por Walden Bello*
BEIRUT, 14 de agosto de 2006. El estado de ánimo agridulce que se vivió hoy en Beirut al entrar en vigencia el cese del fuego posiblemente tenga su mejor expresión en las palabras de Rahul, un taxista, que me dijo: "Ganamos, pero ¿a qué costo? Tanta gente desplazada, tantos muertos, tantos edificios destruidos".
El costo final de esta guerra todavía se está calculando, pero es probable que la cifra de muertos llegue a 1.400 y los daños económicos alcancen los US$ 6.000 millones.
Apenas comenzó el cese de hostilidades a las 8:00 A.M., automóviles, camionetas y camiones comenzaron a desplazarse masivamente hacia el sur, a medida que aquellos que se refugiaron en Beirut y en otras partes del país comenzaron el retorno a sus hogares. "Muy probablemente encontrarán que sus casas ya no existen, pero sus tierras todavía están allí, y no hay nada como volver a casa", afirma Anwar El Khalil, un parlamentario que representa la zona de Marieyoun, el lugar donde la semana pasada los aviones israelíes bombardearon un convoy de civiles; él mismo está ansioso de volver a su casa. Con casi un tercio de los habitantes del país desplazados de sus hogares, se prevé que se produzca un movimiento civil masivo que hará que el tránsito en las principales carreteras del país avance a paso de tortuga en los próximos días.
Los perdedores
No hay duda sobre quiénes son los perdedores en esta guerra. Todas las personas con las que hablamos en este día de orgullo nacional están de acuerdo con el editorial del Daily Star, el periódico liberal del Líbano publicado en inglés, que afirma que "el gobierno israelí ha quedado desacreditado y han quedado expuestas graves dificultades en las relaciones entre Israel y EE.UU. Ahora, los israelíes tienen que confrontar un escenario político problemático". Cuando hay incluso miembros del gobierno del primer ministro Ehud Ohlmert que dicen que Israel ha perdido la guerra, el Estado judío se hunde en la peor crisis política en muchos años.. Quizás el estado de ánimo dominante en la clase dirigente israelí se vea reflejado en el llamado de Zeev Schiff, comentarista del diario israelí Haaretz a "reconsiderar la gestión militar y estratégica, ahora que los hechos han demostrado que el ejército no es capaz de adaptarse al tipo de guerra impuesto por el Hezbollah".
Tampoco hay dudas sobre quién es el otro perdedor. Muchos políticos y analistas libaneses, tienen la fuerte convicción de que esta guerra fue planificada por Washington mucho antes de que el Hezbollah capturara a los dos soldados israelíes en un ataque fronterizo a principios de julio. Durante nuestro breve encuentro con el presidente del Líbano, Emile Lahoud, nos dijo: "Sabemos que la ofensiva israelí fue planificada con anticipación, con el apoyo de fuerzas externas". El parlamentario El Khalil no tiene ningún prurito en identificar a EE.UU. como el verdadero autor de esta guerra, y menciona un artículo reciente de Seymour Hersh en el New Yorker donde se sostiene que ya en 1996 los neoconservadores estadounidenses tenían un gran plan para la reconstrucción de Medio Oriente -fuerzas militares de Israel mediante.
Es posible que la destrucción de Hezbollah sea más importante para EE.UU. que para Israel, afirma Henri Barkey, presidente del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Lehigh y ex funcionario del equipo de planificación de políticas del Departamento de Estado de EE.UU. En un artículo reciente, Barkey afirma que quizás Israel puede vivir con una región al norte del río Litani dirigida por Hezbollah, pero EE.UU. no. La razón fundamental tiene que ver con el "modelo Hezbollah". Según Barkey, "representa la pesadilla de la metamorfosis de una milicia bien dotada y entrenada. Si funciona en el Líbano, el modelo puede ser reproducido en cualquier otro lugar del mundo. Hezbollah es mucho más sofisticado y cuenta con más arraigo que Al Qaeda. Es imposible derrotarlo sin que se produzcan víctimas civiles. Allí radica la fuerza de Hezbollah: cuenta con que el mundo exterior se apiadará ante la existencia de víctimas civiles". Según este punto de vista, el triunfo del movimiento Hezbollah sobre Israel es el peor de todos los escenarios posibles.
El vencedor
Pero los libaneses tienen una opinión muy diferente. En los treinta días de guerra, la mayoría de los grupos políticos del país y la mayoría del país se han unido para apoyar la lucha contra la agresión israelí bajo la dirección de una organización musulmana chiíta. Uno de los primeros en brindar ese apoyo fue Emile Lahoudel, presidente del país y cristiano maronita, que no es parco al elogiar "el liderazgo del Hezbollah en la resistencia nacional". Todo el mundo reconoce que el desempeño militar excelente del Hezbollah es el origen de lo que el Daily Star denomina los "niveles sin precedentes de solidaridad" de la sociedad libanesa en la actualidad. Las posturas críticas en el interior del país que al inicio de la guerra acusaban a Hezbollah de arrastrar al Líbano a una guerra por haber capturado a dos soldados israelíes para canjearlos por guerrilleros presos, permanecen silenciosas en estos días de orgullo nacional.
Si hay algo que ha sido superado por los acontecimientos de estos últimos treinta días, es la mentira de que Hezbollah es una organización terrorista. La actitud deliberada de los israelíes de disparar contra blancos civiles, contrapuesta a la de Hezbollah centrada en combatir al ejército israelí, ha invertido la situación. De hecho, los grupos de la sociedad civil internacional están hoy reclamando masivamente que se juzgue al ejército y los líderes políticos israelíes por crímenes de guerra y por terrorismo de Estado.
Pero en estos últimos días Hezbollah no ha exhibido solamente su destreza militar sino además su enorme capacidad de proporcionar servicios de asistencia social a la población desplazada por la situación. En un país con servicios sociales muy atrasados, en particular para los pobres, la infraestructura social de Hezbollah es un modelo de modernidad eficiente. Por ejemplo, existen 46 centros médicos y un hospital administrados por Hezbollah. Su Jihad para la Construcción, que supervisó la reconstrucción de la infraestructura material y social del sur del Líbano en los años noventa, actualmente está en condiciones de administrar una reconstrucción pos-guerra todavía más masiva.
También ha desplegado, tanto en el ámbito local como en el escenario internacional, a sus talentosos intelectuales y portavoces, entre ellos el Dr. Ali Fayyad, director del Centro Consultivo de Estudios y Documentación (CCSD), que ha elaborado más de 300 informes sobre temas sociales, económicos, políticos y administrativos.
El Dr. Ali, un intelectual de gran amabilidad, nos explica que la victoria de Hezbollah se basa en tres razones fundamentales. La primera, el uso de cohetes para neutralizar el poderío aéreo de Israel y darle a Hezbollah una capacidad ofensiva aérea sin aviones. La segunda, la aplicación de la guerra de guerrillas de Hezbollah, que frustró a un ejército israelí acostumbrado a combatir a los ejércitos árabes convencionales. La tercera, que los luchadores del Hezbollah "no son solamente una guerrilla entrenada en la autoestima, sino que además poseen la convicción ideológica de que están en el camino correcto".
Pasando a otros tópicos, Fayyad afirma que si bien las políticas de Hezbollah "por supuesto, están determinadas principalmente por los imperativos de la realidad nacional del Líbano, también tienen en cuenta la lucha palestina y la solidaridad internacional". Es este enfoque árabe e internacionalista lo que le ha dado a Hezbollah una importante repercusión, no sólo en todo el mundo árabe, sino también en otras partes del planeta. Los líderes de Hezbollah hablan con admiración del presidente venezolano Hugo Chávez, admiración que se dice, es mutua.
Fayyad, miembro del secretariado político del partido de Hezbollah, se ha convertido en uno de los rostros públicos del movimiento durante los treinta días de guerra, lo que lo obligó a cambiar de auto y de alojamiento casi cada noche, puesto que se descuenta que era uno de los principales blancos de los israelíes.
En la tarde del 14 de agosto Beirut es una ciudad llena de pena y orgullo, una mezcla en la que claramente predomina el orgullo. En toda la ciudad hay caravanas de vehículos que vitorean a Hezbollah y a su Secretario General Hassan Nasrallah. A las nueve de la noche, todos están frente a la televisión para ver a Nasrallah anunciar lo que él considera una "enorme victoria estratégica para el Líbano", y que Hezbollah está dispuesto a retirar a sus combatientes detrás del río Litani.
Mientras habla, un alto funcionario del Partido Comunista Libanés, quizás el arquetipo de la política secular en el Líbano, dice que este hombre que es el rostro de la política islámica "es nuestro Che Guevara árabe –con turbante".
* Walden Bello es catedrático de Sociología en la Universidad de Filipinas y director ejecutivo de Focus on the Global South, un instituto de investigación con sede en Bangkok, Tailandia. Es uno de los miembros de la Misión Internacional de Paz de Parlamentarios y organizaciones de la Sociedad Civil.