TAILANDIA: DEMOCRACIA, ELECCIONES Y LEGITIMIDAD
por Alec Bamford & Chanida Chanyapate*

 

Hace un mes [1]  tuvimos que explicar porqué la sociedad civil progresista de Tailandia se hallaba en el mismo lado de las barricadas que las fuerzas de la oscuridad (ver Enfoque sobre Comercio No. 116). Esta vez la paradoja es la siguiente:

 

–     La legitimidad del gobierno del Primer Ministro Thaksin Shinawatra está cuestionada luego de que sus hijos se embolsaron 73.400 millones de baht (algo así como US$ 1.900 millones) libres de impuestos gracias a la venta de las acciones de su papi en telecomunicaciones.

  • – El Primer Ministro convoca a una elección para responder estos cuestionamientos y reafirmar su legitimidad.

 

  • – El Primer Ministro gana la elección con 16 millones de votos contra 10 a 11 millones (aunque debido al boicot de la oposición, los 10 a 11 millones fueron votos en blanco y anulados, así que en realidad no derrotó a nadie).

 

–     La  Alianza del Pueblo por la Democracia (APD) [2] igualmente ha logrado con su acoso alejarlo temporalmente de su cargo con licencia de vacaciones.

 

Parece que el campo pro-democracia en Tailandia acaba de asestarle un golpe a la democracia tailandesa, al decir de los titulares de The Economist.[3]

 

¿Cómo se puede estar a favor de la democracia y contra las elecciones?

Vox populi

Las elecciones están recibiendo mala prensa y generando resultados no muy convincentes desde Palestina a Ucrania, pasando por Tailandia. Pero es especialmente peligroso equiparar las elecciones tailandesas con los derechos democráticos.

 

La ley electoral dice que si existe solamente un candidato para un cargo, el candidato debe obtener los votos de al menos un 20% del padrón electoral. Cuando los tres principales partidos de oposición boicotearon las elecciones del 2 de abril, este tecnicismo menor empezó a vislumbrarse como un palo en la rueda para el partido de Thaksin, el Thai Rak Thai (Los tailandeses aman a los tailandeses).

 

Primero que nada, algunos partidos de los que nunca antes se había oído hablar o que estaban prácticamente muertos, aparecieron súbitamente en la vida electoral y comenzaron a presentar candidatos. Sospechosamente, aparecieron fundamentalmente en aquellas circunscripciones donde la oposición tradicionalmente fue fuerte y el Thai Rak Thai (TRT) débil. La hipótesis fue que se trataba de injertos artificiales creados especialmente para las elecciones, cuya única función era perder y eliminar la traba del 20%. Estas sospechas se vieron reforzadas cuando los periodistas descubrieron que estos candidatos salidos de ninguna parte no conocían a sus propios dirigentes partidarios, ni sus políticas, ni nada.

 

Lamentablemente para quienquiera estuviera orquestando esta cínica manipulación de las reglas, las cosas comenzaron a quedar en evidencia. Algunos de los candidatos ‘alquilados' fueron descalificados, la mayor parte de ellos debido a que no habían votado en las elecciones anteriores [4] o no habían sido miembros de sus partidos durante el tiempo requerido. Luego se descubrió que alguien había pagado a un funcionario de la Comisión Electoral de Tailandia para que trampeara la base de datos y estableciera fechas anteriores para la membresía partidaria de algunos candidatos. La Comisión Electoral (de cuyo compromiso con los principios democráticos hablaremos más adelante) prohibió a los candidatos y partidos involucrados, pero no creyó necesario preguntar quién podría haber estado pagando todo el montaje. Los Inspectores parecieron quedar satisfechos con la idea de que estos partidos estaban pagando coimas a un funcionario de la Comisión Electoral para conseguir el privilegio de perder.

 

Fue así que en las elecciones del 2 de abril, los candidatos del TRT -sin contrincantes-no pudieron salvar la barrera del 20% en 40 circunscripciones. Esto dio pie al surgimiento de un nuevo rol político -el de candidato perdedor profesional. Algunos de los "injertos" que perdieron el 2 de abril (permitiendo al TRT ganar sin necesidad de obtener el 20%) se registraron nuevamente para volver a perder en nuevas circunscripciones en la segunda ronda convocada para dos semanas después de la primera. Esto fue demasiado burdo, aún para la complaciente Comisión Electoral de Tailandia y no se permitió la repetición de la maniobra.

 

El TRT volvió a enfrentarse con la perspectiva de volver a presentarse sin oposición por segunda vez y nuevamente no alcanzar el 20% del electorado. Ante la situación, la Comisión Electoral se apiadó y el 21 de abril reabrió el registro para la presentación de nuevos candidatos para la segunda ronda prevista para… bueno, el 23 de abril. Nadie explicó nunca cómo podrían hacer los candidatos una campaña exitosa en dos días [5], cómo se iban a enterar los votantes al menos de quiénes eran los candidatos en su circunscripción, ni qué aportaba esto a la democracia.

 

Pero una vez más, el TRT no llegó al 20% en 14 circunscripciones. Así que tuvo que realizarse una tercera ronda. Seguramente ésta es una farsa que podría repetirse una y otra vez.  Pero no muchos la calificarían de democrática.

 

Entre tanto, dos semanas y media después de las elecciones para la Cámara de Representantes (Diputados) que Thaksin podríamos decir que ganó, los tailandeses fueron obligados a volver a las urnas para elegir el Senado. Para un votante en Bangkok, esto significa elegir uno entre 260 y pico de candidatos, de los cuales, ninguno puede hacer otra campaña que no sea la de colocar carteles y entregar folletos con su nombre, sus estudios y su historia laboral. Los votantes mejor informados podrían reconocer quizás a un 10% de los candidatos que integran la oferta electoral.

 

¿Qué clase de democracia se puede esperar de una elección donde la gran mayoría de los votantes no tienen ni idea de quiénes son la gran mayoría de los candidatos? Bien, una en la que el ganador en Bangkok es un conductor de un programa televisivo de entrevistas informales -un "talk-show"- y otro, una estrella de cine entrada en años [6]. Muchos de los candidatos que tuvieron éxito en todo el país eran en realidad ellos mismos unos desconocidos, pero coincidía que se trataba de esposas, hermanos, hijos, padres o seguidores de políticos activos muy conocidos.

 

El tema es que cuando los redactores de la Constitución de 1997 llegaron a la parte de la elección para el Senado, aparentemente estaban somnolientos y soñadores. Mientras cargaban en las espaldas del Senado las tareas de vigilar la cámara de Diputados y elegir los miembros de las agencias independientes que tienen el cometido de controlar al gobierno, parece ser que esperaban que los propios Senadores se comportaran por su propia decisión, como perfectas damas y caballeros, y descartaron que fuera necesario ejercer ningún control estricto sobre ellos.

 

El requisito de que los candidatos no fueran miembros de los partidos políticos y las restricciones bizarras impuestas a la campaña electoral, supuestamente eran suficientes para asegurar la reunión de un grupo de grandes personalidades y buenas personas, no la abigarrada colección de celebridades de segunda y acólitos en la que se terminó.

 

Otra sutil diferencia entre las elecciones de la Cámara de Diputados y la del Senado tiene que ver con el escrutinio. La Sección 104 de la Constitución tailandesa debe ser única en el derecho constitucional. Establece que el escrutinio de los votos debe realizarse en un local central en cada circunscripción electoral, algo que normalmente no es un punto de suficiente importancia como para ser mencionado en una constitución.

 

Pero en Tailandia, sí debía serlo. En el pasado aciago, todo el escrutinio se realizaba en cada local de votación inmediatamente después de cerradas las urnas. El procedimiento era admirablemente transparente. Cada hoja electoral se mostraba para su inspección pública y se llevaba una pizarra con el conteo de los votos. Y en la esquina estaban los delegados electorales partidarios con sus calculadoras, tratando de estimar con decimales cuán exitosa había sido la compra de votos [7]. El escrutinio central fue una forma de terminar con esto.

 

Pero eso se aplica solamente a las elecciones de Diputados. En la elección del Senado todavía se cuentan los votos en los locales de votación, ya que los futuros senadores son demasiado respetables para entrar en estos jueguitos, ¿no es así? Bien, quizás, pero sólo si son el tipo de persona que piensa que las elecciones tienen algo que ver con la democracia.

 

Todo el ejercicio electoral en Tailandia está supervisado por la Comisión Electoral de Tailandia, una de las instituciones independientes que creara la Constitución de 1997. Su desempeño en la elección del 2 de abril, y en la elección anterior de Diputados en febrero de 2005, no ha enaltecido mucho su reputación.

 

Hay una grabación de una reunión realizada en Songkhla (una provincia del sur de Tailandia) en los días previos a la elección de febrero de 2005. Allí, alguien a quien se denomina "Ministro" le ordena a los gobernadores provinciales (que, como parte del Ministerio del Interior, solían ser garantes de las elecciones en el marco de la vieja constitución) que compren votos, se olviden de las tarjetas amarillas y rojas [8] y cobren 100.000 baht si se gana la elección. [9]

 

La transcripción de esta grabación fue publicada en los medios de prensa tailandeses. Y un coronel de policía presente en la reunión se ofreció a testificar que el "Ministro" era Newin Chidchob, uno de los lugartenientes de mayor confianza de Thaksin. La Comisión Electoral decidió que no se podía determinar claramente lo que se decía en la grabación y resolvió no proseguir el caso. [10]

No es que la Comisión Electoral no tuviera ninguna preocupación por la existencia de compra de votos. Una de las triquiñuelas sobre la compra de votos es cómo el comprador del voto puede asegurarse que efectivamente se compra el voto. Los políticos tailandeses han pensado numerosas y muy ingeniosas maneras de lograrlo y recientemente han sido ayudados por la tecnología, a través de los teléfonos celulares y sus cámaras incorporadas. El votante recluido en la privacidad del cuarto de votación, marca su hoja de votación, saca una foto con su celular de la hoja de votación y la envía a través del celular al comprador del voto. Luego ella o él dobla la hoja de votación, la pone en la urna y está pronto para efectivizar el cobro del soborno.


Por eso,  en las elecciones del 2 de abril los votantes descubrieron que los cuartos de votación individuales (un escritorio con paneles del alto del pecho en tres de los lados) habían sido modificados de forma tal que en vez de que el lado abierto enfrentara la pared trasera de la circunscripción como sucedía antes, el mismo mirara al frente. Esto, según declaró la Comisión Electoral, tuvo como objetivo permitir que los funcionarios electorales pudieran detectar cualquier maniobra ilícita con los teléfonos celulares y similares.


También tuvo como consecuencia que un fotógrafo de la prensa con una lente con teleobjetivo no tuviera dificultad en sacar una foto del dirigente del APD Chamlong Srimuang verificando el recuadro de "voto por nadie". [11]  Hasta ahí llegó  la garantía del voto secreto que establece la Constitución. Pero este mal ingeniado lapsus del sentido común colectivo de la Comisión Electoral, podría todavía salvar a la nación.

 

 

Vox Dei

Así que no es plausible esperar gobiernos democráticos como una consecuencia natural de los resultados electorales, en particular cuando se trata de elecciones que son burdas parodias del debido proceso. Pero a pesar de todas sus falencias, ésta es la forma en que los gobiernos normalmente son electos y si no te gustan los resultados, mala suerte. Veamos ahora porqué la elección de tres vueltas de Thaksin Shinawatra es tan inaceptable para los partidos progresistas de la sociedad tailandesa. ¿Por qué equiparan rechazar la voz del pueblo con "rescatar al país"?

 

Para contestar esta pregunta, necesitamos analizar cómo es que Thaksin efectivamente obtuvo 16 millones de votos, ya que no los compró a todos. Existe un sentimiento de respaldo genuino a Thaksin y sus políticas.

 

El "lío" [12] que enfrenta hoy Tailandia incluye un grado de fragmentación muy preocupante. Buena parte tiene su origen en las políticas, tanto declaradas como implícitas de la administración Thaksin.

 

Poco tiempo después de ser electo por primera vez, Thaksin dio una entrevista al periódico Matichon [13] en la cual hizo una observación notable sobre cómo iba a manejar la economía tailandesa, que ya consideraba estaba dividida en dos secciones.

 

"La administración de la porción superior de la economía es de tipo capitalista, la administración de la porción inferior es del tipo socialista. Es necesario entender ambas dimensiones la superior y la inferior".

 

Siempre es conveniente interpretar con cuidado el uso de términos como "capitalista" y "socialista" en boca de un político tailandés. Es posible que éstos no tengan su significado habitual.

 

La percepción de Thaksin del capitalismo, por ejemplo, bien puede estar moldeada por su propia experiencia. De ser así, su concepción no será exactamente la del neoliberalismo de libre mercado que pregona la ortodoxia económica neoliberal. Thaksin no hizo miles de millones de dólares abriendo el mercado de la tecnología de la información a la competencia. Los hizo a través de la adquisición de algunas concesiones gubernamentales extremadamente lucrativas y su explotación sabia y con perspectiva de largo aliento. Fue, en más de una oportunidad, el primero en jugar en esa línea de negocios. Pero la ventaja inicial natural, y quizás merecida, que le dio su perspicacia fue varias veces multiplicada por algunas restricciones nada libres que padecieron sus competidores posteriores.

 

Los políticos tailandeses conocen hace ya tiempo el potencial enorme de ganancias derivado de la ‘obtención de ventajas o beneficios de la acción gubernamental' (rent-seeking). Eso implica ejercer el control político del marco institucional y reglamentario del gobierno, para luego manipularlo en beneficio propio. Pero las restricciones relativamente groseras al libre comercio (muy a menudo al comercio internacional) no son aceptables en estos días de paneles de arbitraje en la OMC. Thaksin refinó el sistema y logró obtener algo bastante más sofisticado [14] – aunque sigue sin ser libre comercio.

 

El nexo entre políticos y capitalistas en Tailandia es particularmente fuerte. Chang Noi [15] cita una investigación de 2003 en la Universidad de Vanderbilt que midió las conexiones políticas de las firmas comerciales en distintos países. Tailandia ocupaba el segundo lugar en la fortaleza de estas conexiones, por debajo de la Rusia oligárquica. Thaksin es la quintaesencia del empresario-político bien conectado. Antes de tener nada que ver con la política, sus empresas obtenían buenas calificaciones de los analistas empresariales. Y la mayor de las virtudes de su imperio empresarial fue resumida expresando que contaba con las "conexiones perfectas".

 

Por lo tanto cuando Thaksin habla de capitalismo para los ricos, no está hablando del arquetipo de empresario de ideología occidental, que asciende por sus propios medios. Los capitalistas tailandeses como Thaksin por cierto que ascienden, pero los "medios" para sostener el ascenso son muy distintos.

Un sistema en el que los capitalistas llegan al poder político para poder moldear las instituciones económicas de la manera que les resulten más ventajosas para sí mismos, es peligroso. Cuanto más se prolonga esto en el tiempo, más se perpetúa el poder establecido tornándose cada vez más inamovible. Económicamente no existe ningún mecanismo claro de restablecimiento de equilibrios, por ende cualquier protección para el resto de la sociedad -sean éstos agricultores endeudados, accionistas minoritarios, o rivales en los negocios-tiene que emerger del proceso político.


Esto nos ayuda a comprender parte de la oposición a Thaksin. Las anteriores protestas contra el gobierno, como las marchas de la Asamblea de los Pobres en la década de 1990, no obtuvieron nada más que críticas de parte de la clase media de Bangkok. Los programas de radio con llamadas de los oyentes estaban llenos de comentarios sobre los campesinos holgazanes que no tenían nada mejor que hacer que empeorar la pesadilla del tránsito para la clase media.

 

Sin embargo, las manifestaciones anti-Thaksin del mes pasado consiguieron ingresar con su espectáculo callejero al área de Silom, el corazón financiero de Bangkok. La simpatía con que fueron recibidas no provenía de los esclavos asalariados que se oponen al sistema, sino de muchos que pretenden llegar a ser los nuevos Thaksin  y que piensan que la economía del libre mercado es sencillamente buena. Lo que pasa es que a Thaksin se le ha "ido un poco la mano" y no hay una forma clara de contenerlo y ponerle freno.

 

Los grupos pro-Thaksin han estado motivados por un enfoque bien diferente. Para ellos [16], el "desarrollo" es algo que les ha sido impuesto por el gobierno, como los impuestos, el servicio militar obligatorio, y otros deberes inherentes a la ciudadanía. Y el agente de desarrollo ha sido la burocracia gubernamental. Mastodóntica, auto-complaciente y fuertemente controlada por los ministerios en Bangkok, esa burocracia es el principal mecanismo que ha usado la elite de Bangkok para imponer su voluntad al país.

 

Sin embargo, rara vez ha sido dominada por los políticos, que, por su propia naturaleza, van y vienen. Un ministro o dos podrían actuar efectivamente sobre alguna parte del aparato estatal para que se aviniera a su voluntad, pero el efecto no sobreviviría a su período en el cargo.

Para la población rural receptora de estas políticas públicas y acciones gubernamentales, el juego ha sido tratar de evadir las peores intervenciones del gobierno y a la vez intentar pescar cualquier ventaja que pudiera aparecer a la vista. Y los funcionarios gubernamentales del ámbito distrital o inferior -que no tienen ninguna lealtad local ni la obligación de rendir cuentas a nivel local, y cuyas perspectivas de carrera dependen de agraciarse con Bangkok-son intervencionistas. Ellos mismos están muy cerca del fondo de la cadena trófica del funcionario público, cargando el peso de ejecutar el último programa descabellado ingeniado en alguna oficina con aire acondicionado en Bangkok.  El respetado economista Dr. Ammar Siamwalla, ex Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de Tailandia, ha dicho que la imagen más triste de la agricultura en Tailandia es la de un funcionario local extensionista, intentando persuadir a un agricultor para que haga algo que ambos saben bien que no va a funcionar.

 

Thaksin comenzó su primera administración con la "reforma del servicio civil", creando nuevos ministerios, pasando los departamentos de uno a otro, y dejando en general a los funcionarios del gobierno en un estado de confusión paralizante. Y no ha parado nunca. Los empleados públicos se encuentran mudándose de la Oficina A a la B, y luego otra vez a la inversa, y luego a la Oficina C.

En medio de este torbellino llegan órdenes superiores desde la más alta jerarquía política. Así que cientos de funcionarios de agricultura han dejado de hacer lo que sea que estuvieran haciendo originalmente, y lo que sea que les había ordenado la reforma, y han terminado certificando exportaciones. [17]

 

Así que mientras la reforma del servicio público se ha transformado en un caos permanente, los funcionarios tienen menos tiempo para mandonear a la población rural y los pobladores respiran aliviados.

 

Al mismo tiempo, Thaksin ha abierto nuevas oportunidades a los pobladores para que avancen. El fondo de un millón de baht para cada poblado, por ejemplo, pasó apresuradamente a la implementación, con tal velocidad que dejó a los trabajadores experimentados del desarrollo sacudiendo sus cabezas. Y es fácil encontrar fondos que han sido dilapidados en lujos improductivos. Pero en muchos otros casos los pobladores emprendedores han abrazado la oportunidad y les ha permitido prosperar. Tierras, vacas, computadoras, viviendas, crédito, taxis -muchos de estos programas están semi-desperdiciados, sea por su concepción, su implementación o ambas. Aún así, esto deja todavía enormes oportunidades allí donde antes no había prácticamente ninguna.

 

Y los pobladores no han tenido que pasar por la charada humillante de inclinarse servilmente ante los funcionarios gubernamentales para conseguir lo que quieren. Estos programas llevan todos la marca registrada de Thaksin. Cuando funcionan, él se lleva el crédito, y consigue agradecidos votantes.

Ahora bien, existen aspectos de las políticas de Thaksin que se parecen a lo que la mayoría de la gente llamaría socialismo. El sistema de salud basado en el costo de 30 baht por enfermedad es el ejemplo más citado. Pero es difícil de encuadrar el resto de los programas con cualquier concepto de socialismo que pueda ser reconocido como tal por los socialistas. El énfasis en lo individual más que en el esfuerzo colectivo, el rol central que juega el capital y la deuda en que se incurre para acceder a él, y la marcada falta de procesos de toma de decisiones democráticas a cualquier nivel inferior al parlamento nacional, hace que muchos observadores lo consideren como capitalismo obtuso o "de bolsillo".

Y este déficit democrático es lo que ha causado la división. Thaksin tiene la legalidad de su lado. Reclama que opera en el marco de las reglas. (En realidad, no lo hace cuando no le sirve a sus fines y es él el que hace algunas de las reglas). Pero tiene poco interés en la democracia. Sus opositores repiten regocijados una cita de hace un año de Thaksin cuando dijo que la democracia no era su meta.

La oposición anti-Thaksin reclama que Thaksin no tiene legitimidad. Sostienen que las reglas simplemente no son justas y se niegan a jugar bajo ese marco. No se presentaron a las elecciones, no votaron por ningún candidato (o garrapatearon consignas anti Thaksin en las hojas de votación anuladas), y cortejaron la prisión destrozando sus hojas de votación.

 

 

Deux ex machina

¿Y cómo se sale de este lío?

 

Incluso antes de la elección, el bando anti-Thaksin estaba seriamente dividido en torno a este asunto. Algunos argumentaban que debía recurrirse al artículo 7 de la Constitución. Éste es una especie de opción por defecto para situaciones que no están cubiertas por ningún otro artículo, ley o reglamento, y dice que en estas situaciones "se decidirá de acuerdo a la práctica constitucional en el régimen de gobierno democrático con el Rey como Jefe de Estado". Esto ha sido interpretado por muchos como una apelación al Rey como árbitro de última instancia, un rol que Su Majestad ha asumido antes en momentos de crisis nacional, como en 1973 y 1992.

 

Otros no se sintieron para nada cómodos con una solución al problema de la falta de legitimidad democrática de Thaksin que supone recurrir a un mecanismo tan palpablemente no-democrático.

 

Todo esto quedó en duda el 24 de abril, cuando Su Majestad utilizó la ocasión de la ceremonia de toma de juramento de algunos jueces para explicar que no se iba a involucrar, y arrojó el problema al regazo colectivo de la Suprema Corte, la Corte Constitucional y la Corte Administrativa. [18]  Es improbable que esto fuera algo que las cortes quisieran que sucediera. En casos de peticiones anteriores ante la Corte Constitucional referidas a distintos aspectos de la conducta de Thaksin durante este episodio, la Corte ni siquiera aceptó que se realizara una audiencia, una decisión que dejó a algunos expertos jurídicos sin habla. [19]  Tampoco existe ningún procedimiento claro que permita que las cortes combinen sus actuaciones.


Así estamos. Divididos, sin certezas, y con muy diferentes puntos de vista sobre cómo avanzar. Por el momento, parece lo más probable que las cortes revean la situación y se estudien los cuartos de votación de las elecciones del 2 de abril -aquellos que permitían que se pudiera espiar las decisiones de los votantes. Esto, según una de las demandas, les negó a todos los ciudadanos el derecho al voto secreto. Así que es posible que la elección que Thaksin pretendió que resolviera el problema, sea anulada y que podamos volver a empezar todo de nuevo una vez más.

 

La única cosa que al parecer es segura es que en un mes o algo así, volveremos a escribir un nuevo artículo explicando las últimas vueltas y revueltas de Tailandia en busca de un gobierno.


* Alec Bamford es maestro y escritor. Vive en Tailandia desde hace más de 30 años, trabaja en lingüística, desarrollo comunitario y derechos humanos. Chanida Bamford integra Focus on the Global South.

Notas
[1] http://www.focusweb.org/content/view/837/29/ Los nuevos lectores deben comenzar aquí. El multimillonario Thaksin Shinawatra y su nuevo partido, el Thai Rak Thai, llegaron al poder en 2001 en el marco de la primera elección realizada bajo la constitución de 1997, y triunfaron en la reelección en febrero de 2005. Las acusaciones de corrupción, los conflictos de intereses y la neutralización de las llamadas agencias independientes que tienen por cometido vigilar el desempeño del gobierno, culminaron en la afrenta generalizada que representó la venta del paquete accionario del buque insignia de las empresas de Thaksin, la Shin Corporation, a Temasek, una empresa controlada por el gobierno de Singapur. Durante un mes las manifestaciones convocadas por la Alianza del Pueblo por la Democracia -un partido recientemente formado- exigieron la dimisión de Thaksin. Una serie de complejas maniobras tras bambalinas, que involucraron al palacio y al ejército, terminó con Thaksin convocando a elecciones anticipadas para el 2 de abril de 2006. Los 3 partidos de oposición con  Representantes en la Cámara de Diputados inmediatamente anunciaron que boicotearían las elecciones. Thai Rak Thai ganó debidamente una elección virtualmente sin contrincantes, pero antes de que entrara en funciones el nuevo parlamento, Thaksin anunció que se tomaría un descanso temporal de la política, dejando a un militar Vice Primer Ministro a cargo, y se fue de viaje a una gira de líderes mundiales.

 

[2]  Desde entonces ha cambiado su nombre a Asamblea del Pueblo por la Democracia.

 

[3]  The Economist, Vol 379, No 8472, 8-14 de abril de 2006.

 

[4] Votar es obligatorio en Tailandia. Las sanciones por no votar son automáticas e incluyen la pérdida del derecho a presentarse como candidato en un acto electoral. Todos los derechos se reinstauran cuando el votante vota en otra elección posterior.

 

[5] Técnicamente, menos de 2 días, ya que está prohibido hacer campaña el mismo día de la elección.

 

[6] Uno asume que su videodisco chino (CVD) en el que exulta fortaleza fue un intento para suavizar el factor envejecimiento. Pero todavía cabe la posibilidad de que se lo considere como una forma de hacer campaña y que se utilice para anular su elección.

 

[7] El proceso funcionaba de esta forma. Primero, se estableció una norma de que cada circunscripción electoral debía elegir 3 miembros, de forma que cada votante pudiera elegir 3 nombres. Una segunda norma le exigió a todos los partidos políticos presentar candidatos en al menos dos tercios de todas las circunscripciones electorales. Para los partidos chicos, esto significó una hueste de candidatos fictos en todo el país que simplemente se presentaban para que cerraran los números. Entonces, un votante tendría que enfrentar a una lista de digamos, 36 nombres, representantes de 12 partidos.  Pero, en realidad, la puja por el escaño correspondería solamente a 3 o 4 de estos partidos. De esta forma, los delegados del Partido A, cuyos candidatos eran los números 1, 2 y 3, pagaban a los votantes en el distrito circuital de votación 1 para que votaran a los candidato 1, 2 y 34. El 34 era un seguro perdedor. Se perdían los votos del candidato 3, pero como contrapartida se obtenía una forma de medir cuántos votos habían comprado. En el distrito circuital 2, se pagaba a los votantes para que votaran al 1, 3 y 35, y en el 3 a los candidatos 2, 3 y 36. Y así sucesivamente.  Dos tercios de los votos que compraban iban a parar a los candidatos para los que trabajaban, el otro tercio era el "marcador" de votos, es decir votos para el candidato que nadie esperaba que tuviera ningún voto. Alcanzaba con que los delegados supieran el número de votos previsto para cada local para calcular cuántos votos habían comprado efectivamente.

 

[8] Las investigaciones a cargo de la Comisión Electoral por mala práctica electoral pueden tener por resultado una decisión que establezca que un candidato ha actuado decididamente mal, y se le prohíba participar en la repetición de la elección (tarjeta roja). O, en caso de que las incorrecciones en la actuación del candidato no lleguen al punto de su descalificación, se repetirá la elección pero se le permite presentarse nuevamente (tarjeta amarilla).

 

 [9] El supuesto reclutamiento por parte del TRT de funcionarios gubernamentales para que compren votos ha generado sospechas sobre quién es que realmente dirige las elecciones en Tailandia. El  3 de abril de este año, un día después de las elecciones, Thaksin declaró que el TRT había ganado con 16,2 millones de los votos partidarios. En ese momento ni siquiera la Comisión Electoral ni los medios habían publicado la totalidad de los votos partidarios (la cifra final de la Comisión Electoral fue de 16,4 millones). Cuando se le preguntó de donde sacaba esa cifra, Thaksin contestó que del Ministerio del Interior. ¿Cómo sabía el ministerio esta información?

 

 [10] La Comisión Electoral sin embargo sí actuó contra el candidato de la oposición Sata Awaekueji de Pattani, que fue descalificado por decirle a la gente que Thaksin y el TRT eran ricos, y pedirle que no votaran a los ricos. Esto fue considerado una difamación.

 

[11] Esto fue ayudado por un cambio en la diagramación de la hoja electoral. Como el voto es obligatorio, tiene que haber un recuadro que permita registrar a los "sin voto", es decir, los que eligen no manifestarse a favor de ninguno de los candidatos o partidos que se presentan. En las elecciones anteriores este recuadro figuraba en la parte superior de la hoja electoral. Ahora está en la parte inferior, facilitando que sea notorio cuando los votantes lo marcan.

 

 [12] Esta es la palabra que se ha usado repetidamente en la traducción del discurso de Su Majestad el Rey ante los Jueces de la Corte Administrativa el 24 de abril de 2006, cuando rechazó los llamados que se le hicieron a intervenir directamente para resolver la crisis política.


[13]  Con Sorakon Adulayanon, del Matichon Weekly, Volumen No. 1112, diciembre 10-16, 2001.

 

[14] Un ejemplo serían los reglamentos que rigen la propiedad extranjera de los servicios de telefonía celular. Después del colapso de 1997, la mayoría de las empresas (aunque no AIS de Shin Corp) pretendió resolver sus problemas apurándose a iniciar una sociedad con empresas extranjeras. El límite de propiedad extranjera repentinamente se fijó en el 25%. Esto dejó a los mayores competidores de Thaksin en medio del salto y en busca frenética de una alternativa de financiación. Sólo 3 días antes de la venta de sus acciones en la Shin Corporation (nominalmente propiedad de sus hijos) a Temasek Holdings de Singapur en febrero de este año, el límite subió a 49%. Si no hubiera habido este cambio en las normas, el negocio y las mega-ganancias que obtuvo la familia Thaksin, habrían sido imposibles.

 

[15]  The Nation,17 de octubre 2005, disponible en www.geocities.com/changnoi2/conflict.htm.

[16] Estos fueron en gran medida identificados como personas de áreas rurales. Es de todas formas riesgoso asumir una división clara entre el campo y la ciudad en la sociedad tailandesa. Millones de habitantes de Bangkok, que residen en carácter cuasi permanente, temporal o zafral, se consideran personas"del campo". La movilidad geográfica en Tailandia es muy alta, algo en lo que han confiado los planificadores de la economía. La población rural es vista como una gigantesca esponja de mano de obra barata no calificada, que puede ser absorbida por las fábricas y la industria de la construcción cuando la necesitan. Y cuando se produce una contracción de la economía como en 1997, la expectativa es que se vuelvan sin mayor alboroto a sus hogares y vivan de la agricultura.

 

[17]  Sean o no calificados.

 

[18] Las últimas dos fueron creación de la Constitución de 1997. La Corte Constitucional se ocupa de la determinación de las responsabilidades de las otras cortes y también de los casos de derecho constitucional. Las Corte Administrativas permiten que los ciudadanos hagan juicio contra el gobierno.

 

[19] La reputación de la Corte Constitucional nunca se recuperó de su sentencia en el caso de la declaración de bienes de Thaksin. Siete jueces lo declararon culpable de ocultar un número enorme de acciones que mantenía a nombre de su chofer, su jardinero y su sirviente; cuatro se pronunciaron por su inocencia, y cuatro sostuvieron que entendían que no debían pronunciarse sobre el tema.


 

Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ([email protected]) .
Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ([email protected]) para
REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (www.redes.org.uy)
Para suscribirse gratuitamente escriba a http://redes.org.uy/mailman/listinfo/enfoque_redes.org.uy o a [email protected]  especificando “suscripción Enfoque sobre Comercio” en el encabezamiento, o descárguelo en www.redes.org.uy
Para recibir la edición original en inglés o la traducción en bahasa indonesio, por favor escriba a [email protected]