Chapingo, México, 13.11.2005

Señor:

Nosotras, las organizaciones firmantes, representantes de decenas de millones de trabajadores y agricultores, campesinos sin tierra y desempleados, de derechos humanos y activistas ambientales, estudiantes y mujeres de todos los rincones de la tierra.

Escribimos en respuesta a la carta firmada por los gerentes y los presidentes de las principales corporaciones “líderes del mundo" en la cual instan a los gobiernos de miembro de OMC a concluir “a tiempo” las negociaciones de la Ronda de Doha. (" La última y mejor oportunidad para mover Doha hacia un cierre exitoso", 8 de noviembre)

Aunque nosotros no albergamos ningunas ilusiones acerca del por qué las corporaciones están tan impacientes para ver la ronda concluida, su argumento que la liberalización comercial es "una poderosa fuerza motriz del crecimiento global económico, la creación de empleo y una ampliación de opciones para el consumidor " es completamente engañosa.

Su primera aseveración sobre el crecimiento es cuestionable. Un informe reciente del Centro para la Investigación de Política Económica (CEPR), compara índices de crecimiento medios en 175 países entre 1960-1979 y 1980-2000, dividido en cinco grupos según sus ingresos por persona al inicio de cada período.

En los cuatro grupos superiores, los índices de crecimiento medio se cayeron en más de la mitad, bajando de un promedio de 2.5 al 3 por ciento en 1960- 1979 a un promedio de .75 al 1.25 por ciento en 1980-2000. Sólo el grupo con el más bajo PIB por persona mostró un aumento diminuto, de 1.7 al 1.8 por ciento, aun cuando esto incluya a países con crecimiento más rápido como China e India. (" El Marcador del Desarrollo: 26 años de Progreso Disminuido ", CEPR, septiembre de 2005, www.cepr.net.).

Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo muestran la misma historia: el crecimiento mundial del PBI por persona cayó del 3.5 por ciento en 1961 a solamente un por ciento en 2003. (" Una globalización justa ", Comisión Mundial sobre las Dimensiones Sociales de Globalización, Organización Internacional de Trabajo, 2004)

América Latina muestra la regresión más dramática de la riqueza: entre 1960 y 1979 la región creció en más del 80 por ciento, sin embargo para 1980- 2000 ha disminuido a justo un 11 por ciento. Estos son los peores resultados económicos en la historia moderna latinoamericana, incluyendo incluso los de la Gran Depresión. Y aunque las principales corporaciones “líderes del mundo" argumenten que una mayor liberalización comercial invertiría esta tendencia, la realidad es que durante los pasados 25 años América Latina ha emprendido la liberalización general y unilateral de bienes y servicios, además de la privatización al por mayor, bajo la dirección de más de 80 programas de Fondo Monetario Internacional.

Un contrasentido, mientras 1980-2000 fue un período de liberalización comercial acelerada y la contribución media del comercio al PBI paso del 40 por ciento a casi el 60 por ciento ( la Organización Internacional de Trabajo, 2004). No aparece haber una correlación fuerte entre el crecimiento y el aumento de los flujos comerciales.

Segundo, ellos reivindican que la liberalización comercial conducirá a la creación de empleos. Otra vez, si miramos la investigación, entre 1990 y 2002, el desempleo aumentó en 7 de 9 regiones. En Sureste asiático el desempleo casi se duplico al pasar del 3.6 por ciento en 1990 al 6.5 por ciento en 2002. América Latina mostró un aumento similar en el mismo período. Incluso en Asia de Este, que incluye China, el desempleo creció en un 30 por ciento. (Organización Internacional de Trabajo, pagina. 41) Todas estas regiones experimentan un gran aumento de población, luego entonces, el número absoluto de los desempleados crece a una tasa aún más rápida. Y mientras tanto las primeras 200 empresas líderes mundiales representan un cuarto de actividad mundial económica, ellas emplean menos de un por ciento de la mano de obra global.

Comprendemos que la OMC y la liberalización comercial han sido buena en lo esencial para las corporaciones, pero antes de reivindicar y hacer afirmaciones disparatadas sobre los beneficios de la liberalización comercial, los directores ejecutivos principales de las corporaciones líderes mundiales deberían mirar las investigaciones. De otra manera, se arriesgan a ser acusados de deformar los hechos en búsqueda de sus propios intereses.

En la carrera a Hong Kong, serían prudente que los negociadores comerciales en Ginebra miraran los hechos antes que escuchar el cabildeo corporativo.

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Dra. Rita Schwentesius Rindermann

Coordinadora de la Red de Mercados y Tianguis Orgánicos de México

Y del Tianguis Orgánico de Chapingo, Estado de México

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