28/09/2021
Under: Asia/World, Food Sovereignty and Agroecology
English – Espanol – Francais
The autumn edition of the Nyéléni newsletter is online!
This year marks 25 years since the paradigm of food sovereignty was launched at the World Food Summit 1996 in Rome as a direct challenge to market-based food security promoted through the World Trade Organisation (WTO). Food sovereignty asserts the autonomy and agency of small-scale food producers and workers in the face of increasing corporate power over the entire realm of food. Since its launch, the food sovereignty movement has grown, diversified, and birthed numerous initiatives to address historical and emerging injustices, inequalities, rights abuses, and oppressions. Today, the movement is at the cutting-edge of real systemic change, with millions of people all over the world engaged in and supporting solidarity economies, agroecology, territorial markets, cooperatives, the defense of land and territories, and the rights of small-scale food producers, workers, migrants, indigenous peoples, women and people living in protracted crises.
Ironically, this year, the United Nations convened a Food Systems Summit (UNFSS) that is the polar opposite of food sovereignty. The structure, content, governance and outcomes of the UNFSS are dominated by actors affiliated with the World Economic Forum (WEF), as well as government and UN officials who believe that successfully tackling hunger, unemployment, climate change and biodiversity loss requires the central involvement of corporations since they have capital, technologies and infrastructure that surpass most nations and the entire UN system.
The coincidence of these two moments clearly shows fundamentally opposing ideas about food systems. The UNFSS adopts a lens that serves the interests of the industrial, globalized, corporate controlled food system. By deepening dependency on corporate dominated global value chains, and capital-intensive and market mechanisms, this approach sidelines human rights and impedes real transformation of food systems. Food sovereignty, on the other hand, tackles root causes of hunger and malnutrition, emphasizes democratic control over food systems, confronts power asymmetries and calls for radical economic, social and governance changes to build just, equal, territorially rooted food systems that are in harmony with nature, revitalize biodiversity, and ensure the rights of people and communities.
Corporations are using their considerable resources to co-opt the conceptualization and governance of food systems through financing, trade, investment, and multi-stakeholder platforms. The UNFSS is a dangerously perfect example of corporate designed multistakeholderism, where corporations can influence public decision making at the highest level but make no public interest commitments themselves. The UNFSS process has been characterized by a lack of transparency in decision-making and strong involvement of corporations in all parts of its structure, posing serious problems of accountability, legitimacy, and democratic control of the UN.
Over the past year we have demonstrated our ability to mobilize across multiple constituencies around the world against the corporate capture of food and for food sovereignty. We have succeeded in challenging the legitimacy of the Summit and prevented formal agreement to the creation of new institutions, such as a panel of experts on food systems. The Counter-Mobilization to Transform Food Systems organized from July 25-28 reached almost 11,000 people world-wide.
Food is a basic need and a human right: food systems provide livelihoods for nearly a third of humanity and are intimately connected to health and ecosystems. We need, therefore, to continue strengthening the convergence of food, health, environmental and climate justice movements, and continue to rise up against corporate food systems that are destroying our planet and our communities.
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Circulate it!
Soberanía Alimentaria – Resistencia frente a la apropiación corporativa de nuestros sistemas alimentarios
¡La edición de otoño del boletín Nyéléni es ahora en línea!
Este año se cumplen 25 años desde que se lanzó en 1996, durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de Roma, el paradigma de la soberanía alimentaria; se trataba de un desafío directo a una seguridad alimentaria basada en el mercado y promovida a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La soberanía alimentaria reivindica la autonomía y la capacidad de acción de los/las pequeños productores y trabajadores en el ámbito de la alimentación frente al creciente poder de las corporaciones de todo el sector. Desde su lanzamiento, el movimiento por la soberanía alimentaria ha crecido, se ha diversificado y ha dado lugar a numerosas iniciativas para hacer frente a injusticias, desigualdades, abusos de derechos y opresiones históricas y emergentes. Actualmente, el movimiento está a la vanguardia del cambio sistémico real, con millones de personas en todo el mundo que participan y apoyan las economías solidarias, la agroecología, los mercados territoriales, las cooperativas, la defensa de la tierra y los territorios, y los derechos de pequeños productores de alimentos, trabajadores, migrantes, pueblos indígenas, mujeres y personas que viven en crisis prolongadas.
Curiosamente, este año Naciones Unidas convocó una Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios (UNFSS por sus siglas en inglés) que es el polo opuesto a la soberanía alimentaria. La estructura, el contenido, la gobernanza y los resultados de la UNFSS están dominados por actores asociados al Foro Económico Mundial (FEM), así como por funcionarios gubernamentales y de la ONU que creen que para atajar con éxito el hambre, el desempleo, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad es necesaria la participación destacada de las empresas, ya que poseen capital, tecnologías e infraestructuras que superan a la mayoría de las naciones y a todo el sistema de la ONU.
La coincidencia de estos dos momentos muestra claramente ideas radicalmente opuestas sobre los sistemas alimentarios. La Cumbre UNFSS adopta una óptica que sirve a los intereses del sistema alimentario industrial, globalizado y controlado por las corporaciones. Este enfoque profundiza la dependencia de las cadenas de valor mundiales dominadas por las corporaciones y de los mecanismos de mercado y de uso intensivo de capital, marginalizando los derechos humanos e impidiendo la transformación real de los sistemas alimentarios. En cambio, la soberanía alimentaria aborda las causas profundas del hambre y la desnutrición, hace hincapié en el control democrático de los sistemas alimentarios, se enfrenta a las asimetrías de poder y exige cambios económicos, sociales y de gobernanza radicales para construir sistemas alimentarios justos, equitativos y arraigados en el territorio que estén en armonía con la naturaleza, revitalicen la biodiversidad y garanticen los derechos de las personas y las comunidades.
Las corporaciones están utilizando sus considerables recursos para copar la conceptualización y la gobernanza de los sistemas alimentarios a través de la financiación, el comercio, la inversión y las plataformas de múltiples partes interesadas. La UNFSS es un ejemplo peligrosamente típico de multisectorialidad diseñada por las corporaciones, en el que éstas pueden influir en la toma de decisiones públicas al más alto nivel, pero no asumen ningún compromiso de interés público. El proceso de la UNFSS se ha caracterizado por la falta de transparencia en la toma de decisiones y la fuerte implicación de las grandes empresas en todas las partes de su estructura, lo que plantea graves problemas de rendición de cuentas, legitimidad y control democrático de la ONU.
En el último año hemos demostrado nuestra capacidad para movilizarnos entre múltiples grupos de todo el mundo contra la apropiación de los alimentos por parte de las corporaciones y a favor de la soberanía alimentaria. Hemos logrado poner en duda la legitimidad de la Cumbre y hemos impedido que se acuerde formalmente la creación de nuevas instituciones, como un grupo de expertos en sistemas alimentarios. La Contra-movilización para transformar los sistemas alimentarios organizada del 25 al 28 de julio atrajo a casi 11.000 personas de todo el mundo.
La alimentación es una necesidad básica y un derecho humano: los sistemas alimentarios proporcionan la subsistencia de casi un tercio de la humanidad y están íntimamente relacionados con la salud y los ecosistemas. Por lo tanto, debemos seguir fortaleciendo la convergencia de los movimientos de justicia alimentaria, sanitaria, medioambiental y climática, y enfrentándonos a los sistemas alimentarios corporativos que están destruyendo nuestro planeta y nuestras comunidades.
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Souveraineté alimentaire – Résister à la mainmise de l’agro-industrie sur nos systèmes alimentaires
L’édition d’automne du bulletin Nyéléni est maintenant en ligne!
Cette année marque les 25 ans de l’introduction du paradigme de souveraineté alimentaire au Sommet Mondial de l’Alimentation en 1996 à Rome, en défi direct à la sécurité alimentaire basée sur le marché promu par l’Organisation Mondiale du Commerce (OMC). La souveraineté alimentaire reconnaît l’autonomie et le pouvoir des petits producteurs et des ouvriers agricoles face à l’augmentation du pouvoir des grandes entreprises sur l’ensemble du monde alimentaire. Depuis son lancement, le mouvement de souveraineté alimentaire a grandi, s’est diversifié et a donné naissance à de nombreuses initiatives pour faire face aux injustices historiques et émergentes, aux inégalités, aux abus de droits, et aux oppressions. Aujourd’hui, le mouvement est à la pointe d’un réel changement systémique, avec des millions de personnes à travers le monde engagées et soutenant des économies solidaires, l’agroécologie, les marchés de territoires, les coopératives, la défense de la terre et des territoires, les droits des paysans, des travailleurs, des migrants, des peuples autochtones, des femmes et des personnes vivant dans des crises prolongées.
Ironiquement, cette année, les Nations Unies ont convoqué un Sommet sur les Systèmes Alimentaires (UNFSS) qui est l’opposé polaire de la souveraineté alimentaire. La structure, le contenu, la gouvernance et les résultats de l‘UNFSS sont dominés par des acteurs affiliés au Forum Economique Mondial (FEM), ainsi que des fonctionnaires gouvernementaux et de l’ONU qui estiment que lutter avec succès contre la faim, le chômage, le changement climatique et la perte de biodiversité nécessite la participation centrale des grandes entreprises puisqu’elles disposent de capital, de technologies et d’infrastructures qui surpassent la plupart des nations et tout le système des Nations Unies.
La coïncidence de ces deux moments met clairement en lumière des idées fondamentalement opposées des systèmes alimentaires. L’UNFSS adopte une vision qui sert les intérêts d’un système alimentaire industrialisé, globalisé, contrôlé par les grandes entreprises. En renforçant la dépendance sur les chaînes de valeur mondiales dominées par les multinationales, et sur des mécanismes à forte intensité de capital et de marché, cette approche ne tient pas compte des droits humains et empêche une réelle transformation des systèmes alimentaires.
La souveraineté alimentaire, par contre, s’attaque aux causes profondes de la faim et de la malnutrition, valorise le contrôle démocratique des systèmes alimentaires, confronte les asymétries de pouvoir et appelle à des changements économiques, sociaux et de gouvernance radicaux en vue de construire des systèmes alimentaires justes, égalitaires, ancrés dans les territoires, en harmonie avec la nature, revitalisant la biodiversité et garantissant les droits des peuples et des communautés.
Les grandes entreprises utilisent leurs ressources considérables pour coopter la conceptualisation et la gouvernance des systèmes alimentaires à travers le financement, le commerce, l’investissement et les plateformes multi-acteurs. L’UNFSS est un exemple dangereusement parfait d’un partenariat multi-acteurs conçu par les multinationales, où les grandes entreprises peuvent influencer la prise de décisions publiques au plus haut niveau mais sans engagements d’utilité publique de leur part. Le processus de l’UNFSS a été caractérisé par un manque de transparence dans la prise de décision et la forte implication des grandes entreprises à tous les niveaux de sa structure, créant de sérieux problèmes de responsabilité, de légitimité et de contrôle démocratique de l’ONU.
Au cours de l’année passée, nous avons démontré notre capacité à nous mobiliser à travers de multiples circonscriptions autour du monde contre l’accaparement de la nourriture et de la souveraineté alimentaire par les grandes entreprises. Nous avons réussi à remettre en question la légitimité du Sommet et avons empêché un accord formel sur la création de nouvelles institutions, tel qu’un panel d’experts sur les systèmes alimentaires. La Contre-Mobilisation pour Transformer les Systèmes Alimentaires, organisée les 25-28 juillet derniers, a engagé près de 11000 personnes dans le monde.
La nourriture est un besoin fondamental et un droit de l’homme : les systèmes alimentaires assurent un moyen de subsistance à près d’un tiers de l’humanité et sont intimement connectés à la santé et aux écosystèmes. Nous devons donc continuer à renforcer la convergence des mouvements en faveur des aliments, de la santé, de l’environnement et de la justice climatique, tout en protestant contre les systèmes alimentaires agro-industriels qui détruisent notre planète et nos communautés.
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