DOHA:
UN JUEGO DE NÚMEROS PELIGROSO

Cómo
amenazan las negociaciones de la OMC la agricultura, la pesca y las
industrias Filipinas.

por
Joseph Purugganan*

Cuando
el Director General de la Organización Mundial del Comercio
(OMC) Pascal Lamy visitó Manila en febrero pasado, analizó
con el gobierno filipino y el sector empresarial la necesidad de
lograr compromisos en las negociaciones en curso de la Ronda de Doha
en vistas a obtener un nuevo acuerdo multilateral de comercio. Para
Lamy, los países que como Filipinas se beneficiarían
con "mayor acceso a mercados, un campo de juego con reglas más
justas, nuevas disciplinas y una mayor aplicación efectiva de
las reglas existentes" deberían "hacer una contribución"
para que las conversaciones avancen.

Sin
embargo, a medida que las negociaciones ingresan a lo que Lamy llama
el "capítulo final de una larga y a veces tortuosa
historia", cada vez es más lo que está en juego para
los países pobres como Filipinas. Las conversaciones, que
supuestamente apuntan a abordar temas de desarrollo, giran
crecientemente y de manera casi obsesiva en torno a números
-sobre las reducciones arancelarias para los productos agrícolas,
de la pesca e industriales y sobre los niveles de subsidio admisibles
– en tanto que ignoran en gran medida temas como la pobreza, la
inequidad, el hambre, las pérdidas de puestos de trabajo, el
acceso de los pobres a los servicios sociales como el agua y la
salud, que son los temas de desarrollo más preocupantes para
los países pobres.

Agricultura
20

En
lo que refiere a agricultura, que sigue siendo el área de
negociaciones más contenciosa, el juego de los números
gira en torno a los subsidios. El G20 -una agrupación de
países en desarrollo exportadores de productos agrícolas
que incluye a Filipinas- y la Unión Europea han estado
exhortando a Estados Unidos a reducir su enorme ayuda interna a la
agricultura, de los US$ 50.000 millones de ayuda consolidada que
actualmente está autorizado a dar, a US$ 20.000 millones.

Pero
Estados Unidos no cede en este tema de apoyo a la agricultura que
tiene tanto peso político. Antes habían ofrecido
reducir sus subsidios distorsionantes del comercio en un 60%. Esta
propuesta reduciría los niveles de ayuda interna a la
agricultura hasta alrededor de US$ 23.130 millones. Muchos analistas
comerciales sostienen sin embargo que la oferta de Estados Unidos no
es más que un "recorte en los papeles". Considerando que
los niveles de ayuda interna efectivamente aplicados están en
el orden de los US$ 23.940 millones, la oferta en realidad se traduce
en una reducción real de nada más que US$ 800 millones,
en otras palabras, se trata de una reducción insignificante de
solo 3%.

Si
bien el tema de los subsidios agrícolas está en primer
lugar en la agenda de los países exportadores, para los países
pobres como Filipinas, que no tienen capacidad para equiparar los
niveles de subsidios de los países más ricos, los
números verdaderamente importantes son los que determinan los
niveles de protección y flexibilidad para un rango de
productos especiales -productos que se consideran cruciales para la
seguridad alimentaria, las formas de sustento y el desarrollo rural.

Otro
agrupamiento de países en desarrollo, el G33, en el cual
Filipinas juega un papel de liderazgo junto con Indonesia, está
impulsando que se permita a los países en desarrollo designar
al menos un 20% de sus líneas arancelarias agrícolas
como Productos Especiales (PE), y que se les permita aumentar los
aranceles y poder defenderse de olas de importaciones por medio de un
mecanismo de salvaguardia especial (MSE). Para Filipinas que tiene
alrededor de 700 líneas arancelarias agrícolas, la
cobertura del 20% de productos especiales implicaría proteger
unas 140 líneas arancelarias agrícolas de las
reducciones arancelarias que se acuerden para el resto.

Estas
disposiciones sin embargo están siendo atacadas por los países
desarrollados, que sostienen que una cobertura de Productos
Especiales tan amplia podría socavar la meta de la Ronda de
Doha de lograr avances sustanciales en materia de acceso a los
mercados agrícolas. Estados Unidos, por ejemplo, quiere que la
cobertura de los productos especiales se mantenga en un mínimo,
y propuso el año pasado rebajar las cifras de cobertura de PE
a tan solo cinco líneas arancelarias. En el caso de Filipinas
esto significaría una cobertura de productos especiales de
menos del 1% (0.71%).

Según
informa Oxfam en Ginebra, el 93% del total de la ayuda interna de
Estados Unidos se destina solamente a cinco cultivos: maíz,
arroz, soja, algodón y trigo. Estos cultivos altamente
subsidiados son los mismos en los que Estados Unidos busca ampliar
sus mercados. En otras palabras, no quiere que los mercados de los
países en desarrollo pongan restricciones a estos productos
muy subsidiados, al amparo de la cláusula sobre Productos
Especiales en el acuerdo.

NAMA
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En
el área menos conocida pero igualmente polémica de las
negociaciones sobre acceso al mercado de productos no agrícolas
(NAMA por sus siglas en inglés) también hay una danza
de números en juego en torno a la fórmula para las
reducciones arancelarias.

En
la Conferencia Ministerial de Hong Kong en diciembre de 2005, los
Miembros acordaron adoptar una fórmula ambiciosa (conocida
como la Fórmula Suiza) con dos coeficientes -uno para los
países desarrollados y otra para los países en
desarrollo- para la reducción de los aranceles en los bienes
industriales y los productos de la pesca. A diferencia de la ronda
anterior en que los recortes porcentuales se aplicaron a un rango de
aranceles, en la ronda de Doha, la propuesta ha sido determinar los
recortes a partir del nivel de un coeficiente que se agregaría
a la fórmula. Un valor de coeficiente inferior llevaría
a recortes arancelarios mayores.

Los
números en juego en el NAMA ahora giran en torno al valor de
los coeficientes. Estados Unidos y la Unión Europea piden
coeficientes de 10% para los países desarrollados y de 15%
para los países en desarrollo.

En
su edición del 8 de marzo, el Washington Trade Daily informaba
sin embargo que Brasil e India habían rechazado la propuesta
de EEUU y la UE de un coeficiente de "15" para los países
en desarrollo, argumentando que "las metas de desarrollo" de las
negociaciones son inalcanzables en el marco de esta propuesta.

En
su lugar, tanto India como Brasil, que surgieron como países
claves para las negociaciones luego del colapso de las conversaciones
en Cancún, presionan por una ampliación de la
diferencia entre los dos coeficientes, el de los países
industrializados y el de los países en desarrollo, del orden
de 25, lo que significa que debería haber una diferencia de 25
entre los coeficientes para los países en desarrollo y los de
los países desarrollados.

Los
negociadores de comercio de Filipinas han puesto la mira y trabajado
en base a un coeficiente de 30 como punto de partida de las
negociaciones. Tanto el Departamento de Comercio e Industria (DTI por
sus siglas en inglés) como la Comisión Arancelaria
sostienen que con un coeficiente de 30%, los recortes arancelarios
que se acordaran afectarían nuestros aranceles consolidados
pero no afectarán la mayor parte de los aranceles
efectivamente aplicados a los productos industriales y de la pesca.

En
el marco de la Ronda anterior, Filipinas consolidó sus
aranceles industriales a tasas más altas que las que se
aplican en realidad a las importaciones de estos productos. Nuestro
arancel consolidado promedio para todos los productos industriales
está en el entorno del 23,40%, mientras que la tasa aplicada
promedio es 12,85%. La situación de Filipinas es bastante
peculiar, ya que dadas las reducciones arancelarias unilaterales que
realizara anteriormente, es un país en desarrollo con
aranceles industriales muy bajos.

La
diferencia entre la tasa aplicada y la tasa arancelaria consolidada
es importante, ya que constituye el espacio político
disponible para el gobierno si quiere utilizar los aranceles como
herramienta para promover el desarrollo.

En
simulaciones realizadas por la Confederación Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), (1) se aprecian los efectos
del NAMA sobre ese espacio político de Filipinas. A un
coeficiente de 30, nuestras tasas consolidadas para los productos
industriales absorberían un promedio del 48% de los recortes,
estando los recortes más grandes en los sectores del Cuero y
el Calzado (62,5%), Alimentos y bebidas (57%), Muebles (57%) y Papel
y productos de papel (51%).

Por
otra parte, los recortes propuestos resultarían no simplemente
en una reducción de las tasas consolidadas sino en una clara
reducción de las tasas aplicadas en el caso de varios
productos. Entre los productos afectados se encontrarían
productos farmacéuticos, fertilizantes, productos químicos
varios, plásticos, textiles, calzado y maquinaria y equipos
eléctricos. (2)

Eso
significa que con un coeficiente de 15, los efectos de los recortes
arancelarios sobre los productos industriales serían incluso
más sustanciales.

Las
tasas consolidadas de los productos no agrícolas se reducirían
en promedio un 63%. Aunque las nuevas tasas consolidadas para los
productos que siguen se mantendrían por encima de las tasas
aplicadas, los siguientes sectores absorberían asimismo una
erosión sustancial de ese espacio político: las tasas
consolidadas de los textiles se reducirían de 30% a 10%. Con
tasas aplicadas de 9% esta reducción implica una erosión
del 96% del espacio político. Entre los cinco sectores
principales que serían afectados negativamente se encuentran
los productos de caucho (95%), metales fabricados (87,7%), madera y
productos de madera (87,3%) y papel y productos de papel.

Los
siguientes sectores son los que enfrentarían la mayor erosión
en materia de espacio político, ya que quedarían
sujetos a recortes efectivos de las tasas aplicadas. Al sector
muebles le serían recortadas en un 9% las tasas aplicadas; las
industrias del plástico, del cuero y el calzado se verían
afectadas por un recorte efectivo de 13%; y para el sector vestimenta
el recorte de las tasas aplicadas ascendería al 33%. Pero el
sector que se vería más afectado sería la
industria automotriz que absorbería un recorte efectivo de los
aranceles aplicados del orden del 61%.

Ante
la perspectiva de grandes recortes arancelarios en los productos
industriales, Filipinas como parte del grupo conocido como NAMA 11 ha
reclamado que se autorice a los países en desarrollo a
exonerar el 5% de sus productos de pesca e industriales de las
reducciones arancelarias, y que se les otorgue flexibilidad para
aplicarle al 10% de sus productos recortes menores a los de la
fórmula. Al igual que en agricultura, sin embargo, estas
propuestas de flexibilidades para los países en desarrollo
están siendo cuestionadas por los países
industrializados que presionan por una cobertura general en el NAMA.

Los
números que realmente cuentan

A
pesar de la insistencia de los países en desarrollo de
mantener los "objetivos de desarrollo" en las negociaciones de la
Ronda de Doha -supuestamente una ronda sobre desarrollo- el énfasis
exagerado que se ha puesto en los números durante las
negociaciones ha generado una situación en la cual temas
realmente cruciales del desarrollo como la pérdida de ingresos
y empleos en los países en desarrollo han sido ampliamente
ignorados.

Según
el informe presentado recientemente por Sam Laird, asesor de la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(UNCTAD por sus siglas en inglés), los ingresos por aranceles
en los países en desarrollo en su conjunto se reducirán
en un 41% en el marco de un escenario ambicioso de reducción
arancelaria, partiendo de una base de US$ 156.000 millones.

Por
otra parte, en ese mismo escenario, las proyecciones muestran
pérdidas de empleo significativas, en especial en el sector
automotriz, que sería el principal sector en el que el mundo
en desarrollo sufriría pérdidas.

El
uso de mano de obra en el sector automotriz sufriría
reducciones: en China, del orden del 10,4%, en India 5,6%, en el
resto del sur de Asia 36,8%, en el sudeste asiático en su
conjunto 6,6%, en Brasil 4,3%, en los países del Pacto Andino
9,6% y en Centroamérica y el Caribe 2,1%.

Para
el sudeste asiático se proyecta asimismo que habrá
pérdida de puestos de trabajo en el sector de metales no
ferrosos (6,4%), en otros sectores manufactureros (2,3%), en la
industria automotriz (6,6%) y en la industria electrónica
(1,7%).

En
Filipinas, es posible que se produzcan pérdidas de empleo en
el sector automotriz, que actualmente cuenta con unos 39.000 puestos
de trabajo, en el sector vestimenta que cuenta con un número
de empleos aún mayor que ronda los 370.000, en el sector del
cuero y el calzado que tiene alrededor de 69.000 trabajadores, en el
sector muebles con unos 143.000 puestos y en el de productos
plásticos que emplea unos 54.000 trabajadores.

Éstos
son los números que nuestros negociadores deberían
tener en mente a la hora de considerar si hay que salvar o no la
Ronda de Doha. Cinco años de negociaciones de una llamada
ronda de desarrollo han dejado claro que los números que
PRE-ocupan la mente de los negociadores de comercio sencillamente no
suman al desarrollo de los países pobres.

*
Joseph Purugannan es investigador asociado de Focus
on the Global South
,
radicado en Filipinas.

 

Notas

(1)
Preparado por Esther Busser de la Confederación Internacional
de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) en Ginebra. Marzo
2006

(2)
Edgardo B. Abon. Presentación: Focused Group Discussion on
Modalities in NAMA, 7 de febrero 2006


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Traducción:
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