2012 vio el sorprendente derretimiento del Ártico que llevó a la declaratoria de “emergencia planetaria” por los mas importantes climatólogos. Así mismo, este año el cambio climático arruinó cosechas en todo el mundo, elevando los precios de alimentos en un 40% y causando emergencias familiares en los hogares pobres de todo el mundo.
Esto es lo que sucede con 0,8ºC de incremento en la temperatura. Una serie de instituciones han señalado lo que tenemos que hacer para evitar que esta situación se agrave: dejar la mayor parte de las reservas conocidas de combustibles fósiles bajo la tierra y dejar de buscar más.
Si queremos tener una probabilidad de 50% de permanecer por debajo de un incremento de 2ºC, tenemos que dejar 2/3 partes de las reservas conocidas de carbón, petróleo y gas bajo tierra. Si queremos un 80% de probabilidades, tenemos que dejar sin tocar el 80% de las reservas. Eso no es “matemáticas ambientalista” o alguna interpretación radical. Este es el informe de la Agencia Internacional de Energía del mes pasado.
Esto significa que -sin una acción mundial urgente para cambiar el curso de los acontecimientos- el final de la historia del clima ya está escrito. No hay lugar para la duda. Sí continua la inacción, estos combustibles fósiles se quemarán y la temperatura subirá creando una reacción en cadena de desastres natural producto del cambio climático.
Los negociadores deben dejar de tratar de salvar las apariencias -con sus encorchetados y textos fabricados a último momento- para concentrarse exclusivamente en encontrar la manera de vivir dentro de los límites que la ciencia ha establecido para el uso del presupuesto de carbono que nos queda. No podemos emitir más de 565 giga toneladas de dióxido de carbono hasta el 2050. Al ritmo actual vamos a quemar mas de esa cantidad en los próximos 15 años. Si queremos tener algún chance de no sobrepasar ese presupuesto de dióxido de carbono no podemos enviar a la atmósfera más de 200 giga toneladas hasta el año 2020.
Los países ricos que han enviado la mayor parte del carbono a la atmósfera (en particular la única superpotencia del planeta) deben reducir inmediatamente sus emisiones de carbono. También las economías emergentes tienen que asumir compromisos de reducción en la explotación de carbón, petróleo y gas. El derecho al desarrollo debe entenderse como la obligación de los Estados de garantizar las necesidades básicas de la población para disfrutar de una vida plena y feliz, y no como un boleto gratis para una sociedad consumista y extractivista que no toma en cuenta los límites del planeta y el bienestar de todos los seres humanos.
Ya no hay tiempo para dilaciones diplomáticas. La mayoría de los negociadores en la XVIII Conferencia de las Partes de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) saben que estos son los hechos. Ahora es el momento de actuar por el futuro de la humanidad y la naturaleza.
Bill McKibben, Nnimmo Bassey y Pablo Solón
(Bill McKibben fundador de 350.org, Nnimmo Bassey “Environmental Rights Action” Coordinador de Oilwatch Internacional, Pablo Solón Director Ejecutivo de “Focus on the Global South”, ex-embajador de Bolivia ante la ONU y ex-jefe negociador de cambio climático).