsuelo e invertir en fuentes de energía eficientes, seguras y
limpias, y en energía renovables gestionadas por la comunidad;
conservación de recursos con arreglo a los derechos, de forma de
hacer valer los derechos a la tierra de los pueblos indígenas y la
soberanía de los pueblos sobre la energía, los bosques, la tierra y
el agua; y a través de la agricultura familiar sustentable y la
soberanía alimentaria de los pueblos".
En
octubre de 2004 se fundó el Grupo de Durban (Durban Group) con el
objetivo de abordar los problemas del comercio de carbono,
advirtiendo sobre todos los peligros mencionados, en particular, la
puntualización de Shiva de que la transferencia del derecho a
contaminar constituye un regalo de billones de dólares para quienes
son responsables del grueso de los problemas del clima.
Pero
los personajes del establishment
seguirán confundiendo las cosas. En la reunión de Bali, uno de los
líderes claves del Tercer Mundo fue el ministro de Medio Ambiente de
Sudáfrica Marthinus van Schallwyk -sucesor de FW de Klerk como
líder del Partido Nacional, después de haber servido en la policía
del appartheid
como espía de sus compañeros estudiantes (posteriormente fundió al
Partido Nacional en el Congreso Nacional Africano, el partido
gobernante, y fue recompensado con un ministerio de poca monta). Su
estrategia para atraer a Estados Unidos al redil implicó pagar el
precio de eliminar de la declaración oficial cualquier meta de
emisiones y mecanismo de rendición de cuentas y reforzar el comercio
de carbono.
El
liderazgo de Van Schalkwyk es un ejercicio de travestismo, ya que no
dijo nada sobre los US$20 mil millones que su propio país destina a
nuevas inversiones – en parte privatizadas a través de AES, una
multinacional estadounidense-en generación eléctrica barata
alimentada a carbón, para beneficio de las grandes empresas; él
apoya la expansión de la energía atómica. Sudáfrica ya tiene una
producción de emisiones por persona por unidad de PBI veinte veces
mayor que la de Estados Unidos, y la política oficial de comercio de
carbono de Schalkwyk argumenta que se trata básicamente de una
"oportunidad comercial".
Esto
es así solamente si no existe resistencia; en Durban, Sajida Khan
luchó contra el comercio de carbono antes de morir de cáncer,
enfermedad que le causó un relleno sanitario vecino a su casa
durante la era del apartheid – la experiencia piloto para la
extracción de metano, financiada por el Mecanismo de Desarrollo
Limpio en Sudáfrica.
En
contraposición al comercio de carbono, lo que está reverberando en
el seno de los movimientos de base, entre los mineros y en las luchas
de resistencia en muchas partes del mundo, es una estrategia y una
demanda muy diferente de los activistas de la sociedad civil: ¡dejen
el petróleo en el subsuelo, y los recursos en la tierra!
Este
llamado lo hizo por primera vez el grupo OilWatch (cuya sede se
encontraba entonces en Quito, Ecuador) en 1997, como estrategia para
el clima en Kioto. Las/os heroicas/os activistas de Acción Ecológica
participaron en la lucha para detener la explotación petrolera en
parte del Parque Nacional Yasuni. Esto llevó al Presidente Rafael
Correa a declarar a mediados de 2007 que el Norte debía pagarle a
Ecuador cerca de US$5 mil millones como indemnización por su
compromiso a renunciar de manera permanente a la explotación del
Yasuni (aunque existe preocupación entre los pueblos indígenas
sobre la extracción de petróleo en zonas aledañas, especialmente
de manos de la voraz empresa brasileña Petrobras).
Hace
un año, en el Foro Social Mundial en Nairobi, fueron muchos grupos
más los que entendieron la importancia de este movimiento, gracias a
la elocuencia de los activistas del Delta del Níger, como los de la
ONG de Port Harcourt Environmental Rights Action (ERA)-Amigos de la
Tierra Nigeria. Por ejemplo, mujeres activistas de la comunidad
cortaron sistemáticamente la producción en los campos petrolíferos
con sentadas en las que se desvistieron, mostrando así su total
falta de respeto por las multinacionales del petróleo.
En
mi propio vecindario, que incluye dos de las refinerías más grandes
del África, la South Durban Community and Environmental Alliance se
ha movilizado contra los crímenes ambientales de las empresas y el
municipio, entre los que se cuentan tres grandes explosiones e
incendios desde septiembre y la matanza generalizada de peces en
Navidad, provocada por un vertido tóxico en el puerto de Durban, el
más movido del África.
Pero
el legado de la resistencia contra los abusos asociados a los
combustibles fósiles se remonta mucho más atrás en el tiempo, e
incluye a los ambientalistas de Alaska y California que lograron
detener las perforaciones e incluso la exploración. En Noruega, el
grupo por la justicia mundial ATTAC se preocupó por estos mismos
problemas en una conferencia celebrada el pasado mes de octubre, y
comenzó a realizar un arduo trabajo para persuadir a los
administradores del poderoso Fondo Petrolero Noruego para que
destinen los vastos ingresos obtenidos de la explotación de su
patrimonio del Mar del Norte para pagarle a los ecuatorianos parte de
la deuda ecológica que se les debe.
El
analista del clima más elocuente en el Norte quizás sea George
Monbiot, y resultó revelador que en vez de ir a Bali, se haya
quedado en su casa en Gran Bretaña provocando algún revuelo con su
columna en The Guardian:
"Señoras
y señores, ¡tengo la respuesta! ¡Por increíble que parezca, me he
topado por casualidad con la única tecnología que nos salvará del
cambio climático desenfrenado! Desde el fondo de mi bondadoso
corazón la ofrezco gratuitamente. Sin patente, sin letra chica, sin
cláusulas escondidas. Esta tecnología -una nueva forma radical de
capturar y almacenar carbono-ya está causando revuelo entre los
científicos. Es barata, es eficiente, y se puede aplicar de
inmediato. Se llama…dejar los combustibles fósiles en el
subsuelo."
"En
un día aciago de la semana pasada, mientras los gobiernos se reunían
en Bali para prevaricar sobre el cambio climático, un grupo de
nosotros intentó poner está política en práctica. Nos
introdujimos en una mina de carbón a cielo abierto que estaba siendo
excavada en Ffos-y-fran en el Sur de Gales y ocupamos las
excavadoras, clausurando los trabajos por ese día. Nos motivaba un
hecho que se les ha pasado por alto a las sabias cabezas en Bali: si
se los extrae, los combustibles fósiles serán utilizados".
Canadá
es otro de los sitios del Norte donde los activistas trabajan para
dejar el petróleo en el subsuelo. En una conferencia de Edmonton el
pasado mes de noviembre, el Instituto Parkland de la Universidad de
Alberta y sus aliados argumentaron a favor de no continuar con
emprendimientos en zonas de depósitos de arena bituminosa (donde es
necesario quemar un litro de combustible por cada tres que se
extraen, y que provocan la devastación del agua, la pesca y la
calidad del aire a nivel local).
El
director del Instituto, Gordon Laxer, expuso argumentos sólidos para
establecer límites excepcionalmente estrictos al uso del agua y a
las emisiones de gases de efecto invernadero en la extracción en
arenas bituminosas; planes de recuperación de tierras y depósitos
financieros realistas; que no se subsidie más la producción de
energía sucia; disposiciones para la seguridad energética de los
canadienses (ya que gran parte de la extracción en arenas
bituminosas se exporta a Estados Unidos); y el cobro de tasas mucho
mayores a la energía sucia para financiar la industria de la energía
limpia (Alberta tiene actualmente una tasa de concesión muy baja).
He
mencionado con entusiasmo este reclamo en muchos lugares en los
últimos dos años, comentando los méritos morales, políticos,
económicos y ecológicos de dejar el petróleo en el subsuelo.
Lamentablemente, además de confesar mi más profundo pesar por el
excesivo combustible que emplearon los aviones que me llevaron en
esta cruzada, debo informar que el único sitio donde el mensaje cayó
como un balde de agua fría fue entre los queridos compañeros de la
petro-socialista Venezuela.
No
importa, son muchísimos los ejemplos en los que las comunidades y
los ambientalistas armados de valor, han logrado con sus campañas
mantener los recursos no renovables (no solamente los combustibles
fósiles) en el subsuelo y la tierra, para el beneficio del
medioambiente y la estabilidad de la comunidad, desincentivando la
corrupción política y favoreciendo la salud y la seguridad de los
trabajadores.
Los
casos de mayor interés aquí en Sudáfrica actualmente, son el de
los grandes campos de platino de la Provincia de Limpopo y el del
titanio y otros minerales de las dunas de la Costa Salvaje (donde,
irónicamente, se filmó la película Blood Diamond (Diamantes de
Sangre)). Las comunidades curtidas en la lucha oponen resistencia
contra las empresas multinacionales, pero necesitan la presencia de
una solidaridad vigorosa, ya que la extracción de estos recursos es
sumamente costosa en términos del uso de la tierra local, el
desplazamiento de campesinos, la extracción de agua, el consumo de
energía, y la corrupción política, y demanda constante vigilancia
y solidaridad comunitaria.
La
sensibilización que están generando los activistas locales con
estas campañas nos hace a todos más conscientes de lo negativas que
son las estrategias espurias como el comercio de carbono, en
contraste con un proyecto genuino para cambiar al mundo.
*
Patrick Bond dirige el Centro para la Sociedad Civil (Centre for
Civil Society) en la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban,
Sudáfrica (www.ukzn.ac.za/ccs),
para ponerse en contacto, escribir a [email protected].