por Christophe Aguiton*

No hubo protestas en la primera reunión del G5, en noviembre de 1975. Ese año, la caída de Saigón en manos del Frente Nacional de Liberación vietnamita y el crecimiento electoral de la izquierda en Francia y en Italia parecían más significativos a nivel mundial que la recesión económica, la crisis del sistema monetario internacional y la crisis del petróleo. Los activistas del Norte atendían más que nada a asuntos políticos, un año después del golpe de Pinochet contra Allende, y a los asuntos sociales relativos a las primeras medidas de austeridad en ruta hacia la época de Thatcher y Reagan.

Revueltas del hambre y protestas: del FMI al G7

Hasta 1984, el G7 no fue objeto de ningún cuestionamiento difundido, ni tampoco la organización, de serlo, se hubiera dado cuenta. Sin embargo, la repercusión social de las medidas de ajuste económico impuestas a fines de los años 1970 por el sistema financiero internacional a los países endeudados del Tercer Mundo (y validadas por el G7), combinada con la caída de los precios de las materias primas, pronto se volvió intolerable para aquellos que sufrían las consecuencias.

A partir de 1980, ya sea en África (1), América Latina (2) o Eurasia (3), la aplicación de estas medidas provocó una serie de levantamientos populares –con huelgas y manifestaciones que degeneraron en motines y saqueos—con saldo de varios miles de muertos. La causa inmediata de esas explosiones sociales urbanas era en general el aumento de los precios de los alimentos básicos y el trasporte, añadido a la corrupción de los regímenes gobernantes. Eran movimientos de base reactivos, al mismo tiempo espontáneos y organizados, en los que los participantes eran más que nada estudiantes y jóvenes excluidos del mercado laboral, pero también organizaciones locales, grupos relacionados con iglesias y sindicatos; los partidos de oposición también tuvieron un papel. En la mayoría de los casos, los acontecimientos llevaron a cambios políticos significativos.(4) Estas explosiones sociales, conocidas como “revueltas del hambre”, constituyeron “una expresión social central de las luchas sociales de los años 1980” (5); y en la medida que denunciaron al FMI por su nombre, estaban directamente relacionadas con el G7, aun cuando este hecho no llamara la atención general.

Fue después de 1984 que varias o­nG y grupos de habla inglesa empezaron a hacer blanco directamente en el G7. Realmente se habían dado cuenta del hecho de que era legítimo presionarlo u oponérsele. En ese momento, el G7 empezó a aparecer cada vez más claramente como una institución significativa para el mundo occidental. La primera reunión que coincidió con una cumbre del G7, en 1984 en Londres, fue organizada por “La Otra Cumbre Económica” más conocida como TOES (por su sigla en inglés), que apareció para meterse en medio de los grandes de la cumbre de Londres. Paralelamente a la cumbre, entonces, llegaron investigadores, activistas, más que nada ecologistas y economistas alternativos, en respuesta a las huelgas de hambre y los problemas nucleares, para desafiar a los Estados miembros del G7, en especial en lo referido a las relaciones con los países del Sur y al medio ambiente.

La TOES inglesa se convirtió entonces en la New Economics Foundation de Londres, pero TOES siguió siendo el término genérico para las cumbres realizadas paralelamente al G7 durante los años 1980, que entre 1984 y 1988 evolucionaron en función de las diferentes redes y coaliciones de o­nG (6) de los países anfitriones (7). Con el tiempo, estas coaliciones empezaron a denunciar al G7 como símbolo de “la globalización y el neoliberalismo”, lo que tuvo poca repercusión en la opinión pública ya que las cumbres alternativas contaban con poca publicidad. Sin embargo, es en este período que el G7 empieza a referirse cada vez más a los conflictos sociales, poniéndolos a la par de otros conflictos regionales, militares y políticos.

Pero fue recién más tarde que el G7 se popularizó como símbolo de la globalización liberal y como blanco de protestas activistas de base más amplia. Para esto, dos grandes procesos geopolíticos tenían que ocurrir. En primer lugar, el fin de la URSS y el Bloque del Este: mientras siguieran la bipolarización y la Guerra Fría, las instituciones internacionales –con excepción de la o­nU—y las estructuras como el G7 solo afectaban al mundo occidental y su periferia. En todos los asuntos importantes, estaban más que nada subordinadas a la estrategia estadounidense y a la polarización este-oeste. Las mayores protestas internacionales de los años 1970 y 1980 también tenían que ver con la solidaridad con las luchas populares (Vietnam, Nicaragua o Polonia) y el desarme, con protestas europeas contra el despliegue de los misiles SS-20 soviéticos y Pershings estadounidenses en suelo europeo.

A partir del punto de inflexión de 1989/91, con el “Consenso de Washington”, las políticas neoliberales se convirtieron en la norma para todos los países y continentes. Las instituciones y estructuras internacionales – el G7, FMI, Banco Mundial y, desde 1995, la OMC – se trasformaron en los actores decisivos para establecer lo que más tarde se llamó “globalización liberal”.

Sin embargo, para que las protestas se desarrollaran tenía que haber buen clima, y se necesitaba la energía de los activistas! Esto sucedió a fines de los 1990, cuando el ciclo mundial de protestas que emergió luego de “Seattle” empezó a propagarse por el planeta entero. Sin embargo, ya se habían manifestado signos tempranos en distintos países, en particular en Francia en 1989 y 1996.

París 1989: la “Primera cumbre de los siete países más pobres” y “¡Ya basta de eso!”

1989 coincidió con el bicentenario de la Revolución Francesa. François Mitterrand quiso dar un esplendor particular a aquellas festividades relacionándolas con la reunión del G7, en medio de una situación internacional marcada por las manifestaciones de la plaza Tiananmen de Beijing y por la desintegración del bloque del Este. La cumbre fue por lo tanto impugnada por todos aquellos que desearan sumarse a la voz del “Tercer Estado” del planeta: se organizó una manifestación y un concierto, una cumbre alternativa, y una reunión simbólica de siete representantes de los pueblos más pobres del mundo.

La década de 1980 fue notable en el mundo occidental a causa de numerosas regresiones en la política social y el debilitamiento de las redes voluntarias y sindicatos que se habían desarrollado después de la guerra. El único sector que experimentó una rápida expansión activista fue el mundo de las o­nG, un tipo de compromiso nuevo en aquel momento, que se experimentaba como más directamente efectivo y libre de bagaje ideológico – y, por extensión, iniciativas como SOS-Racismo y Conciertos para Etiopía, que habían integrado la importancia de los medios, el recurso a artistas y músicos famosos y la utilización de conciertos gigantes como forma de movilizar a la gente. Apenas antes de 1989, varios factores demostraron que estaba ocurriendo un cambio importante. La Marcha por la Igualdad de 1983 y la “Convergencia” de 1984 señalaron el avance del ciudadano corriente, mediante las voces de inmigrantes y jóvenes de los barrios bajos al frente de los movimientos sociales. Una serie de movimientos sociales apareció en Francia y también en Italia. Tras la gran huelga estudiantil de la primavera de 1986, varios conflictos sociales importantes tuvieron lugar, en primer término los trabajadores del ferrocarril y luego los enfermeros. En estos dos casos, los empleados usaron una nueva herramienta, las “coordinaciones”, que mostraron al mismo tiempo su deseo de imponer unidad y democracia en sus actividades, comenzando por la base. Al mismo tiempo, empezaron a aparecer fuertes tensiones sociales y ecológicas como resultado de las políticas económicas internacionales. Esto fue particularmente así en relación con el GATT y los agricultores (8) pero también en relación con las instituciones financieras internacionales: la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, en Berlín de 1988, fue saludada con una gran protesta que reunió muchos más grupos que simplemente las asociaciones internacionales de solidaridad. Allí convergieron varias iniciativas: debates ecológicos, asambleas de sindicatos, manifestaciones de taxistas, un congreso alternativo de organizaciones políticas y de voluntarios, una manifestación callejera de 80,000 personas y una sesión especial del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre el FMI y el Banco Mundial que en particular trató el tema de la deuda del Tercer Mundo.

La movilización contra el G7 de julio de 1989 fue el punto de encuentro de esos procesos. En primer lugar siguió directamente la línea de la movilización de Berlín, pues a la preparación de TOES '89 se había sumado la Liga Internacional para el Derecho y la Libertad de los Pueblos [International League for the Right and Freedom of Peoples] (que había organizado el Tribunal Permanente de los Pueblos en Berlín occidental). TOES’89 adoptó una forma diferente al combinarse el foro “clásico” –que trataba temas ecológicos y nuevas relaciones económicas basadas en micro-proyectos—y una nueva forma más simbólica de tratar, en el contexto del G7, temas relacionados tanto con el desarme (relaciones Este-Oeste) como con el Tercer Mundo (relaciones Norte-Sur). Fue este último tema el que marcó el tono de la “Primera Cumbre de los Siete Pueblos Más Pobres” el 15 y el 16 de julio. Al denunciar la verdadera filosofía del G7, se ancló en dos de sus principios fundamentales: no los más ricos sino los más pobres, no el Estado sino los representantes no gubernamentales de la gente, simbolizando así “sin ambigüedades la exclusión y negligencia en la que se encuentra más de dos tercios de la humanidad”.(9)

Sin embargo, en la tradición de convocatoria mediática de los años 1980, fue el cantante francés Renaud quien organizó el momento mediático más significativo de la protesta: un concierto gigante en la Place de la Bastille, con Johnny Clegg y muchos otros artistas. Este concierto tuvo lugar en la noche del 8 de julio, luego de la manifestación organizada por el escritor Gilles Perrault, que quería usar el Bicentenario para “Ver a los revolucionarios de 1989 celebrar a aquellos de 1789”. El texto de la convocatoria, con varias referencias a la Revolución Francesa, mostró una dirección totalmente diferente, más política y más radical, de aquella de los conciertos contra el racismo o por Etiopía.

Todas estas iniciativas confluyeron detrás de una consigna: “Deuda, apartheid colonialismo –ya basta de eso”, acuñada por Renaud y que respondía a la necesidad profundamente sentida de una declaración radical con ocasión del Bicentenario. Un radicalismo sin odio ni venganza, pero expresado con vehemencia. Por lo tanto, la zona abierta por Renaud el 8 de julio permitió a la gente “protestar a voz en cuello” (según la descripción de los organizadores del evento), y las iniciativas del 15 y el 16 mostraron que los grupos “alternativos” sabían cómo tener ideas y empezar a llevarlas a la acción.

Sin embargo, a pesar que las acciones de 1989 dejaron definitivamente huellas, ellas marcaron sobre todo el fin de la breve reanudación de las luchas en Europa occidental entre 1986 y 1989. A pesar de la afirmación que cerró la declaración final de “La Otra Cumbre”, los movimientos sociales en verdad no volvieron a despegar hasta 1993, y la coalición contra el G7 formada en París desapareció.

Es cierto que el período siguiente a la caída del muro de Berlín estuvo marcado por un viento de esperanza que llegó sobre una ola de democratización que se extendia más allá del ex bloque soviético hasta África, Asia y América Latina. Pero estas esperanzas de que la cooperación entre los pueblos prevalecería en el futuro y de que el G7, habiendo perdido a su enemigo, desaparecería, se disiparon rápidamente, dando lugar a un nuevo ciclo de luchas sociales muy significativas. Por ese motivo, el desafío al G7 no volvió a ser importante hasta la cumbre de Lyon en 1996.

Lyon 1996: “retomemos la iniciativa”, “las otras voces del planeta” y “la cumbre de las siete resistencias”

Siete años después del Bicentenario, el G7 volvió a Francia. Entre tanto, “cayó el muro de Berlín, se desintegró el imperio soviético, explotaron bombas en el Golfo, hubo una guerra en la ex Yugoslavia, África experimentó las tragedias de Liberia y Rwanda, el desempleo se hizo más severo en Europa, la extrema derecha encontró sus raíces en Francia, y Chirac sucedió a Mitterrand. Las mismas políticas que el G7, entre otros, promovía, habían tenido sus resultados a largo plazo: todo era igual y sin embargo era diferente, la historia había dado vuelta a la página del ‘corto siglo XX’”.(10)

La movilización en Lyon para enfrentar al G7 redescubrió sin embargo el mismo espíritu de 1989. Seis meses después de la huelga general en el sector público ocurrida en el invierno de 1995, la movilización de Lyon reflejó una cierta continuidad con aquella espectacular demostración de resistencia a los desastrosos efectos de las políticas dominantes y el nuevo (des)orden mundial. La coalición “Las otras voces del planeta” multiplicó las iniciativas locales, en particular en Lille durante el “G7 Social”, que finalizó con una manifestación de 12,000 personas en Lyon, seguida de una cumbre alternativa de discusión y debate. Paralelamente, la confederación sindical comunista, la CGT, organizó una manifestación de sindicatos a la que se unieron otros grupos, el gremio nacional de docentes (FSU) y los sindicatos de otra gran confederación gremial, la CFDT, reuniendo 40,000 sindicalistas. Toda la semana previa al G7 oficial se organizaron muchas conferencias y reuniones en Lyon sobre África, sobre el Tribunal Criminal Internacional (Rwanda y Yugoslavia), sobre la libertad, la ecología, el desarrollo, gracias especialmente a los esfuerzos del colectivo de o­nG “Retomemos la iniciativa”. La “Cumbre de las siete resistencias”, organizada por dos o­nG francesas, Cedetim y Agir Ici, se trasformó de cierta manera en el órgano principal de esta semana de movilizaciones.

La coalición “Las otras voces del planeta” –que se fundó en 1995, continuando la campaña “50 años basta” llevada adelante por la coalición del mismo nombre para marcar el quincuagésimo aniversario de los acuerdos de Bretton Woods junto con su homóloga estadounidense—desempeño un papel fundamental en la organización de la manifestación contra el Banco Mundial y el FMI en Washington en abril de 2000. Ahora bien, si bien es cierto que la huelga del sector público fue el hecho significativo del año 1995 en Francia, ella fue la extensión de otros movimientos sociales que emergieron poco antes, sobre todo las Marchas Europeas contra el desempleo iniciadas por AC! (Actuemos juntos contra el desempleo) en 1994. El invierno de 1994/95 fue notable por la ocupación de la Rue du Dragon a cargo del DAL (Derecho a la Vivienda), que se convertiría en el disparador de la discusión sobre el modo de salvar la brecha entre las clases económicas. E inmediatamente antes de la huelga general del sector público, las universidades fueron a la huelga y las asociaciones por los derechos de las mujeres movilizaron a 40,000 personas en defensa del derecho al aborto. La huelga de 1995 en defensa de las jubilaciones y los servicios públicos se convirtió en el punto de articulación de estas luchas, especialmente en las gigantescas manifestaciones organizadas por los sindicatos en cada pueblo de Francia , pero también por asociaciones y lo que había dado en llamarse los nuevos movimientos sociales.

Este contexto general explica por qué, durante las iniciativas relativas al G7 en Lyon, se percibió un cambio profundo. El primer avance tenía que ver con los temas del G7 alternativo. Durante las cumbres internacionales, el mensaje de los actores clave (a menudo las o­nG) hasta entonces se había centrado en la solidaridad con el Sur que, en 1989, había incluso influido en la referencia a la Revolución Francesa: “el nuevo Tercer Estado es el Tercer Mundo”. En Lyon emergió la conciencia de que las políticas de los siete países dominantes profundizaban las desigualdades entre Norte y Sur, pero también dentro de cada uno de esos mundos, y por lo tanto los temas sociales del Norte también pasaron a ser centro de las discusiones y acciones. Esto se constituyó en un segundo punto de partida: las fuerzas sociales, asociaciones y sindicatos se convirtieron en los principales actores de la cumbre alternativa y de las manifestaciones callejeras. El éxito de la manfiestación organizada por la CGT también marcó el ingreso del movimiento sindical en esta lucha.

El tercer punto de partida fue simbolizado por la filosofía de la Cumbre de las Siete Resistencias. Esta reunión entre un hombre brasileño, una mujer argelina, una mujer rusa, una mujer senegalesa que vivía en Francia, un belga que vivía en Estados Unidos, un hombre indio, un hombre chino y varias personas francesas, dirigidos por una mujer nigeriana, mostró el deseo común de desafiar a los poderosos y la aspiración común a hacerse cargo de su propio futuro. El DAL invitó a una delegación del MST (movimiento de los sin tierra) brasileño, y esto es un símbolo de esta evolución. En Lyon hubo una evolución de la lógica según la cual las o­nG del Norte tenían el monopolio de los contactos con los movimientos del Sur, a los que “ayudaban y apoyaban”, a una nueva lógica: a partir de ahora, los movimientos del Norte y del Sur se organizarían directamente para actuar juntos y organizar acciones en solidaridad mutua. Esto fue reafirmado inmediatamente después de la cumbre alternativa de Lyon, durante las reuniones “intergalácticas” organizadas en el verano de 1996 por los Zapatistas de Chiapas, y luego a nivel más amplio en los Foros Sociales Mundiales.

A partir de 1996, el G7 fue sistemáticamente desafiado y denunciado. Además, esta es la fecha en que, al ver que las manifestaciones empezaban a propagarse, los miembros del G7 “reconocieron” a la ” sociedad civil ” y a las o­nG, mencionándolas en documentos oficiales.

De todas las iniciativas organizadas en Lyon durante los días anteriores al G7, la “cumbre alternativa” del colectivo “Las otras voces del planeta” fue ciertamente una de las mayores. Este colectivo, que reunió unas cuantas decenas de organizaciones, preparó un fin de semana de trabajo y acción con varios talleres temáticos para el 8 y 9 de junio de 1996. La declaración dirigida al G7 con que concluyó esta reunión fue leída en la apertura de la Cumbre de las Siete Resistencias.

Birmingham 1998 – Jubileo 2000

“Y el Señor habló a Moisés en el Monte Sinaí y dijo: […] contarás siete años de Sabbath, siete veces siete años, y los días de esos años de Sabbath serán 49 años. […] Harás que el año número cincuenta sea sagrado, declararás la libertad en el país para todos los que allí viven: será tu Jubileo. […] si tu hermano se vuelve pobre y se vende a ti, estará a tu servicio hasta el año del Jubileo. Luego dejará tu casa, él y sus hijos con él, y volverá a su familia, a la propiedad de sus padres.”

Este fragmento del Levítico debe haber causado algún efecto sobre el profesor universitario británico Martin Dent, pues a partir de 1990 él había estado pensando en reclamar el concepto de Jubileo tal como existe en el Antiguo Testamento y aplicarlo a la deuda del Tercer Mundo. En 1994 la “Debt Crisis Network” decidió lanzar una campaña que pasó a conocerse como Jubileo 2000. El año 2000 fue elegido por la Iglesia Católica Apostólica Romana para celebrar su Jubileo. La campaña comenzó en la primavera de 1996 en Gran Bretaña, con el apoyo de Christian Aid, una de las mayores o­nG británicas. Muy pronto tuvo éxito y en octubre de 1997 se formó a su alrededor una coalición de varios sindicatos, o­nG, movimientos de mujeres y organizaciones de refugiados.

Esta campaña decidió centrar su reclamo en el G7, la estructura donde los jefes de Estado y de gobierno actúan como “los accionistas mayoritarios de las instituciones financieras internacionales” y en consecuencia están en una posición muy comprometida en relación con la deuda del Tercer Mundo. Fue por lo tanto durante la reunión del G7 en Birmingham, en 1998, que Jubileo 2000 organizó una acción cuyo éxito sobrepasó todas las expectativas: más de 70,000 personas encontraron su lugar en una cadena humana que rodeó la cumbre.

El éxito de esta movilización fue poco difundido en Francia, donde las nuevas formas de acción surgidas en Gran Bretaña siempre han demorado en contagiarse. Sin embargo Gran Bretaña es, entre los países del Norte, el que experimentó más tempranamente el nuevo despertar del activismo, por delante de Francia que, luego de la ola de movimientos sociales de los años 1990, dio nacimiento a ATTAC a principios de 1998, y por delante de EEUU, donde las redes de activistas que entraron en escena en Seattle adquirieron forma en los 1990.

El éxito de Birmingham marcó el comienzo de una campaña internacional muy amplia: dos años después, existían coaliciones de Jubileo 2000 en 66 países; Jubileo había participado de cientos de manifestaciones y había organizado una petición que, con 24 millones de firmas de adhesión en 166 países, batió todos los récords anteriores.

Colonia 1999: la batalla por la cancelación de la deuda y el J18 de “Reclaim the Streets”

En la memoria de los activistas, 1999 se ha convertido en el año de “Seattle”, en referencia a la ciudad anfitriona de la Conferencia Ministerial de la OMC que fue tan seriamente trastornada por las manifestaciones. Y de hecho, puede considerarse que 1999 fue el año central, a partir del cual las acciones se propagaron por todo el planeta. Pero incluso antes de “Seattle”, hubo varios hechos que señalaban en la dirección de esos acontecimientos.

En París, a fines de junio de 1999, 1,200 activistas de todo el mundo se encontraron a iniciativa de ATTAC y otras redes activistas europeas. Esta reunión dio nacimiento a otras, que aumentaron en número luego de Seattle: la reunión de febrero de 2000 en Bangkok, en torno a la conferencia de la UNCTAD (11), la conferencia de Ginebra en junio del mismo año, paralela a la Cumbre Social de la o­nU “Copenhague +5” y, lo más importante, las reuniones anuales del Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil, a partir de enero de 2001.

Sin embargo, en 1999 ocurrieron otras dos acciones internacionales contra el G7: en Colonia, en torno a la reunión del Consejo Europeo y el G7, y el J18 de “Reclaim the Streets”.

El gobierno alemán había elegido Colonia como sede de las dos cumbres cuyas presidencias ostentaba: la del Consejo Europeo a fines de mayo (cumbre de los jefes de Estado y de gobierno de la UE) y, tres semanas después, la cumbre del G7. En respuesta a esas dos cumbres, se organizaron dos acciones dentro del mismo marco.

La iniciativa para exigir a la UE un cambio de rumbo se originó en las “Marchas europeas contra el desempleo, la exclusión y la inseguridad”. Las Marchas se habían ganado su reputación tras haber organizado la primera gran manifestación europea de los años 1990, en mayo de 1997 en Amsterdam, como culminación de las marchas de desocupados por toda Europa. En Colonia volvieron a encontrarse 30,000 activistas de todo el continente, luego de una marcha de 300 personas desde Bruselas hasta Colonia.

Para impugnar al G7, la coalición tomó como tema principal la cancelación de la deuda, reflejando el éxito de Jubileo 2000 en Birmingham, y casi 30,000 personas marcharon otra vez por las calles de Colonia. El tema de la deuda era el centro de las discusiones tanto en el ámbito oficial como activista. Colonia fue el lugar de encuentro para activistas del Sur (conducidos por personas de Filipinas y Sudáfrica), las mismas personas que crearían “Jubileo Sur” pocos meses más tarde en Johannesburgo, con el objetivo de articular una voz del Sur que sería diferente de la del Jubileo británico: a saber, la exigencia de la cancelación incondicional de la deuda para todos los países del Sur y no sólo los más empobrecidos. Luego de una discusión más enardecida que la de Colonia, el G7 anunció que iniciaría un proceso de reducción (condicional) de la deuda de los países más empobrecidos. (12)

Pero en 1999 también tuvieron lugar otras iniciativas relativas al G7. Por ejemplo, la “caravana” de campesinos indios que viajó durante varias semanas por los países europeos desde Kamataka, y terminó su recorrido en Colonia justo cuando se realizaba la manifestación contra el G7. Esta caravana fue organizada por un sindicato de campesinos del sur de India que era miembro de Vía Campesina, y con sus 500 participantes popularizó en Europa la lucha de los campesinos del Sur. Participó en varios actos simbólicos: las Marchas europeas contra el desempleo, el desraizamiento de campos de arroz transgénico en Montpellier con José Bové (quien tuvo cada vez más éxito en atraer la atención de los medios hacia el movimiento) y una “sentada de carcajadas” frente a la fábrica de Novartis en Ginebra.

Hubo otra acción que causó más revuelo: el “J-18” organizado el 18 de junio de 1999, día de la inauguración de la cumbre del G7, por Reclaim the Streets [Reclama las Calles] y sus aliados. Reclaim the Streets es un movimiento que comenzó en el Reino Unido a principio de los años 1990 a instancia de las tendencias radicales de los grupos ecologistas “Friends of the Earth” y “Greenpeace” en torno a temas relativos a políticas públicas. Reclaim the Streets tuvo mucho éxito entre los jóvenes británicos y se especializó en la organización de “Fiestas Callejeras” al tiempo que participaba de varias luchas sociales: la huelga de médicos de Liverpool, marchas contra el desempleo que pasaron por Londres en la primavera de 1997, luchas junto a sindicatos contra la privatización de los subterráneos de Londres. El J-18 pretendía paralizar los centros financieros del mundo. En los días posteriores a la crisis asiática, Reclaim the Streets había decidido, al igual que ATTAC en Francia, hacer de los mercados y las instituciones financieras el blanco de sus campañas. El día D, 10,000 activistas invadieron el centro financiero de Londres, algo que no había ocurrido desde mediados del siglo XIX.

Observando en retrospectiva pasados varios años, hoy podemos ver con mayor claridad la importancia de lo que ocurrió en 1999. Seattle fue apenas el último acto del que habrá de recordarse como el año de nacimiento del movimiento contra la globalización neoliberal.

Okinawa 2000, contra las bases militares y por la seguridad de las personas

Al año siguiente el G7 (ahora G8 gracias a la incorporación de Rusia) cambió de continente y se fue a Okinawa, Japón. Hasta ese entonces, el llamado movimiento “antiglobalización” no había adquirido en Japón la significación de sus alter egos británico, francés, indio, coreano o estadounidense. Sin embargo, llegando al fin del siglo, la cumbre del G8 fue el momento para que la campaña global de Jubileo 2000 exigiera una vez más, y con vehemencia, la cancelación inmediata de la deuda de los países más pobres. También fue la ocasión para que muchos movimientos de activistas demostraran su solidaridad con la población de Okinawa en su lucha contra las grandes bases militares estadounidenses allí estacionadas: la isla, que abarca solamente el 20% de la superficie de la región, contiene el 70% de las instalaciones estadounidenses en todo Japón. Este centro operativo está directamente relacionado con la península de Corea, el cercano Estrecho de Taiwán y el sudeste de Asia y, en tiempos de crisis, el Golfo.

El sentimiento pacifista es muy profundo en Okinawa, que fue escenario de una de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial. La población se niega a ser el foco de cualquier conflicto futuro y no quiere que su territorio se utilice para subyugar a otros pueblos. Las principales acciones ocurridas durante la cumbre tuvieron entonces como objetivo primario la retirada del complejo militar estadounidense. Las primera iniciativa fue organizada tres semanas antes de la apertura del G8, del 30 de junio al 1° de julio, por una red activista asiática, el Foro Internacional de Okinawa para la Seguridad de los Pueblos, cuyos principales temas fueron la cooperación y el desarme.

Jubileo 2000, por su parte, organizó una conferencia mundial sobre la deuda de los países empobrecidos en vísperas del G8, entre el 19 y el 21 de julio. Allí estaban todos los elementos de la campaña internacional, entre ellos una gran delegación del Reino Unido, y Jubileo Sur tuvo un papel activo. Los participantes manifestaron en Naho y en Naga, y luego se unieron a la principal manifestación, una gran cadena humana de más de 27,000 personas que rodeó la base de Kadena.

Esta conferencia envió a los dirigentes del G7 un mensaje adoptado por unanimidad, retomando la práctica del G7 Alternativo que había desaparecido a partir del “¡Ya basta de esto!” [Ça suffit comme ça!] de 1989. Este mensaje exigía la cancelación de las deudas ilegítimas, así como la de aquellas que no podían pagarse sin sacrificar la salud, la educación o incluso la propia supervivencia de la población empobrecida. Condenaba las condiciones impuestas por los organismos financieros internacionales y exigía que se impusieran mecanismos independientes para controlar el proceso de cancelación de la deuda. En un gesto político inusitado, el primer ministro japonés Mori recibió a una delegación de la conferencia mundial de Jubileo 2000, lo que demostró la amplitud de la movilización contra la deuda y el eco que esta podía tener más allá de los círculos de activistas, a pesar que al final el G8 siguió haciendo oídos sordos y se niega a dar ningún paso verdadero hacia la eliminación de la carga de la deuda de los pueblos del Tercer Mundo.

Julio de 2001: Génova la terrible

Como sucede con muchos eventos importantes, hay distintas interpretaciones posibles de Génova, y el hilo central podría ser la pérdida de legitimidad de las reuniones del G8 o la conmoción de la represión policial, pero esos aspectos son bien conocidos hoy (13). Será suficiente ubicar aquí a Génova en la corta genealogía del “movimiento” de Seattle. De hecho, aunque el fracaso de la conferencia ministerial de la OMC en diciembre de 1999 marcó el avance de este movimiento en la escena mundial, su desarrollo ha pasado por diferentes fases, y Génova representó un auténtico punto de inflexión.

En la primera fase, la movilización era numéricamente pequeña. En Seattle, incluso con la presencia de la poderosa sindical estadounidense AFL-CIO, nunca hubo más que unas pocas decenas de miles de manifestantes; un año después en Praga, para las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, no hubo más de 20,000 de toda Europa. La fuerza del movimiento radica en su pericia alternativa, el uso de nuevos métodos directos, la llegada de una nueva generación militante de jóvenes y, sobre todo, la simpatía de la opinión pública preocupada con la repercusión negativa de la globalización liberal a nivel social, ambiental y democrático. A este respecto puede establecerse un paralelo con las “huelgas por delegación” que tuvieron lugar en Francia en los 1990, donde todos aquellos con posibilidad de ir a la huelga (más que nada los del sector público) fueron apoyados masivamente por todos aquellos que se encontraban en una posición más débil, en especial los empleados del sector privado, los jubilados, desempleados y demás.

Luego de las acciones contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) unos pocos meses antes en Quebec, Génova representó un salto tanto cualitativo como cuantitativo. Reunir a más de 300,000 personas a pesar de la violencia policial y el cierre de aeropuertos y terminales de transporte ferroviario fue, en primer lugar, una confirmación del rechazo masivo de la gente a los efectos de la globalización liberal. Pero por encima de todo, la presencia física de esos manifestantes, italianos en su enorme mayoría, dio peso a los hechos que siguieron: miles y miles de miembros responsables de asociaciones, sindicalistas y también activistas de partidos políticos cayeron en la marmita de Génova junto con los jóvenes que estaban haciendo su primer experiencia política. Y nadie salió ileso. De esta manera, Génova fue un gran catalizador para la serie de acciones que tuvieron lugar en Italia durante los meses siguientes, más allá de los debates y diferencias entre los participantes: la marcha de Perugia/Asís contra la guerra en Afganistán, el “girotondo” contra la amnistía que Silvio Berlusconi se otorgó a sí mismo, la manifestación nacional, luego la huelga general contra el debilitamiento del artículo 18 de la Legislación Laboral, y finalmente el Foro Social Europeo en Florencia y la manifestación de dos millones de personas en Roma, el 15 de febrero de 2003, contra la guerra en Irak.

En este último año Italia experimentó una serie impresionante de acciones, pero sería un error creer que se trata de una “excepción italiana” dentro de una Europa y un mundo que permanecen exánimes. Después de Génova, el “público general” empezó verdaderamente a percatarse que estaban ocurriendo cosas en los cuatro rincones del planeta: esto quedaría claro con la segunda y la tercera sesión del Foro Social de Porto Alegre donde, en 2002 y luego en 2003, hubo 50,000 y luego 60,000 participantes; las acciones argentinas; las manifestaciones españolas de miles y miles de personas contra las cumbres europeas en marzo y luego otra vez en junio, en paralelo a una huelga general que recibió apoyo masivo y, finalmente, 10 millones de manifestantes en el mundo entero el 15 de febrero de 2003. Todos estos ejemplos son resultado de evoluciones que tienen que ver tanto con la cantidad como con la calidad.

Porque debe notarse que aquellos que participaron en estas distintas iniciativas, tanto en el Norte como en el Sur, pueden ciertamente hablar de formas diferentes pero hablan acerca de lo mismo y en redes entrelazadas que ya no reflejan las divisiones del siglo anterior. Esta coalición se fortalecerá con el tiempo y será posible hablar de un “movimiento” en sentido político; así habrán de conjugarse diversas esperanzas y desafíos fundados en un sentido amplio de democracia mundial y desarrollo sustentable.

2002, la democracia según el G8 en Kananaskis, y la democracia según la gente en Siby

En 2002, frente a la exigencia de democratización y cambio radical del orden internacional que con tanta vehemencia se reclamó en Génova, el G8 respondió con el exilio. Realizó su siguiente reunión en Kananaskis, un pueblito en lo profundo de las Montañas Rocosas en Canadá, al que solo se accede mediante una carretara, fieramente vigilado por una fuerte presencia policial y militar que se las arregló para causar una víctima: un oso que se había acercado demasiado a la barrera de seguridad. Sin embargo, la sociedad civil fue uno de los participantes más importantes… en las discusiones oficiales! Así, el sitio oficial de la cumbre de Kananaskis en la Internet tenía una sección de “discusión con la ciudadanía”, una prueba involuntaria de que la democracia según el G8 es solamente una democracia virtual.

Muchos pensaron, y se equivocaron, que no se organizaría nada contra el G8 ese año. Sin embargo, hubo muchos acontecimientos en Canadá, incluso una contracumbre organizada por el Grupo de los Seis Mil Millones (G6B) que atrajo a cerca de 10,000 personas a la Universidad de Calgary. El 2002 fue también la ocasión para la “primera cumbre mundial” de cuestionamiento frontal al G7/G8: una demostración de que los pueblos del Sur, esos “condenados de la tierra”, sabían cómo hacerse oír, sabían cómo mostrar su autonomía y traían otra visión del mundo y de las relaciones entre los pueblos. Entre el 25 y el 28 de junio, paralelamente a la reunión del G7 en Kananaskis, el Foro “Kananaskis, ciudad de los pueblos” tuvo lugar en Siby, Kati Circle, una aldea en el centro de una región de Malí con 18,000 habitantes, a pocos kilómetros de la frontera con Guinea. Este foro fue organizado por Jubileo 2000/CAD-Malí junto a otras organizaciones y la sociedad civil de Malí.

En Siby, al igual que en Kananaskis, se discutió un tema principal: la Nueva Estrategia de Cooperación para el Desarrollo Africano (NEPAD). Sin embargo, la naturaleza y el contexto de las discusiones no eran obviamente los mismos. Mientras los principales responsables de las decisiones que se toman en el mundo se reunían en Kananaskis, Siby daba la bienvenida a unos 300 representantes de organizaciones campesinas, sindicatos y ciudadanos de África occidental (Senegal, Malí, Nigeria, Costa de Marfil, Burkina Faso, Guinea, etc). El objetivo del foro de la aldea de los pueblos en Siby no era dar apoyo a la NEPAD sino generar una oportunidad colectiva y alternativa para la educación, información, discusión y crítica constructiva y de base desde los movimientos sociales a nivel nacional, sub-regional e internacional, con toda la diversidad de sus visiones y posiciones sobre los temas candentes del continente africano, por ejemplo la NEPAD, la carga de la deuda, el comercio injusto, la inseguridad alimentaria, etc.(14)

A pesar de lo limitado de los medios (falta de carreteras, electricidad y agua corriente) hubo tres días de reuniones, análisis e intercambio de experiencias, cada uno de ellos abierto introductoriamente con representaciones imaginativas interpretadas por jóvenes. No sin humor, estas pequeñas escenas pintaban la situación de un pueblo africano empobrecido por el desmantelamiento del sector público, la carga de la deuda externa, la competencia desleal de las transnacionales occidentales y la caída histórica de los precios de las materias primas.

 

Una conclusión provisoria

El movimiento, al ir ganando tamaño a partir de Génova, se relaciona con redes de activistas y se integra en los contextos nacionales, pero este mismo hecho le hace perder homogeneidad y transparencia. Poco separaba a los manifestantes de Praga, en setiembre de 2003, de los de Washington DC que, en abril del mismo año, ya estaban manifestando contra las políticas del FMI y el Banco Mundial. Tenían los mismos objetivos y las marchas reunían jóvenes muy similares. Hoy, los movimientos enfrentan desafíos de un orden completamente distinto, y la llegada de nuevas fuerzas y de nuevos socios plantea complejos interrogantes. Ampliar el movimiento a una capa más extensa de la población, mucho mayor que los jóvenes que manifestaron en Seattle o Praga, tiene la inmediata consecuencia de desarrollar acciones a nivel social, como el rechazo a la pérdida de empleos y la inseguridad, la protección de las pensiones, y plantea por lo tanto las relaciones con los sindicatos. En otro nivel, las acciones contra la extrema derecha, por ejemplo en Francia durante las elecciones presidenciales, también plantean el problema del rompimiento con el liberalismo, pues la consolidación de las fuerzas populistas y la extrema derecha en grupos de base también está asociada al rechazo al sistema actual y a una gloablización que no deja lugar a la esperanza. El movimiento está ampliando el espectro de temas que aborda y sus base social, lo que significa que llegarán nuevos participantes, sindicatos o partidos de izquierda. El movimiento se enfrenta a decisiones gubernamentales y asuntos políticos que son realmente consecuencia de la globalización liberal, pero que plantean problemas de alianzas, compromisos y plazos nacionales.

Hoy, las manifestaciones contra la guerra en Irak son el foco de atención principal de los activistas, y constituyen un contexto internacional común para la acción. Sin embargo, a largo plazo, la ampliación de la movilización lleva a que el “movimiento”, tal como se lo conoció en Seattle y Génova, se diluya. El asunto de las alianzas lo divide, la llegada de nuevos socios lo hace menos transparente, y la necesidad de responder a decisiones nacionales oscurece su naturaleza global. Pero esta ampliación también le permite demostrar su punto de vista en contra de la globalización neoliberal. Para el movimiento, la tarea será encontrar los lugares y las herramientas para multiplicar el intercambio de experiencias y mejorar la comprensión de la movilización actual.

* Christophe Aguiton es integrante de ATTAC Francia y autor de un libro sobre el movimiento antiglobalización llamado Le monde nous appartient [El mundo nos pertenece], (Plon, 2000).

Notas

1. Zaire, mayo de 1980; Marruecos, junio de 1981 y luego en 1984; Madagascar 1982; Túnez, enero de 1984; Sudán, marzo-abril de 1985; Argelia, 4 de octubre de 1988.

2. Ecuador, octubre de 1982; Chile, mayo de 1983; Brasil, 1983 y diciembre de 1986; República Dominicana, abril de 1984; Haití, mayo de 1985; Guatemala, septiembre de 1985; Bolivia, enero de 1986 y noviembre de 1989; Venezuela, 27 de febrero – 3 de marzo de 1989; Argentina, 1989; Peru 1980 – 1990.

3. Turquía, febrero de 1980; Filipinas, septiembre de 1983.

4. Cf. Serge Cordellier, Le nouvel Etat du monde. Bilan de la decenie 1980-1990, La Decouverte, 1990.

5. Ibid.

6. En general, se trataba de o­nG de solidaridad internacional, de desarrollo o ecologistas.

7 Cf. London School of Economics, Global civil society 2001, Oxford University Press, 2002. Véase también el sitio web de laUniversidad de Toronto, ibid.

8. En 1986 se inició un nuevo ciclo de negociaciones del A new cycle of GATT en negotiations began in 1986 at Punta del Este (Uruguay), inaugurando así la Ronda Uruguay que determinó la creación de la Organización Mundial del Comercio en 1994.signifying the beginning of the Uruguay Round which led to the creation of the World Trade Organisation in 1994.

9. Actes du Sommet des sept peoples, parmi les plus pauvres, Agir Ici 1989. Los países empobrecidos allí representados fueron The impoverished countries were Bangladesh, Braszil, Burkina Faso, Filipinas, Haitíi, Mozambique, y the Philippines, Zaire.

10. Bernard Dreano, Actes du Sommet des sept resistances, Lyon 27 de jtth Junioe de 1996, Agir ici, Cedetim, 1996.

11. Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y DesarrolloUnited Nations Conference o­n Trade and Development.

12. La campaña duró hasta finales del año 2000, cuando las o­nG británicas que la habían inspirado decidieron disolver “Jubilee 2000 – UK”. De ahí en adelante, los británicos fundaron una campaña de más corto plazo denominada “Drop the Debt” [anulen la deuda], cuyo blanco inmediato era la reunión del G8 en Génova. Este fue en realidad el inicio de un proceso de articulación y confluencia de las o­nG más grandes y otros nuevos grupos, que cristalizó después en los Foros Sociales.

13. “Genes. Multitudes en marche contre l'Empire”, Reflex, junio de June 2002, Samizdat.net, contiene un estudio muy relevante de estos temasains a very relevant survey of these themes.

14. Sobre este tema se recomienda la lectura de: Recommended reading o­n this topic is Arnaud Zacharie, Forum des peoples a Siby, Mali, 25-28 de junio de 20022, Une appropriation citoyenne du developpement social en Afrique, CADTM, http://users.skynet.be/cadtm/