por Dorothy Guerrero*
El anuncio realizado por Beijing antes de Navidad de la cifra reajustada de su producto bruto interno (PBI) de 2004, provocó un revuelo internacional y puso a correr a los economistas hasta sus mesas de cálculo para revisar sus predicciones sobre cuándo China reemplazará a Estados Unidos como la economía más grande del mundo. Hay una diferencia de 17% entre el informe anterior del gobierno chino que establecía un ingreso nacional bruto de US$1,65 billones y la cifra recomputada, que ascendió a US$2 billones. El nuevo cálculo tiene una consecuencia importante: significa que China es una economía mucho más grande de lo que pensábamos. Significa que en todo este tiempo ya trepó a la cuarta posición en el ranking mundial de las economías más grandes, subiendo dos escalones de su posición anterior como número seis.

No hay duda de que este avance es impresionante. Las estadísticas oficiales ilustran dos décadas de un aumento muy marcado de la tasa de crecimiento del PBI real, que ha promediado el entorno de 9,2%. Desde 2001, China ocupa el segundo lugar en el mundo en el índice de paridad de poder adquisitivo (PPA o PPP por sus siglas en inglés). Muchos países envidian su registro de progreso económico. Sin embargo, este crecimiento récord da la idea falsa de que es un gran ganador de la globalización. Aunque si es en parte cierto que las actuales reformas del mercado y la apertura de China a la economía mundial proporcionaron un mejor nivel de vida a millones de chinos, existen también muchos documentos nuevos y críticos que argumentan que son más los que sufren debido a la rápida transición del país a la economía de mercado.
Para la mayoría del pueblo chino, la pregunta más significativa e importante no es "¿Cuándo se convertirá China en el país número uno del mundo?" Más bien se están preguntando, "¿Cuándo comenzarán a tener efectos positivos en nuestras vidas los beneficios del ascenso de China a la condición de superpotencia?" A decir verdad, ser el número uno -como en el caso de Estados Unidos durante mucho tiempo- no garantiza necesariamente el fin de la pobreza para los marginados, ni la probabilidad de mejores oportunidades y acceso a los recursos. Nuevos estudios sobre la relación entre la reducción de la pobreza y la desigualdad demuestran que no hay necesariamente una conexión entre el libre comercio y la reducción de la pobreza.(1) De hecho, un estudio detallado del caso de China como economía de rápido crecimiento desde el comienzo de la reforma en 1978, demuestra que la mayor apertura al comercio exterior no fue el motor de su éxito.
En la reciente 6ª Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Hong-Kong, que tuvo lugar del 13 al 18 de diciembre de 2005,
China fue centro de atención. Su desempeño económico después de su incorporación a la OMC es probablemente uno de los procesos seguidos con mayor atención, ya que reafirmará o hará añicos las nociones sobre el libre comercio y la liberalización económica como precondiciones necesarias para el desarrollo económico. Aunque China exhibió una postura de anfitrión no muy enérgica y todavía está terminando su etapa de transición que finalizará en 2013, el cumplimiento de sus obligaciones con la OMC le preocupa a muchos.

El ingreso de China a la OMC
China ingresó a la OMC en diciembre de 2001. Desde entonces, modificó más de 2.500 de sus leyes y reglamentos nacionales y abolió más de 800 para cumplir con las reglas de la OMC.(2) Hasta ahora no existe una estimación general exacta sobre las consecuencias de estos cambios para los medios de sustento de la población. Algunos de los impactos negativos que si se han calculado son el crecimiento mínimo o negativo del empleo en sectores como la agricultura, los automóviles, la maquinaria y los instrumentos. Por el contrario, hubo un aumento del empleo en industrias como las fibras vegetales, la ganadería y la carne, la vestimenta, la industria liviana y la electrónica.(3)  Lo que sí está claro, sin embargo, es que la calidad de miembro del organismo comercial multilateral profundizó aún más la dependencia de la economía china del comercio exterior y la inversión extranjera.
Antes de su integración al régimen de comercio internacional, los partidarios de la OMC dentro del gobierno chino argumentaron que su adhesión a la OMC ayudaría al país a ampliar su mercado interno, acelerar la reestructuración de sus industrias y mejorar su sistema jurídico. El informe del Ministerio de Comercio chino del segundo trimestre de 2005 muestra que el volumen total de comercio internacional en 2004 excedió el billón de dólares estadounidenses y que China está ahora en el tercer lugar entre los países con mayor comercio del mundo. El informe también muestra que la inversión extranjera ascendió a US$ 53.510 millones ese año mientras que la estimación para 2005 es que superará los US$ 60 mil millones. El informe del cuarto trimestre para 2005 muestra que cuatrocientos cincuenta de las 500 compañías más importantes del mundo han invertido en China. (4)
China se convirtió en el destino preferido de la inversión extranjera directa (IED) debido a las ventajas atractivas que ofrece. Tiene un ambiente de negocios muy amigable que incluye imposiciones fiscales reducidas para la IED, que representan la mitad de la carga fiscal que pagan normalmente las empresas públicas. Ofrece buenas condiciones para garantizar las ganancias a las compañías transnacionales, como alquileres bajos, recursos naturales baratos y reglas laxas para su explotación, salarios bajos para los trabajadores, ausencia de sindicatos independientes, leyes que impiden el derecho de huelga y muchas otras.
La comunidad internacional de empresarios se alegró al observar en la reunión ministerial de la OMC en Hong-Kong que Beijing cumplió satisfactoriamente sus compromisos con la OMC. China redujo en su conjunto los aranceles agrícolas, pasando del 54% en 2001 al 15,3% en 2005, esperando llegar al 15,2% en 2006. Ningún otro miembro ha hecho un recorte tan grande en un período de tiempo tan corto en la historia de la OMC. El arancel agrícola promedio en todo el mundo actualmente es de 62%.
El futuro del sector agrícola fue una de las preocupaciones más importantes durante las negociaciones en Hong-Kong. La visión dominante entre los economistas dentro de China es que la agricultura es comparativamente poco importante con relación a otros sectores prometedores y más beneficiosos, ya que China no es un gran exportador de productos agrícolas. El sector agrícola sólo contribuye con un 15% del PBI de China. Sin embargo, el número de personas que dependen de la agricultura para la supervivencia y el desarrollo sigue siendo enorme.
Por otra parte, también se realizaron ajustes de gran envergadura a los aranceles de importación, los servicios financieros y las compras del sector público. Los aranceles de importación en 2005 llegaron a un promedio de 9,4 en comparación con el 15,3% de comienzos de 2001. Los aranceles sobre los productos de tecnología informática, incluyendo las computadoras y los equipos de telecomunicaciones, cayeron del 13,3% a cero en el mismo período.(5) Desde diciembre de 2004, los bancos extranjeros están autorizados a  realizar operaciones en moneda nacional en 18 ciudades chinas.
Beijing acordó comenzar conversaciones sobre su incorporación al Acuerdo de la OMC sobre Contratación Pública y compras del Estado durante la segunda mitad de 2005. Cuando tal acuerdo se alcance plenamente, le concederá a las compañías extranjeras el acceso no discriminatorio a las compras del sector público. Por el momento, los organismos estatales chinos están obligados a comprar equipos y tecnología solamente a compañías de propiedad china, a menos que no haya una alternativa comercialmente viable.

Detrás de las estadísticas
Ya no es secreto el hecho que más de 250 millones de chinos viven
con menos de US$ 1 por día. Otros 700 millones equivalentes al 47% de la población, vive con menos de US$ 2 por día. Las condiciones de trabajo de los trabajadores chinos – que proveen al mundo de todos los productos de consumo asequibles desde camisetas y sostenes hasta electrodomésticos y computadoras – están muy lejos de ser agradables. A menudo trabajan entre 60 y 70 horas semanales.
En las brillantes ciudades modernas como Shenzhen en la provincia de Guangdong, la modernidad tiene dos caras: una es la de los ejecutivos de las empresas y los expertos técnicos educados en Estados Unidos que trabajan en impresionantes rascacielos, la otra es la de los millones que sudan en trabajos automatizados y repetitivos en las fábricas de las "zonas económicas especiales". Quienes pertenecen a esta segunda categoría reciben apenas unos US$ 100 por mes. La mayoría se queja de la comida insípida de sus cafeterías y los dormitorios abarrotados donde 10 a 20 trabajadores comparten un cuarto pequeño. La mayoría de ellos son trabajadores emigrados de las áreas rurales que carecen de acceso a muchos beneficios sociales básicos, tienen pocas posibilidades de movilidad ascendente y no tienen ninguna seguridad en el empleo. Esta vasta "población flotante" es empujada a las grandes ciudades por la situación desesperada que se vive en las aldeas y la brecha cada vez mayor entre la vida en las ciudades y el campo.
El desarrollo económico ha sido desigual e injusto para quienes se desempeñan en el sector agrícola. Los salarios agrícolas están estancados a pesar del fenomenal crecimiento económico de China. El desempleo en las áreas rurales alcanza actualmente niveles alarmantes – la estimación del gobierno es que el número de desempleados y subempleados se encuentra hoy entre los 100 y los 120 millones de personas. (6)
Los 700 millones de personas que hoy se dedican a la agricultura tendrían que someterse a ajustes para adaptarse a la urbanización. El patrón de migración hacia las áreas urbanas es comparable a la experiencia de Japón durante el período de industrialización de la posguerra. En 1947, cerca de 7 millones de hogares, equivalentes al 50% de la mano de obra de Japón, trabajaba en la agricultura. Esto se redujo hasta llegar a menos de 3% en 2002.(7)  El caso de China es más rápido y más dramático, implica mayores exigencias de realizar ajustes y presenta mayores problemas a las ciudades en expansión que el caso de Japón. Se prevé que trescientos millones de chinos emigrarán desde las áreas rurales a las ciudades antes de 2020. Ésta es una de las migraciones más grandes en la historia de la humanidad.
Los problemas de China con respecto a su "mano de obra excedente" representan muchos  desafíos intimidantes a medida que el país se transforma en una economía basada en el conocimiento y los servicios. No es fácil crear empleo productivo para una fuerza de trabajo de 744 millones. China necesita crear 300 millones de nuevos puestos de trabajo en la próxima década para absorber o volver a emplear a aquellos que perdieron sus empleos en el sector agrícola o en las empresas estatales y proporcionar trabajo a los que se incorporan a la fuerza laboral. (8)
La falta de puestos de trabajo y las malas condiciones en las zonas rurales seguramente tengan como resultado la reconversión de las ya limitadas tierras agrícolas en aras de distintos proyectos de infraestructura y desarrollo, y además la disminución de los ingresos a causa de una presión fiscal excesiva. El gobierno central dice que se está empezando a aplicar algunas medidas para mejorar la situación en el campo, y que éstas, de hecho, están dando resultados positivos. Sin embargo, el desarrollo general en las zonas rurales sigue retrasado diez años respecto al de las áreas urbanas. La situación del medioambiente también se está deteriorando y esto está afectando cada vez más la salud y las formas de sustento de la población. Las protestas y los alzamientos desencadenados por la sensación generalizada de injusticia y los problemas ambientales se ven casi a diario ahora en el campo.
Un estudio reciente del Banco Mundial observa que los productores rurales chinos ya sufrían una caída en sus ingresos en los años previos al ingreso a la OMC. Pero el vínculo entre la suerte de China y los mercados extranjeros agravó la tendencia, particularmente a medida que China ha venido eliminando los aranceles que antes protegían a los campesinos locales contra las importaciones.
Desde 1995 a 2001, el número de trabajadores empleados en empresas estatales se redujo un 40% (46 millones), mientras que el número de trabajadores empleados en empresas urbanas de propiedad colectiva cayó un 60% (18,6 millones). Los trabajadores estatales despedidos (registrados) ascienden a cerca de 34 millones. Muchos de estos trabajadores despedidos recibieron solamente un pago parcial cuando sus empresas estatales cerraron. A nivel local están surgiendo problemas debido al futuro incierto de 23 millones de empresas municipales, que emplean alrededor de135 millones de personas. Estas empresas actuaron como motor de la economía local en los años 80, pero ahora soportan la carga del aumento de los costos y la competencia de firmas extranjeras. El índice de desempleo urbano y rural total en China se cercano al 30%.
El cortejo de China a la inversión extranjera afectó drásticamente a las empresas estatales. Según Hart-Landsberg y Burkett en su libro "China y el socialismo "(9),  la pérdida de rentabilidad de las empresas estatales está asociada a la creciente confianza en los inversionistas extranjeros. Como pagan impuestos relativamente altos (en contraste con los inversionistas extranjeros) además de cumplir con cargas laborales, de inversión, de seguridad social (pensión, habitación y atención  a la salud), las empresas estatales se tornaron cada vez menos competitivas en comparación con las empresas privadas. La disminución de la rentabilidad de las empresas estatales, sumada a los problemas de gestión y a la corrupción, ha traído como resultado su endeudamiento. Como el volumen de las deudas atrasadas aumentó, el gobierno optó por privatizarlas para aliviar la carga del Estado. La privatización alentó una mayor dependencia en los inversionistas extranjeros, que comenzaron a comprar las empresas en problemas. La participación de las empresas estatales en la producción industrial cayó del 64% en 1995 al 30% en 2002. Actualmente operan con un ritmo de pérdida en su participación en el PBI cercano al 1% anual. (10)
Las exportaciones adquirieron un papel protagónico y para continuar su crecimiento rápido, la economía confió cada vez más en las empresas extranjeras, especialmente en las industrias de alta tecnología. La centralidad creciente de las exportaciones y las inversiones extranjeras sirvió para justificar la dependencia de la economía en acuerdos globales de comercio e inversiones y, sobretodo, en la OMC.
El rápido crecimiento de China se logró en realidad con muchos costos sociales y ambientales. Ahora simboliza los muchos males que acompañan al tipo de globalización económica que comandan las empresas transnacionales. La privatización y el creciente poder de las elites locales y las empresas extranjeras en China están magnificando la ya enorme brecha entre las víctimas y los beneficiarios de ese crecimiento. El Informe de Desarrollo Humano del PNUD de 2005 ilustra un alarmante aumento de la disparidad de los ingresos en el país. El coeficiente Gini de China (una medida de igualdad/desigualdad: en la que 0 significa que todos tienen el mismo ingreso; 1 significa que una persona percibe todo el ingreso) llegó a 0,465 en 2004, y se estima que ascenderá a 0,47 en 2005. (11)

¿Liderazgo de los países en desarrollo?
Aun cuando el ascenso de China está generando expectativas de que se transformará en el "nuevo imperio", este país en desarrollo que es el más grande y que crece a mayor velocidad no parece albergar la menor intención de erigirse como el defensor de los pobres del mundo. Lo otros grandes jugadores del mundo en desarrollo, India y Brasil, han demostrado mayor interés en desempeñar ese papel. Durante el proceso de negociaciones anterior a la reunión de la OMC en Hong Kong, China no presentó ninguna propuesta importante sobre la mesa.
El ingreso de China a la OMC probablemente amplió el nivel de transparencia existente en China con respecto a temas que son de interés prioritario para las empresas privadas, entre ellos los contratos, la reglamentación de la inversión extranjera, los derechos de propiedad intelectual y otros. Sin embargo, el ejercicio pleno de la responsabilidad social de las empresas dista aún mucho de ser ideal en China, y la gran represión de los esfuerzos de organización independiente de los trabajadores chinos sigue siendo una realidad.
El ascenso de China contradice la visión que se tenía comúnmente antes en el Occidente, particularmente en Europa, de que el marco de desarrollo del Estado nación está en decadencia. Hace menos de una década, muchos adherían a la idea de que el futuro pertenecía a las uniones de Estados nacionales, siguiendo el modelo de la Unión Europea y Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN). La tendencia actual que está mostrando el crecimiento de países como China e India, parece indicar la ascendencia de un nuevo tipo de mega Estado nacional. Será muy importante ver cómo interactúa China en su condición de nueva potencia con Estados Unidos, la Unión Europea, Japón e incluso Rusia. China está convenciendo actualmente al resto de los países en desarrollo y las viejas potencias que su ascenso es pacífico, y está aumentando su influencia principalmente, aunque no exclusivamente, a través de las relaciones económicas. Será crucial seguir de cerca cómo se desarrollan estas relaciones.
* Dorothy Guerrero es investigadora asociada de Focus on the
Global South. <[email protected]>
Notas
1. Martin Ravallion, "Looking Beyond Averages in the Trade and
Poverty Debate", documento preparado para el Taller WIDER: The Impact of
Globalisation on the World's Poor (El impacto de la globalización sobre los pobres del mundo), octubre 2004.
2. "China Tackling Challenges in WTO Transition", Xinhua News,
11 de diciembre, 2004.
3. Ianchovina, Elena, W. Martin, "Economic Impacts of China's
Accession to the World Trade Organization”, Documento de trabajo del Banco Mundial, mayo 2003.
4. Noticias en línea de Asia Times, 20 de diciembre, 2005.
5. Murray Hiebert, "Good Marks for China's WTO Obligations",
Wall Street Journal, 28 de noviembre, 2005.
6. Ver el informe de  Dale Wen titulado "China Copes with Globalization", publicado por el Internacional Forum on Globalization, 2004.
7. Ezra Vogel, "The Emperor is Far Away: Understanding the
Challenges Faced by the New Leader", Harvard International
Review, China: Vol.25 (2).2003.
8. Douglas Shihua Zheng, "China's Employment Challenges and
Strategies after the WTO Accession", Documento de Trabajo de Investigación de Política del Banco Mundial 3522, febrero 2005.
9. Martin Hart-Landsberg y David Burkett, China and Socialism:
Market Reforms and Class Struggle, Monthly Review Press, 2005.
10. Shariff Shuja, "The Limits of Chinese Economic Reform",
Jamestown Foundation China Brief, Vol.5 Número 17, 2005.
11. China Economic Net, 21 de septiembre, 2005.
http://en.ce.cn/Insight/200509.shtml


 

Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ([email protected]) .

Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ([email protected]) para

REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (http://www.redes.org.uy/)

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